Danilo Astori
Desde el punto de vista sentimental, ese 27 de junio sentí una terrible tristeza. Estamos hablando de uno de los terremotos políticos y sociales más trágicos, más negativos que tuvo el país en toda su historia. Me generó una tristeza muy importante. Lo veíamos venir, ya se preparaban las condiciones desde febrero de ese año. Naturalmente el pacto de Bordaberry con los militares en Boiso Lanza selló las características fundamentales del golpe, que era simplemente imponer el poder militar sobre el civil y de alguna manera destruir las instituciones democráticas del Uruguay.
A mí me pasó una cosa peculiar: era decano de la Facultad de Ciencias Económicas, mi primer decanato. El 27 de junio la Universidad de la República no fue incorporada al funcionamiento del golpe. Recién llegó el golpe a la universidad -capaz que porque no tenían cómo sustituir a la gente que desplazaban- el 27 de octubre de ese año.
Entonces, durante todo ese tiempo que pasó entre el golpe propiamente dicho y la llegada a la universidad, pasaron meses. Naturalmente todos estábamos esperando que en cualquier momento llegara. Veíamos que a diario prácticamente nos rodeaban las Fuerzas Armadas para impedir la entrada y salida al edificio, todos temiendo consecuencias muy negativas. Teníamos la percepción de que en cualquier momento llegarían a nuestras instalaciones para tomar posesión como fuerzas militares dominantes, y policiales también.
Por eso yo muchas veces dormía en la facultad. Me quedaba por si había un problema grave y estoy seguro que en la noche del 26, horas antes de la incorporación de la universidad al golpe, yo estaba durmiendo ahí. Lo cual me pasó varias veces porque estábamos rodeados permanentemente y entre el golpe de junio y el de la universidad pasó un tiempo que lo único que hizo fue aumentar nuestro temor de que ocurrieran cosas.