Por Joaquín Silva
No todos valoran por igual las encuestas que, en forma periódica, actualizan los niveles de preferencia hacia los partidos políticos, pero sí es un hecho que a medida que avanza el calendario -y las elecciones asoman en un horizonte cada vez más próximo- la incidencia de estos relevamientos es cada vez mayor en el ánimo de los dirigentes políticos.
Porque no hay líder de la coalición de gobierno o de la oposición que no mire con lupa el resultado de las encuestas ni bien se hacen públicas, aunque luego algunos de ellos -en este caso, del oficialismo- manifiesten reparos sobre la credibilidad de las mediciones, basándose sobre todo en antecedentes fuera de fronteras.
Lo que todos en el sistema político dan por asumido desde hace tiempo es que el Uruguay está definitivamente dividido en dos bloques bastante estables, con fluctuaciones coyunturales que, desde 2019 hasta 2022, no han alterado la leve ventaja a favor del oficialismo, lo que quedó en evidencia en las últimas elecciones: se impuso en primera y segunda vuelta de 2019, y en el referéndum por los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración en marzo del año pasado.
Sin embargo, dos encuestas divulgadas en los últimos días -aunque una de ella fue en verdad realizada a fines del año pasado- mostraron que el Frente Amplio comenzó a consolidarse como una fuerza política que mide por encima del 40%, mientras que los socios minoritarios de la coalición de gobierno están mostrando bajas adhesiones.
La primera es de Equipos, que indica que la oposición alcanzaría un 44% de los votos si las elecciones fueran en ese momento, relegando a la coalición a un 33%, con un 16% de indecisos. Es una encuesta de diciembre que no está publicada por la firma en su sitio web porque se trata de un informe privado, pero igualmente preocupó tanto en Torre Ejecutiva como entre dirigentes del Partido Nacional, conscientes de que comienza a observarse un eventual retorno “a los guarismo históricos” que ha tenido el Frente Amplio, según indicaron a El País fuentes políticas.
El segundo relevamiento -divulgado ayer por Telemundo- es de Cifra, y terminó por profundizar el impacto producido por el anterior: la coalición de izquierda aparece con el apoyo del 43% de la población, y la coalición, sumada, llega a un 38%. Los indecisos alcanzan el 19%.
Son mediciones que han llevado, en filas del oficialismo, a una puntual reflexión: si la coalición de izquierda alcanza el 45% en las siguientes mediciones, se estaría entonces superando una “línea de riesgo” y reafirmando, así, una seria “preocupación”, como señaló un integrante del Ejecutivo.
Aunque ya el hecho de que la oposición se esté arrimando a un 44% es de por sí “un piso altísimo”, según estimó, por su parte, un dirigente nacionalista.
Y a esto se suma otro problema: porque en ambos casos el desempeño del Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente confirma que hay “una dificultad” que ya es analizada en Torre Ejecutiva -según supo El País- dada la evidente “caída” que han tenido respecto a las elecciones de 2019.
Sobre todo en lo que respecta al Partido Colorado, que en la encuesta de Cifra midió un 3% -aunque en la de Equipos llegó a un 6%-, y Cabildo Abierto, que llegó al 2% en el sondeo divulgado ayer -uno por encima del Partido Independiente- y a un 4% en el realizado por Equipos en diciembre.
Por eso, de a poco, comienzan a surgir voces dentro del Partido Nacional -que sigue rondando en su histórico promedio del 30%- que alertan sobre la necesidad de que los “socios” vayan al territorio en procura de los votos que se pueden estar perdiendo -o trabajen fuertemente en recomponer sus liderazgos.
En definitiva, esto compone un panorama que, para varios dirigentes, es expresión del “peor momento” que ha atravesado el gobierno desde que llegó poder en marzo de 2020, en gran parte por la ofensiva del Frente Amplio, fortalecido durante el 2022 con sus duros cuestionamientos por los resonados casos Astesianoy Marset.
Esto no significa, sin embargo, que haya unanimidad en el diagnóstico, porque hay quienes reparan también que, al mismo tiempo, el presidente Luis Lacalle Pou continúa recibiendo una alta aprobación de su gestión -tiene entre 43% y 44% a más de la mitad de su mandato, un valor por encima del promedio de la mayoría de los presidente desde 1985 a la fecha, a esta misma altura del mandato.
Y porque además hay otras encuestas -de las últimas semanas- que muestran un panorama más parejo, como la publicada por Factum el 23 de febrero, que dio cuenta de un Frente Amplio con 41% de adhesiones, y una coalición que, sumados sus partidos, obtendría un 45%.
Por eso también está extendida la opinión de que el oficialismo ya demostró en las urnas tener una “leve” ventaja a su favor, y que en todo caso lo que se viene en 2024 no será otra cosa que una elección muy “competitiva”.
Colorados y cabildantes advierten la “relatividad” de las encuestas
Los resultados de las encuestas tienen una valoración distinta por parte de los líderes orgánicos de algunos socios de la coalición.
Por ejemplo, el secretario general de los colorados, el expresidente Julio María Sanguinetti, entiende que las mediciones sobre intención de voto tienen “una gigantesca relatividad”, sobre todo a raíz de lo ocurrido en la última elección de Brasil.
Y agregó que no cree que “haya grandes cambios” en el mediano plazo en la distribución de ambos bloques con “dimensiones comparables”.
El presidente de los cabildantes, Guillermo Domenech, señaló que directamente no se guía por las encuestas por el mismo motivo, y que prefiere quedarse con “las reuniones con la gente” para observar el nivel de adhesión.