El próximo domingo habrán dos elecciones paralelas. Además de elegir al candidato a presidente de su preferencia, los uruguayos deberán seleccionar a sus representantes en el Parlamento. Cada una de esas elecciones tiene sus propias reglas.
En el caso del Poder Legislativo, el garantista pero intrincado sistema electoral uruguayo ofrece ciertas complejidades para una comprensión cabal. Con la mayoría parlamentaria en juego, entender el particular método que se utiliza para adjudicar las bancas resulta, en este esquema, fundamental.
En diálogo con El País el ex vicepresidente de la Corte Electoral, Renán Rodríguez, explicó que el Senado se elige en una sola circunscripción nacional y por representación integral. Allí se toma en cuenta el resultado nacional de cada partido, aplicando el Sistema D´Hont de divisores y mayor cociente. El esquema es sencillo: el total de votos válidos en todo el país emitido en favor de los partidos se divide entre 30, las bancas a distribuir.
Luego, el total de votos de cada partido se divide por ese cociente, adjudicando a cada lema un número de bancas igual al número de veces que ese cociente "entre" en el número de votos obtenidos por el lema. Para distribuir los cargos restantes, se dividirá el número de votos de cada partido por el de las bancas ya adjudicadas más uno, dándole la banca al lema con el cociente mayor en esta operación, y así sucesivamente hasta completar la cámara.
Tras la reforma de 1997 en el Senado sigue rigiendo la acumulación por sublemas. La adjudicación de bancas en este segundo escalón se hará de acuerdo a los mismos criterios. Y después, lo mismo con las listas que integren cada sublema. De alli que, según Rodríguez, pueda hablarse de "triple voto simultáneo": al partido, al sublema y a una lista de candidatados. Apunta que, "grosso modo", se puede decir que una banca en el Senado equivale al 3,33% de los votos totales válidos emitidos a favor de los partidos.
El tercer escrutinio
Mucho más complejo es el proceso de distribución de bancas en la Cámara de Representantes. La Constitución establece una integración de 99 miembros, electos con un sistema de representación proporcional, en que el primero se toman en cuenta los votos a cada partido en todo el país. Cada departamento contará con un mínimo de dos representantes. La última reforma electoral prohibió para esta cámara la acumulación por sublemas, así como la suma de votos por identidad de listas.
Una vez definidos los votos de cada lema, la distribución a nivel departamental se realiza directamente a las listas de candidatos, con el mismo criterio que en el Senado, pero cumpliendo con los criterios constitucionales para asegurar la representación mínima por departamento, la proporcionalidad entre los lemas de acuerdo a su caudal electoral y la adjudicación previa de bancas realizada por la Corte Electoral.
Aplicando estas reglas básicas, las respectivas juntas electorales adjudicarán las bancas entre los partidos dividiendo el total de votos de cada lema por el número de bancas que le corresponderían a cada departamento, determinando así el cociente departamental. Luego se dividen los votos a cada partido por ese cociente, adjudicándole tantos votos como veces obtenga ese cociente.
El resto de las bancas son asignadas por la Corte Electoral mediante una adjudicación complementaria a nivel nacional, el "tercer escrutinio", que persigue el objetivo de asegurar que el partido obtenga en la cámara una representación que refleja el número de votos obtenidos en todo el país. Para eso se divide el número de votos válidos a cada lema en todo el territorio entre las bancas ya adjudicadas más uno, y se va asignando las que quedan al lema que tenga un cociente mayor en esta última operación, que se repite hasta que no quede ningún escaño sin definir.
El sistema tiene otras complejidades. Toda vez que un departamento completa la representación previamente adjudicada, se lo deja de tener en cuenta. También, toda que vez que cada partido complete su representación de acuerdo a los criterios de proporcionalidad, se dejan de tener en cuenta sus cocientes, aún cuando sean mayores. La ley prevé en ciertos casos adjudicar la representación que le corresponde a un partido en otro departamento. Allí se proclamará electo al candidato de ese partido que ofreció mayor cociente sin obtener representación. Así, un departamento puede perder representación en beneficio de otro, aunque la banca quede en el mismo lema.
El número clave
Rodríguez sostuvo que no puede ni debe arriesgar un porcentaje con el que se pueda obtener la mayoría parlamentaria. Sí, afirmó, se pueden dar algunas "pistas". La más clara es que si un partido gana el domingo en primera vuelta al haber obtenido la mayoría absoluta de votantes, es muy díficil que no logre la mayoría parlamentaria. La excepción sería que los votos en blanco o anulados, que no se tienen en cuenta para la integración del Poder Legislativo, fueran de tal magnitud que la merma de votos al partido ganador le impidiera alcanzar la mayoría en las cámaras.
El "número mágico" depende de varios factores. Son muchos los escenarios posibles. En los últimos años, distintos politólogos han analizado que, en determinadas circunstancias, un partido podría lograr la mayoría con poco más del 43% de los votos. Todo depende de cuántos partidos logren ingresar al Legislativo. A mayor fragmentación de los demás partidos, mayores posibilidades de lograrlo. Un factor más fácil de lograr en el Senado que en Diputados. Puede suceder además que esa mayoría no se logre con un porcentaje mayor de votos. .Se debe recordar, además, que en el caso de las elecciones parlamentarias no se cuentan los votos anulados o en blanco.
Vale decir que el partido que gane la elección presidencial contará con el vicepresidente de la República y, de esa forma, con otro voto más en la cámara alta que, en casos de empate en bancas, le significaría el plus para contar allí con mayoría.
Por otra parte, advirtió Rodríguez, el método de cocientes que se aplica para adjudicar las bancas podría provocar la "pérdida" de muchos votos de partidos minoritarios que puedan quedarse sin representación y que terminen mejorando el cociente de los partidos mayores, que llegarían por esa vía a la mayoría.