A fines de abril, la entonces precandidata nacionalista Laura Raffo estaba convencida de que haría una buena votación en las elecciones internas del último domingo de junio. Lo señalaba a su entorno e incluso transmitía con seguridad —que siempre tiene algo de impostado— que podía llegar a revertir la situación y al menos poner en aprietos a Álvaro Delgado.
Pero para ese entonces —como ocurrió a lo largo de la campaña—, las encuestas no acompañaban y en el mejor de los casos Raffo estaba a algo más de 20 puntos porcentuales de Delgado —el estudio de Cifra de mediados de aquel mes, por ejemplo, marcaba que la precandidata recogía el apoyo del 30% de los blancos y Delgado el 51%—, pese a que el “olfato” político de su comando, en base a los “llamados” diarios que recibían de varias agrupaciones del interior pidiendo crear listas en su apoyo, entusiasmaba a la economista y a sus allegados más cercanos.
Las encuestas que siguieron, ampliando la distancia a más de 40 puntos, ya hicieron prever a todos los dirigentes del Herrerismo y Alianza Nacional —los dos sectores más grandes que apoyaron a Raffo— que no solo la derrota estaba asegurada sino que la diferencia iba a ser por varios cuerpos, como terminó ocurriendo.
Las luces de alarma, no obstante, estaban encendidas desde hacía meses, sobre todo en filas del Herrerismo, según indicaron a El País dirigentes que participaron de la campaña.
Porque mientras Delgado se dedicó a recorrer todos los rincones del Uruguay profundo desde el 5 de febrero —hizo una gira por más de 200 localidades—, el comando de Raffo siguió un camino distinto. Para empezar, buscó priorizar un abordaje digital y publicitario antes que territorial y solo tardíamente comenzó a recorrerse el país, algo que, en estas horas de autocrítica, quienes la acompañaron ven como una estrategia equivocada (ver aparte).
Ya cuando faltaba una semana para el 30 de junio, en su entorno solo pensaban en el margen con que se enfrentaría la derrota, porque eso sería clave para la definición de la fórmula, aunque Delgado luego pondría sobre la mesa otros factores, como la (baja) votación general del Partido Nacional y la perspectiva que ello abría hacia octubre, como terminó haciendo al tomar la decisión de elegir a Valeria Ripoll como candidata a vicepresidenta no a Raffo.
Y aun así había quienes, en la sede de la Plaza Independencia —e incluso filas del delgadismo—, imaginaban como poco probable que la economista votara por debajo del 20%.
Pero así ocurrió: a Raffo la votaron, de acuerdo al escrutinio primario de la Corte Electoral, 62.406 nacionalistas, y cerca de tres cuartos de esos votos fueron aportes del Herrerismo.
El desempeño de Alianza Nacional, como se esperaba, no fue bueno. Generó menos votos que en 2019, cuando estaba liderado por Jorge Larrañaga, entonces precandidato, año en que era la principal estructura del caudillo fallecido, que quedó en tercer lugar.
La incógnita que se abre sobre Sumar
Como proyecto político, que muchas veces Raffo denominó “movimiento”, la economista creó el paraguas de Sumar, que fue la marca que la acompañó durante toda su campaña, reuniendo básicamente a sus dos principales sectores.
La idea de Raffo, transmitida en varias oportunidades, era que Sumar fuera un espacio a instalarse en el Partido Nacional, más allá del resultado electoral que tuviera su precandidatura. Una bancada parlamentaria propia desde la que producir ideas y propuestas.
En entrevista con El País el 16 de junio pasado —por estos días la economista decidió no hacer declaraciones— fue bastante clara al respecto. “Somos un equipo que va a tener una expresión electoral que se decidirá en junio, en octubre y en noviembre, pero el equipo ya está creado”, aseguró.
Sin embargo, eso no es algo que ahora se dé por sentado, de acuerdo a varios sondeos realizados ayer por El País.
Sin ir más lejos, en la principal lista del Herrerismo, la 71 de Montevideo, hay dirigentes que están pensando en el posicionamiento que deberá tener este espacio de aquí en más, sobre todo teniendo en cuenta que la votación obtenida en la capital, 9.329 votos —casi los mismos que recogió el diputado herrerista Sebastián Andújar en Canelones—, fue bastante inferior a las adhesiones que lograron en 2019 —16.708.
Y ese posicionamiento incluye construir postulados propios, pensando en la necesidad política del Herrerismo, y no en el proyecto colectivo de Sumar.
El diputado Juan Martín Rodríguez, por ejemplo, dijo a El País que su sector tiene que pensar en identificarse con una “derecha moderna”, y en convertir en “oportunidad” el viraje que hará el Partido Nacional hacia la “centro izquierda”, con la designación de la exsindicalista Ripoll como candidata a vicepresidenta (ver recuadro).
