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"Desplante grande": blancos analizan reclamo de colorados para evitar cortocircuitos como el de la reforma

En el oficialismo reconocen que las reuniones que llegaron a hacerse en Torre Ejecutiva con los coordinadores parlamentarios nunca adquirió continuidad.

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La histórica casa del Partido Nacional.

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Por Joaquín Silva
La situación que tiene en jaque a la coalición de gobierno -fenómeno que si bien no es nuevo nunca ha sido tan claro como ahora- puede asemejarse a las vicisitudes que atraviesan aquellas parejas que, con sus problemas, mantienen funcionando la relación hasta que un día, por un conflicto menor, la pelea se vuelve grande y la separación casi inminente.

Así es como describe el panorama oficialista uno de los principales dirigentes del Partido Colorado, colectivo que por estas horas no está dispuesto a dar su voto para aprobar la mentada reforma jubilatoria, sustituyendo así a Cabildo Abierto en el rol de crítico intransigente, y continuando el suspenso que pesa desde hace días sobre la suerte de un hito clave del gobierno de Luis Lacalle Pou.

El enojo de los colorados -que tiene una conducción “bicéfala”, con el expresidente Julio María Sanguinetti como secretario general y el senador Adrián Peña como coordinador del sector mayoritario, Ciudadanos- no es tanto con el desencuentro en sí producido en el marco de las negociaciones por la reforma previsional sino, justamente, por la “acumulación de situaciones” contenidas durante todo este tiempo y que ahora llevó a esta “explosión”. “Estuvimos tres años y medio bancando todo, aprobando los proyecto del gobierno y siendo leales al presidente”, resumió una fuente colorada consultada por El País.

Es una molestia que surgió a partir del logro político de Cabildo Abierto, que consiguió acordar -tras varios días de tenso diálogo entre Guido Manini Ríos y el presidente Lacalle Pou- dos puntos esenciales de esta iniciativa, cuando el Poder Ejecutivo había enviado señales más que claras acerca de la imposibilidad de acceder a esos planteos.

Para los colorados ello significó un “desplante grande”, ya que fue producto de un acuerdo entre dos, cuando la coalición de gobierno la integran cinco socios. Y han señalado que este escenario de conflicto -que en filas cabildantes, con ironía y algo de malicia, lo califican como “un ataque de celos”- podría haberse evitado si funcionara una “mesa de coordinación” que nunca terminó por instalarse del todo. “Estos problemas evidencian que esa mesa era necesaria”, fue lo que reclamó, en concreto, el exministro de Ambiente en entrevista con El País este domingo.

Ahora bien, esto no es algo que el oficialismo no haya intentado a lo largo de estos más de tres años de gobierno, aunque todos -por lo bajo- reconocen que eso nunca terminó de funcionar, en gran parte debido al estilo de conducción de Lacalle Pou, que siempre ha preferido los diálogos bilaterales luego rematados en encuentros colectivos, como cuando cita a los líderes de la coalición o sesiona el Consejo de Ministros. Es lo que el mandatario y quienes lo rodean resumen en la frase “pico a pico y redondilla”.

Pues en paralelo, sobre todo a influjo del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, se han coordinado reuniones en la Torre Ejecutiva, en las que llegaron a participar el Poder Ejecutivo e integrantes de las bancadas parlamentarias.

Fue un ámbito cuya creación se anunció formalmente a mediados de 2021, luego de un encuentro del oficialismo en la residencia presidencial de Suárez y Reyes. Por entonces, el 30 de julio de ese año, el senador Gustavo Penadés había declarado a la prensa que se había resuelto crear un espacio “ya solicitado en reiteradas oportunidades” por los socios del oficialismo, y que tendría por objeto “facilitar el trabajo, el intercambio de información y la coordinación parlamentaria y del Parlamento con el Poder Ejecutivo”.

Ese fue un ámbito que funcionó algunas veces pero no tuvo la continuidad esperada, en parte porque quienes acudían a las reuniones eran legisladores que asumían el rol de la coordinación parlamentaria pero no eran “cabezas políticas”.

Por eso ahora, aunque es cierto que el período de gobierno está llegando a su tramo final, comenzaron a surgir voces dentro del Partido Nacional que reconocen la necesidad manifestada por Peña. Es decir, que debería haber un espacio en el que se encuentren líderes y referentes y se eviten así cortocircuitos que puedan significar dolores de cabeza, pero que tampoco sea solo una convocatoria “de cúpulas”.

“Si ellos sienten que falta una mesa de coordinación es porque faltó”, dijo a El País, por ejemplo, el senador blanco Sergio Botana. “Así que si es así, hay que hacerlo, aunque no tiene por qué tener una periodicidad obligatoria”, remarcó.

No hay, como es frecuente entre los nacionalistas, unanimidad en este tema, porque también hay opiniones como la del senador Jorge Gandini, quien entiende que “los problemas de coordinación o entendimiento” del oficialismo se debieron, en todo caso, a “falta de diálogo”, pero no a la ausencia del reclamado espacio de articulación política. “Esto no es un tema de formas, que además se han usado todas y, sobre todo, la más importante, que es el Consejo de Ministros, que ha enviado los proyectos de ley más importante con la firma de los ministros de todos los partidos”, dijo el senador, para quien hay, además, “diferencias que son propias de los tiempos electorales que se acerca y la necesidad de remarcar los perfiles”.

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