AUTOCRÍTICA
Si bien el texto no menciona a ningún dirigente, cuestiona el manejo que Daniel Martínez hizo de la candidata a vice, Graciela Villar.
El Frente Amplio (FA) perdió en noviembre el gobierno nacional y, en setiembre, tres intendencias y varios municipios que tenía en su poder. Con el ciclo electoral culminado, una comisión integrada por 16 representantes de sectores políticos comenzó a procesar la autocrítica, con la mirada puesta en la recuperación del gobierno nacional en 2024. El primer mojón de ese análisis es un documento interno titulado “balance, evaluación crítica, autocrítica y perspectivas”, que presenta reflexiones sobre una campaña a la que califica como “perdedora”.
En las 11 páginas del texto, al que accedió El País, la comisión cuestiona el rol de la fuerza política, el vínculo con los gobiernos frenteamplistas y ciertas decisiones del candidato a presidente en 2019, Daniel Martínez, como la forma en que manejó la elección de la candidata a vicepresidenta, aunque evita mencionar nombres propios para no “personalizar” la derrota.
“Este es un documento disparador de la reflexión interna y por tanto no es un documento oficial del FA. No compromete la opinión de los integrantes de la comisión, ya que solo cumple el rol de ordenar la discusión”, aclara un cabezal del texto, que será insumo para el debate que den militantes y dirigentes en comités, coordinadoras y en el plenario de la fuerza política que se realizará el 17 de octubre.
“No se ganó en el 2004 como producto de la crisis, sino como resultado de una acumulación que se fue construyendo desde que se realizó la valoración de la derrota” de 1999, expresa el texto, que pone el énfasis en “la desacumulación política y social” que se fue dando. “No se mantuvo con los aliados ni se tejió con los nuevos actores una alianza para defender los logros alcanzados (…) Hay que reconocer que no fuimos capaces de crear conciencia social en un grado suficiente como para que la gente se apropiara de los logros alcanzados y tampoco supimos ayudar a crear conciencia de que esos logros estaban fuertemente vinculados a las políticas públicas que emergían de un proyecto de país diferente”, agrega el texto de la comisión, que fue coordinada por el secretario político del partido, Rafael Michelini.
Logros y agenda de derechos les llevaron a sentir “omnipotencia”
“Además de los triunfos electorales, los éxitos económicos, la agenda de derechos implementada como en ningún otro país latinoamericano, las mejoras en la calidad de vida, las prestaciones de salud en muchos casos a rango del primer mundo, fueron generando un nivel de omnipotencia en nuestra fuerza política, que nos hizo creer que solos todo lo podíamos. Teníamos las mayorías parlamentarias y entonces la discusión se volvió puertas adentro. Las alianzas políticas se descuidaron porque el FA era imparable, y las alianzas sociales no se alimentaron porque por momentos nosotros creíamos saber más de las reivindicaciones o problemas que tenían los actores sociales que ellos mismos. En definitiva, perdimos pie en nuestra base electoral, pero sobre todo nos alejamos de la base social que permitió el triunfo en 2004”, expresa más adelante.
“La acumulación política y social, que había llegado a su pico más alto en la elección de octubre de 2004, se fue paulatinamente luego de haber asumido el gobierno en marzo de 2005, sin que pudiéramos revertirla. O no vimos o no quisimos ver ese proceso, pero existió y hoy pagamos las consecuencias de ello”, sostiene la comisión.
Cambio de roles.
Luego, la comisión analiza cómo se dio el proceso de desacumulación política y social durante cada período de gobierno. En ese sentido, destaca que “un asunto central fue el progresivo cambio de roles entre los actores” y asume que “como fuerza política” tienen “responsabilidad directa”. Lo que más se cuestiona es la falta de “articulación política”. “Mientras que hasta 2004 ese rol fue cumplido por el FA, acumulamos. Durante el primer período (2005/2010)”, que se corresponde con la presidencia de Tabaré Vázquez, “esa articulación se trasladó al gobierno, quedando la fuerza política relegada en sus roles tradicionales. Ahí empezamos a desacumular”.
Hubo escasez de información del gobierno a la fuerza política”.
“En el segundo período (2010/2015)”, cuando presidió José Mujica, “el rol de articulación pareció descansar más en uno de nuestros principales aliados, el movimiento sindical, que fue quien articuló principalmente con el gobierno, quedando el FA en un tercer lugar. Y ahí como fuerza política volvimos a desacumular. Pero como se ganaban las elecciones, llegamos a pensar que esa situación era intrínseca al devenir político: la fuerza política se ocupaba de ganar elecciones y luego no ejercía una articulación ni adecuada ni suficiente con los otros actores de la sociedad”, plantea.
