Claves del IVA personalizado, una "herramienta para la consolidación fiscal con equidad" que diseña el FA

Las estimaciones aplicadas por el BID al caso uruguayo indican que la propuesta permitiría proteger, e incluso aumentar, la recaudación de este impuesto, uno de los pilares tributarios.

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MEF
Ministerio de Economía
El País

El nuevo equipo económico comenzó a diseñar un plan piloto con el cometido de implementar, durante su primer año de gestión, el IVA Personalizado. Se trata de uno de los planteos incluidos en las bases programáticas que el Frente Amplio (FA) presentó en las recientes elecciones, aunque entre los comandados por Gabriel Oddone se admite que su diseño resultará "complejísimo", lo que podría dificultar el cumplimiento de las metas trazadas.

Altas fuentes del nuevo gobierno consultadas por El País se marcaron como objetivo comenzar a aplicarlo entre fines de 2025 y comienzos de 2026, aunque precisaron que, debido al desafío que representan las múltiples variables a tener cuenta, "tal vez no se llegue" a esa fecha.

Se trata de una iniciativa que han mencionado, entre otros, el presidente electo, Yamandú Orsi, y el futuro secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, cuyas referencias al tema han generado en las últimas semanas comentarios de todo tipo.

Y es un tema que ha concitado un importante interés académico, enfocado a entender de qué forma este mecanismo podría implementarse en Uruguay. El último caso, y tal vez el más exhaustivo, fue el del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este organismo analizó el caso a través de un extenso informe, titulado "El IVA Personalizado revisado: una herramienta para la consolidación fiscal con equidad".

Las estimaciones aplicadas allí al caso uruguayo, correspondientes a marzo de 2022, indican que la propuesta permitiría proteger, e incluso aumentar, la recaudación de este impuesto, uno de los pilares tributarios, contribuyendo a la consolidación fiscal e introduciendo medidas que benefician a los sectores más vulnerables de la población.

Ese informe, al que accedió El País, señal que, a diferencia de otros países de la región, Uruguay ha ido ampliando gradualmente la base imponible del IVA, aunque igualmente sigue la estrategia "universal". Así, el 86% de la recaudación del impuesto proviene de la tasa básica (del 22%), y el restante de la tasa mínima de 10%.

Según se indica, el 57% del consumo de los hogares está gravado con la tasa básica del 22%, el 18% por la tasa mínima, del 10%, y el resto del consumo está exonerado.

También que la participación de los bienes y servicios exonerados en el consumo del 40% más pobre de la población, 27% en promedio, es más alta que los cinco deciles más altos. Sin embargo, quienes se benefician con un mayor porcentaje de las exoneraciones son los hogares con ingresos más altos, dada su mayor participación en consumo de este tipo de bienes. Según el informe, resulta clara la ineficiencia de la estrategia universal de exoneración, cuando lo que se pretende es no perjudicar a los hogares de menores ingresos.

Hoy las principales ventas de bienes y servicios al consumidor final están exoneradas de IVA: leche y carne ovina, cargo básico de servicios de electricidad y agua, gasolina, servicios de educación, el aporte al Fonasa por parte de los beneficiarios del Sistema Nacional Integrado de Salud, operaciones de intermediación financiera, diarios, periódicos, revistas y material educativo, y algunos juegos de azar.

Entre los gravados con el 10%, la tasa mínima, están la canasta básica de alimentos, medicamentos y especialidades farmacéuticas, servicios de salud privados, transporte terrestre de pasajeros, hoteles en temporada alta y seguros personales.

Así, el peso de la tasa básica de IVA es más bajo en el 40% de menores ingresos, que en los deciles más altos. A su vez, el peso de la tasa mínima es más alto en la mitad más pobre de la población.

El plan de personalización

La propuesta de IVA Personalizado consta de tres elementos. Uno es la ampliación de la base imponible, en donde únicamente se mantienen las exoneraciones necesarias para la administración del impuesto y aquellas que aseguren la consistencia en el tratamiento tributario de conceptos similares. Dos, tender a una tasa única de IVA. Y tercero, la implementación de una transferencia que contemple a los deciles de menores ingresos por el aumento de la imposición a consecuencia de la uniformizacion de la tasa. Esto, se indica, requiere determinar el monto del alivio a otorgarse e identificar a sus beneficiarios.

Según el informe, la propuesta tiene varias ventajas. Entre ellas, el aumento de la recaudación, una parte de la cual se transfiere a la población más pobre para compensarla. También que la unfiormización de la tasa facilita la administración del impuesto, y que la determinación del monto de transferencia a realizar a los deciles más pobres responde a un criterio objetivo y no resulta invasiva con respecto al consumo de los individuos.

El informe señala que con la generalización de la factura electrónica y tecnologías similares, las administraciones tributarias podrían mejorar la focalización y, simultáneamente, combatir el fraude tanto a nivel del beneficiario como del contribuyente.

Según el informe, la estrategia debería ser la unificación de la tasa. Así, se proponen varios escenarios. Uno es que dicha unificación se realice en un solo paso, al 21%. El segundo escenario propone una unificación gradual, elevando en un primer paso la tasa mínima del 10% al 17%.

Dos casos

El informe del BID se pregunta si Uruguay "ya tiene" un IVA Personalizado. Y también da la respuesta, que a su juicio es negativa.

Los programas de transferencias monetarias Asignaciones Familiares - Plan de Equidad y Tarjeta Uruguay Social (TUS) acreditan mensualmente transferencias para que sus beneficiarios en tarjetas electrónicas utilicen en compras o retiren dinero en efectivo. En el primer caso, hay una exoneración total de IVA.

Por otro lado, se menciona una "despersonalización" del IVA, al menos desde el ángulo de la equidad, en la deducción de puntos del impuesto a las compras realizadas con tarjetas de crédito y débito. En este caso, su uso se concentra en los deciles más altos. Así, el 20% más rico realiza el 47% del gasto con débito y el 45% del gasto a través de tarjetas de crédito.

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