Francisco tiene 20 años. Vestía una remera negra, una bermuda de jean, championes con los cordones desatados. Eran las tres menos cuarto de la tarde y acababa de votar en el colegio Nuestra Señora del Luján, en el barrio Buceo, de Montevideo. Ayer, dijo, fue un día más, un domingo cualquiera en el que se levantó tarde y para el que no tenía muchos planes. O al menos, ningún plan especial.
“La verdad es que vine a votar porque lo tengo que hacer, no me interesa demasiado la política, pero sé que me tendría que interesar más. He hablado con mis amigos abiertamente del tema, pero cuando llegué acá no tenía decidido mi voto, lo decidí en el momento”, dijo mientras esperaba a sus amigos, que votaban en el mismo lugar que él, para ir a almorzar. Eran cuatro o cinco. A medida que salían de votar, se encontraban en la vereda frente al colegio. Todos lucían parecido: remera negra ancha y bermudas, un gorro de visera, un par de lentes de sol.
Ayer, pasadas las siete de la tarde, unos 250.000 jóvenes votaron por primera vez en unas elecciones nacionales en Uruguay. ¿Quiénes son? ¿Qué piensan? ¿Es verdad que no les interesa la política? ¿Es posible hacer alguna generalización?
En el mismo colegio en el que votó Francisco también lo hicieron Lucas, Martín y Joaquín, amigos del barrio y del club que se encontraron a la salida. Uno de ellos creía que fue a votar demasiado desinformado, que para la próxima debería saber más, leer más. Otro dijo que la política le interesa, pero que no le gusta cuando se convierte en “Nacional-Peñarol y se putean por cualquier cosa”: “Creo que es más importante el candidato que el partido, y así definí yo mi voto. Si la próxima tengo que cambiar de partido porque hay otro candidato que me convence más, lo voy a hacer sin problemas”, dijo.
Hace unas semanas, la directora de la consultora Cifra, Mariana Pomiés, dijo a El País que los jóvenes que votan por primera vez están repartidos más o menos de manera pareja en todo el país. También, que es cierto que hay un porcentaje alto de jóvenes a los que no les interesa la política, pero que es verdad que a las instituciones y, sobre todo, a los partidos políticos, les cuesta cada vez más atraer a esa parte de la población. Además explicó que es una tendencia cada vez más marcada que los más jóvenes se sientan más atraídos por los candidatos específicos que por los partidos.
En el Club de Residentes de Rivera, en Avenida Brasil y Brito del Pino, sobre las cinco de la tarde, el movimiento era intenso. Allí le tocó votar a Agustín, que tiene 18 años y fue acompañado de su madre y de allí se fue a su casa a esperar con su familia los resultados; a Micaela, de 21, que llegó caminando desde la casa de un amigo en Buceo y decidió votar solo para no tener que pagar la multa económica, como hizo su madre; a Milena, de 19, estudiante de cine, que desde siempre había acompañado a sus padres a votar y por eso la jornada de ayer no le resultó para nada especial o particular; a Pilar, de 21, que comparte circuito con su hermana de 19 y, aunque votan diferente, ninguna de las dos es demasiado radical con sus ideas.
Un poco más lejos, en el Colegio y Liceo América, sobre la calle Tiburcio Gómez, votó Lucía. Tiene 22 años y estudia psicología. Fue a votar con cuatro amigas, aunque a cada una le tocaba en un lugar diferente. Hicieron una especie de “tour de votación”, que incluyó, también, una parada técnica para almorzar en un bar de Pocitos. Para Lucía es importante tener una preferencia política: no es lo mismo, dijo, votar al Frente Amplio que al Partido Nacional o a cualquier otra opción. Cree que las preferencias políticas tienen que ver con la forma en la que se vive y con el grupo de amigas con el que votó comparte esa manera de mirar. Después de que votó la última se fueron juntas a su casa para esperar los resultados.
Para Pomiés, en las últimas dos elecciones ha habido un “resurgimiento de los jóvenes en la política”, pero con formas de participación diferente. “Tienen una forma de participación distinta, no es de ir a actos y marchas, más bien usan las redes. Pero sí hay algo que sigue siendo un clásico que es eso de repartir listas, o de estar en la rambla con las banderas, o estar en un parque militando, sigue siendo algo en lo que los jóvenes están muy presentes”.
La rambla, a la altura de Avenida Brasil, era una de las zonas de la capital con más movimiento de militantes jóvenes, sobre todo del Partido Nacional y del Partido Colorado. Allí estaba Valentino, de 20 años, en un comité del Partido Nacional junto a otros amigos y amigas. Para él, que milita desde 2021, el de ayer sí fue un día especial. Votó temprano en el colegio Los Pilares. Se quiso sacar una foto, pero estaba solo y le dio vergüenza sacarse una selfie. Después, quedó el día a disposición de su partido: llevó a votar a personas que no tenían en qué ir, se fue al comité y estuvo allí esperando los primeros resultados.
Valentino llegó a la militancia porque un amigo lo invitó. Cree que la política es una herramienta para proyectar el futuro del país y, aunque él ha intentado acercar a varios de sus amigos al Partido Nacional, no ha sido tan sencillo. “Están en otra, les interesan otras cosas, los mueven otras cosas y a varios la familia los frena, porque piensan diferente”, dijo.
En la rambla, sentada en un banco debajo de un gazebo rojo, con carteles del Partido Colorado y parlantes desde los que suena cumbia, estaba Marina, envuelta en una bandera del partido por el que milita. Tiene 18 años y es de Artigas. Vive en Montevideo desde hace tres años, cuando se mudó para hacer el liceo militar, que luego abandonó. Hoy cursa sexto de economía en un liceo público.
Marina tiene aspecto de niña, pero habla con una convicción inmensa. Dijo que, mientras estudiaba el batllismo en el liceo, empezó a leer más y más y quiso acercarse al Partido Colorado. Y quiso hacerlo desde la militancia. Preguntó, investigó y, aunque su familia es blanca y al principio no le gustó tanto su idea, empezó a militar en la UJR.
“Creo que la política nos atrae a todos, la diferencia es que a mí me atrae la política partidaria. Me atrae la idea de transformar, de renovar, de ayudar a quienes necesitan. Me gusta la idea de un estado presente como lo tiene el Uruguay, muchas cosas que hizo Batlle, y que en la actualidad se dan por obvias, como la ley de ocho horas, la ley de la silla, la ley del divorcio, todo eso lo hizo Batlle y eso es lo que a mi me gusta: poder cambiar las cosas”, dijo, mientras, de fondo, sonaba una canción de Karol G y pasaban autos con banderas de todos los partidos. “Acá no siempre hubo democracia, hay países en el mundo en los que no hay democracia, en Uruguay tenemos el privilegio de tener una democracia sana, creo que tenemos que aprovecharlo, sea a quien sea que votes, creo que hay que aprovecharlo”. Ayer, para ella, fue un día feliz: se levantó temprano, fue a votar, acompañó a votar a Andrés Ojeda, se envolvió en la bandera y se instaló en la rambla. Después, se fue a esperar los resultados en el búnker de su partido.
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