“En el tercer período (2015/2020)”, también presidido por Vázquez, “mal que nos pese, un conjunto de factores influyó para que esa articulación se transformara, por su ausencia o inestabilidad, en uno de los principales déficits políticos. Nadie ejerció esa articulación, y como fuerza política no reaccionamos a tiempo. Le pedíamos al pueblo uruguayo que defendiera las conquistas que se habían logrado todos estos años, pero la gente no respondió a ese llamado con la fuerza que necesitábamos. Sin duda no fue el único factor”.
“En ninguna circunstancia, seamos gobierno o no, el relacionamiento político del FA con los actores sociales es delegable”, sostiene la comisión, y agrega que ese es “un error” que cometió el FA “reiteradamente”. A propósito, advierte que “la acumulación política” es uno de los desafíos.
Las críticas a quienes condujeron al FA y a los gobiernos se sintetiza en el siguiente párrafo: “El funcionamiento orgánico del FA mostró signos de debilitamiento durante el período que estuvimos en el gobierno. En ocasiones hubo escasez o insuficiencia de información desde el gobierno a la fuerza política, ciertas ausencias de relacionamiento sistemático y en algunos casos falta de consideración del punto de vista de la fuerza política para la toma de decisiones. También ahí hubo omisiones”.
Agrega que “el burocratismo” afectó al partido y “llevó a que en muchos casos se priorizara el desempeño formal de la tarea de gobierno desentendiéndose de la labor política, lo que debilitó al FA como estructura y ámbito de discusión y debate”.
No se cuidaron alianzas sociales ni políticas: “El FA era imparable”.
Más adelante se plasma la alusión a Martínez y a la elección de Graciela Villar como compañera de fórmula. “Es evidente que una campaña electoral perdedora no puede calificarse de exitosa. Se deben identificar los errores para intentar no volver a repetirlos, pero evitando a toda costa caer en personalizaciones (...) Es necesario reconocer que además de la dificultad para admitir que arrancábamos en el punto más bajo de apoyo ciudadano en los últimos 15 años, los primeros pasos luego de dirimirse la interna -como el manejo público en la conformación de la formula, por nombrar uno- no fueron los más adecuados, y nos hicieron perder un tiempo valiosísimo tanto para crecer hacia octubre como para lograr la heroica remontada en noviembre, esa que casi estuvo a punto de ser hazaña, hecha a hombros de una militancia admirable que se jugó todo en el ‘voto a voto’”, expresa.
Mala escucha
La comisión critica el decreto de esencialidad de la educación, firmado por Tabaré Vázquez y María Julia Muñoz, por no “sopesar adecuadamente las consecuencias” y ser “ejemplo demostrativo del alejamiento con la sociedad en general y con los sectores sociales en particular”. La comisión agrega que no se trata de “quién tenía razón, sino de que eran decisiones políticamente inviables. A la sociedad se la escuchó mal en reiteradas oportunidades”. Eso llevó a que “el gobierno quedara aislado” y el FA “inmovilizado”.
La comisión que propone los lineamientos de la autocrítica pide “no olvidar el rol central de la ética” en la política. “En algunas circunstancias apreciados compañeros y compañeras no registraron que ejercer un cargo público es una responsabilidad de primer orden. Cuando algún frentista se apartó de ese camino, las más de las veces nuestra reacción fue defender al compañero a rajatabla o aceptar de plano, como buena, su versión. Aunque tuviera razón, no se sopesó políticamente que, de permanecer en la función que desempeñaba, erosionaba la visión que muchas personas podían hacerse de nuestra fuerza política. Sería muy importante que en el futuro, frente a circunstancias de ese tipo, exista una valoración política que permita contemplar tanto la honorabilidad del compañero o compañera como la visión que de sus valores éticos el FA proyecta en el conjunto de la sociedad. Esa valoración política debe poner al FA por encima de todo, teniendo en cuenta la ética a la hora de ejercer los cargos públicos que siempre hemos pregonado y que debemos seguir defendiendo”, sostiene la comisión.
Además, advierte que el partido se concentró “excesivamente en la gestión, siempre desafiante, pero faltó hacer más política en el territorio y con la gente”. En cuanto a los resultados electorales, considera que deben ser “un importante llamado de atención para la dedicación que el FA pone en el interior del país, especialmente más allá del área metropolitana”.
En cuanto a las perspectivas, plantea “incorporar a todos los actores históricos que hoy son claves, pero también a aquellos que la dinámica política, económica, social y cultural demuestre que es necesario y relevante incorporar a una alianza social más amplia que le dé soporte al proyecto político”. En ese sentido, propone que el FA se presente como “el partido de la igualdad ante toda la sociedad, como alternativa a los sectores conservadores y al partido de la impunidad” y “acompañar y encauzar la resistencia y las protestas -siempre en forma pacífica- del pueblo uruguayo contra el proyecto neoliberal y restaurador”. Por otra parte, reconoce un logro de la coalición multicolor en la campaña de Montevideo, en concreto “un trabajo de recorridas barriales bien diseñado”.