Comida “insuficiente” y "baños sin agua ni luz": policías critican condiciones laborales en cárceles

El Sindicato Nacional Policial aseguró que “están violando tratados internacionales" y normas laborales por la situación en la que trabajan los funcionarios.

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Unidad Nº4 del INR, penal Santiago Vázquez,
Unidad Nº4 del INR, penal Santiago Vázquez.
Foto: Leonardo Mainé

Redacción El País
“La indumentaria hay que sacudirla cuando se va a utilizar por las cucarachas y las heces de las ratas”, “muchos de los baños no tienen agua ni luz”, los “colchones son muy finitos” (lo que “no permite tener un descanso reparador”), no hay “abrigo ni calefacción suficiente ni adecuada para los meses de frío intenso”. Estos son solo algunos de los reclamos que del Sindicato Policial Nacional por las condiciones laborales de los funcionarios policiales que trabajan en las cárceles de todo el país.

Dadas las condiciones laborales, los policías apuntan a que se “están violando tratados internacionales y todos los derechos y normas laborales que rigen las condiciones mínimas” de trabajo. Así lo indicó la asesora del sindicato, Camila Francia, en la comisión de seguimiento carcelario del Parlamento, quien —a su vez— hizo hincapié en que alrededor de un 80% de los funcionarios hace un “régimen de semana por semana”, por lo que vive siete días consecutivos con “estas condiciones”.

Otros de los reclamos están vinculado a la comida. Francia aseguró que la cantidad es “insuficiente”, por lo que “han hecho un sistema por el que hacen colectas entre ellos para juntar el dinero necesario para complementar lo que les falta de su dieta”. También vinculado a la alimentación, el secretario general, Fabricio Ríos, apuntó que “a veces”, el policía tiene que comer lo mismo que el “preso porque sabe que, por lo menos, no la salivaron o no la orinaron o no le pusieron nada”. Y que "muchas veces tiene gusanos o está en mal estado".

El impacto psicológico es otro de los puntos que se trataron en la comisión. “Se vive mucha violencia dentro de las cárceles”, indicó el secretario general del sindicato, y no se tiene una “atención psicológica como correspondería”, lo que “empeora la salud mental del policía”.

En esa línea, continuó: “A veces a los policías les afecta estar 12 horas escuchando el golpeteo o el grito constante, las peleas, o tener que sacar a las personas mutiladas, lastimadas, muertas o en las peores condiciones”.

A la comisión, a su vez, asistió el directivo del sindicato Andrés Gandini, quien criticó las instalaciones al comentar que en los alojamientos en la Unidad N° 4 Santiago Vázquez hay “instalaciones eléctricas caídas”, y que el sistema eléctrico “está arreglado de la misma forma que en los módulos –se han agarrado esa maña de solucionarlo como lo hace una persona privada de libertad en su módulo–, atándolos con bolsas quemadas con fuego, sin cinta aisladora”.

Aunque los reclamos son por varias cárceles en el país, se hizo hincapié en la Unidad N° 5 (que es de mujeres), donde “hay un sector —están los registros fotográficos y videos— en el que las policías femeninas trabajan donde hay aguas servidas que caen desde el techo, que vendría a ser el sector en el que tienen la cocina, la heladera y un baño”.

Pero eso no es todo: el directivo del sindicato reclamó que hay un baño en la Unidad N° 5 al que “hay que llevar un paraguas porque los días de lluvia se mojan más adentro que afuera”.

Por otra parte, el secretario general problematizó que “a veces” los policías tienen las “mismas costumbres que los privados de libertad por los largos períodos” que conviven. En esa línea, relató: “Cuando algún policía va a la casa de un privado de libertad a hacer un trámite o a llevar una canasta, se calienta igual que un privado de libertad. Me refiero al famoso ‘ladrillo’, como le dicen; incluso son muy peligrosos para el hogar porque se parecen a una resistencia conectada directa a la corriente que puede generar un incendio o pueden quedar electrocutados. La forma de hablar del policía y la del privado de libertad es la misma. Es como si todo el tiempo consumieran los gestos o palabras que tienen los privados de libertad, pero no está bueno que lo reproduzcan en sus casas”.

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