Otros dirigentes herreristas consultados para esta nota entienden que hay incertidumbre sobre el camino que seguirá este histórico sector, y que Sumar puede cristalizar como un sublema en las elecciones de octubre o puede simplemente pasar a la historia como un concepto que acompañó una temporal precandidatura, porque las alianzas que se hagan para esa instancia pueden incluir —o no— a Alianza Nacional y pueden incorporar grupos que apoyaron a otros precandidatos en junio.
“Esto será de barajar y dar de nuevo”, señaló una fuente de esta agrupación.
Valeria Ripoll representa para el Herrerismo una "oportunidad" electoral
En plena madrugada de este lunes, en la sede de la 71, ubicada en 18 de Julio y Martín C. Martínez, los principales dirigentes de esta agrupación hacían la necesaria catarsis luego de la derrota de Laura Raffo ante Álvaro Delgado, y de la sorpresa de la fórmula que cayó mal en este sector, como en varias otras filas nacionalistas: en los primeros minutos y horas de impacto no les hizo nada de gracia que la candidata a vicepresidenta por el Partido Nacional fuera Valeria Ripoll, una mujer con fuerte pasado sindical y frenteamplista.
Pero en esa reunión, en la que participaron los senadores Luis Alberto Heber y Gloria Rodríguez, Juan Martín Rodríguez y la dirigente Valentina Arlegui, entre otros, comenzó a quedar claro que tenían que pasar página y pensar en la estrategia para fortalecer la agrupación, y recuperarse de un nuevo golpe.
En diálogo con El País, el diputado Rodríguez dijo que allí planteó una opción concreta. Que en vistas de que la fórmula buscará inclinar al Partido Nacional “al centro o centro-izquierda”, al Herrerismo se le abre una oportunidad: volver a sus “raíces” ideológicas y plantear en el discurso “una derecha moderna”. De esa manera, razonó, este sector tiene un espacio para crecer, y evitar que los nacionalistas pierdan votantes propios —aunque sea a favor de socios de la coalición de gobierno, como el Partido Colorado— en su esfuerzo de ir por indecisos o frenteamplistas moderado.
“El Herrerismo tiene que volver a sus orígenes, a ser fiel con su discurso histórico, que es el pragmatismo y la apelación al sentido común. Tenemos que dejar la tibieza y reivindicar las cuestiones que siempre reivindicamos”, dijo el legislador, que puso como ejemplo de esas reivindicaciones la necesidad de cerrar algunas empresas públicas, como el Correo Uruguayo.
Algunas explicaciones del fracaso electoral
La precandidatura de Laura Raffo se construyó de a poco. Como por goteo. Lo primero, a mediados de 2022, era instalar su nombre como una posibilidad a tomar en cuenta en el menú electoral que presentarían los blancos dos años después. Eso se logró. Después, se buscó que la interna nacionalista se “polarizara” entre las dos opciones a ganarla que se postulaban en 2023, que eran Álvaro Delgado y ella. Esto se logró parcialmente, porque las encuestas todavía mostraban grandes diferencias entre ambos.
Luego, ya a fines de 2023, se procuró que Raffo se “posicionara” en la agenda con la presentación de propuestas, y esto más o menos se logró, en particular a raíz de su iniciativa de bajar el costo de vida de los uruguayos.
La siguiente etapa que se habían propuesto sus allegados era empezar a ser una precandidatura realmente competitiva, algo que algunos creyeron que podía ocurrir a partir de una encuesta difundida por Equipos de fines de noviembre, que mostraba que la economista era apoyada por el 29% de los blancos, mientras que Delgado recogía el 27% de las adhesiones. Pero fue un espejismo, porque las siguientes mostraron brechas prácticamente inalcanzables.
¿Qué fue lo que pasó? Una primera explicación que se hacen por estas horas en lo que fue el comando
de Raffo reside en la salida de la política del senador Gustavo Penadés —hoy en prisión, imputado por 22 delitos sexuales— por lo que significaba “en la organización” de la estructura a nivel nacional que se estaba montando para sostener la precandidatura. Sus habilidades políticas e incluso el asesoramiento que hacía sobre Raffo no fueron sustituidas por nadie.
Otra factor, que para algunos explica la caída final, la de las últimas semanas, fue el desánimo en que cayeron varios dirigentes de la lista 71, al notar que la campaña no priorizaba el trabajo militante. Esto se vio reflejado, al criterio de los ofendidos, en la organización de los actos en Montevideo, que no contemplaban, entre otras cosas, un horario tardío como para dar tiempo para repartir listas. Esto llevó a que dirigentes de esta agrupación “bajaran los brazos”, sobre en el último tramo de la carrera.
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