CAMBIO DE MANDO
El País cabalgó en medio de la columna de unos 4.000 jinetes que u201csitióu201d el Parlamento para la asunción de Luis Lacalle Pou.
Yo supe camperear en las extensas ondulaciones del campo del norte. Ahí aprendí que el caballo es buen compañero. Como el perro, termina conociendo el humor de quien lo monta incluso en un tiempo breve.
El desfile de ayer fue para mí como regresar en el tiempo o recuperar un tiempo perdido. Recordé los campos del norte mientras montaba un buen tordillo por campos montevideanos en dirección al Prado donde se iban a reunir todas las sociedades nativistas, troperos, peones y aficionados que querían participar a caballo en la asunción del presidente Luis Lacalle Pou. Sí. Porque Montevideo también tiene campo y sociedades criollas como otros departamentos. Y los montevideanos que andan a caballo son muy orgullosos de su origen como pude observar en la marcha.
Los preparativos
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Pasadas las 8:30 llegué al establecimiento de Daniel u201cNitou201d Posse, ubicado en la Ruta 5 frente al kilómetro 11.
Desde la entrada, observé que en los corrales habían varios caballos y que tres gauchos ensillaban otro. Era un hermoso overo, algo cabortero, que luego sería montado por el propio Nito. El caballo tenía todos los aperos de rigor; incluso un lazo de cuero que le cubría las ancas. Nito cría casi un centenar de caballos en su establecimiento.
A mí me tocó un tordillo hermoso, bien alimentado y suficientemente manso que me permitió sacar fotos y filmar durante el desfile que duró varias horas. Para trabajar más cómodamente seguí el consejo de Nito: crucé las riendas y las até encima del pescuezo del animal. Los gauchos bromeaban: u201cCaballo manos libresu201d.
Antes de partir, di un paseo por uno de los potreros del establecimiento y supe que se trataba de un animal noble.
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También percibí que mi destreza arriba de un caballo estaba siendo analizada por los gauchos de la Agrupación Tradicionalista Troperos de La Tablada. Su bandera es de color verde. Esa sociedad criolla tiene cinco jinete campeones del Prado y otros más reconocidos por su destreza en las domas.
El grupo de jinetes me integró enseguida. Partimos del establecimiento cabalgando por el costado de la Ruta 5 hasta alcanzar María Orticochea. Esos primeros minutos me permitió conocer la nobleza del tordillo. Cuando debí galopar para alcanzar a mis compañeros, respondió.
Por la avenida María Orticochea comenzaron a verse las primeras muestras de simpatía y respeto por los gauchos y los caballos. Personas que salían de sus casas para aplaudir al grupo. Otros que tocaban bocina. Esas muestras de alegría y camaradería fueron una sorpresa para el excampero del norte. No las esperaba tan pronto.
Al finalizar la avenida María Orticochea, el grupo de La Tablada giró por la calle para desembocar en el Prado. Fue como un río que desemboca en el mar: varios cientos de jinetes, con distintivos nativistas de todas partes del país, aguardaban la partida. Chinas con ropas coloridas, niños y niñas de unos cinco años luciendo la vestimenta típica. Concentrados encima de sus caballos. Confiados. Hay que ser de hierro para no emocionarse. Gauchos de u201cpunta en blancou201d: sombreros u201cpanza de burrou201d y de fieltro, camisas blancas, pañuelos celestes, bombachas haciendo tono, botas de cuero y facón cruzado con empuñadura de oro o plata.
Los rebenques merecen un capítulo aparte. Trenzados, de todos los tamaños, con empuñaduras de piedras. Rebenques antiguos, sacados de aperos del abuelo o del padre ya anciano.
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La cabalgata se detuvo en la Avenida Agraciada y Santa Fe. Hasta el momento no había percibido el calor. Grupos de caballos y jinetes procuraban cualquier sombra para protegerse. Vecinos solidarios daban baldes de agua para los caballos y botellas para los jinetes.
Cientos de personas esperaban a los jinetes en el Palacio Legislativo. Aplausos. Gritos u201cViva la Patriau201d. Cada tanto algún viva el Partido Nacional.
Eduardo u201cVascou201d Echevarne, el organizador de la marcha y conductor de la radio oficial de la Expo, dijo a El País que los jinetes superaron los 4.000. En un principio, agregó, los organizadores tenían la información de que vendrían 3.370 jinetes.
u201cPero vinieron cinco camiones más de caballos y Canelones trajo más de 750 cuando pensábamos que iban a venir unos 400u201d, dijo.
Durante la asunción como presidente, Lacalle Pou llamó por teléfono al u201cVascou201d Echevarne. u201cChe, Vasco, no van a entrar todos alrededor del Palacio Legislativou201d.
El u201cVascou201d le dijo: u201cQuedate tranquilo. Van a entraru201d.
Echevarne cumplió con su palabra. Entraron todos los jinetes. El último fue José Irureta Goyena, de San Ramón.
Cánticos y saludos al nuevo presidente
El motor V8 del Ford descapotable rugió frente a la puerta de entrada del Palacio Legislativo. Los jinetes lanzaron gritos de júbilo. La espera había terminado.
El chofer aceleró y el auto descapotable subió la empinada cuesta de unos 30 metros en una exhalación. A unos 300 metros de allí, un gaucho dijo: u201cEs tremendo autou201d. Otro le replicó con tono sabio: u201cFue el que usó Herrerau201d (Luis Alberto, bisabuelo de Luis Lacalle Pou).
Los jinetes habían rodeado el Palacio Legislativo y esperaban el pasaje del Ford en perfecta formación. Algunos debían contener a sus animales más belicosos, recién domados. Estos caballos mascaban el freno y cabeceaban para mostrar su descontento.
Cuando el auto descapotable pasó frente al grupo nativista de La Tablada, los jinetes lo saludaron con gritos y vivas. u201cArriba presidenteu201d, gritó un jinete que montaba un caballo colorado. Lacalle Pou lo saludó con la mano. Luego golpeó dos veces su corazón.
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Paso lento
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Jinetes de todas las edades coincidieron en la marcha a caballo que unió el barrio Prado con el Palacio Legislativo. La cabalgata alcanzó, por momentos, más de 50 cuadras. Es posible que sea la mayor marcha a caballo de los últimas dos décadas. Las filas no se estiraban. En una de ellas podía haber hasta una decena de jinetes. Muy pocos caballos eran traídos de tiro para tener un equino descansado para el regreso.
Fiesta
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Acompañadas por sus padres, las dos nenas demostraron ser muy hábiles con las riendas. En ningún momento se pusieron nerviosas durante el desfile. Es obvio que hace tiempo que montan. El padre, por las dudas, siempre cerca. Sorprendió ver en la marcha tantas niñas y niños. Se sentaban en el cordón de la vereda o debajo de la sombra de un árbol cuando la cabalgata se detenía. Los colores blanco y celeste predominaron en la marcha.