Domingo Tortorelli, el candidato más insólito de la democracia uruguaya, que decía ser "salvador de la patria"

Nunca pasó de lograr un puñado de votos, pero sus propuestas disparatadas se siguen recordando

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DOMINGO TORTORELLI
Tortorelli se autoproclamaba "salvador de la patria".
Foto Archivo El País.

Redacción El País
Entre la realidad y la leyenda, entre lo folclórico y lo risueño, Domingo Tortorelli fue el candidato más extravagante en la historia de la democracia uruguaya.

A partir de las elecciones de 1938 y en varias instancias más, Tortorelli se postuló a presidente, acompañado en la fórmula por su esposa, Anatolia Manrupe, por el partido La Concordancia (luego le añadió la palabra “Laborista”) y la lista 200. En alguna ocasión también fue por la Intendencia de Montevideo.,

Nacido en 1902, trabajaba una granja de su familia, pero gracias al buen pasar económico de su esposa pudo dedicarse a la política y publicar su propio medio de prensa, La Voz de Tortorelli.

Su programa de gobierno era disparatado: según la leyenda, quería colocar canillas gratuitas de leche en cada esquina, construir una carretera en bajada entre Rivera y Montevideo para ahorrar combustible, crear una red de cines municipales con entrada libre, techar las plazas, establecer una jornada laboral de 15 minutos y asegurar un empleo público para los mayores de 18 años, además de drásticas rebajas en los productos de primera necesidad y aumentos salariales para todos.

Los actos proselitistas los realizaba por lo general desde el balcón de su casa, en 18 de Julio y Juan Paullier. Allí colocó carteles en los que se proclamaba “Salvador de la patria” y “El hombre del pueblo”. Y solía concurrir numeroso público como si se tratara de un espectáculo, dispuesto a oírlo y a ovacionarlo ante cada disparate. Claro que también cosechaba muchas burlas. Entre 1938 y 1950, su período de “actuación”, nunca pasó de un puñado de votos.

Durante años, para criticar alguna propuesta de un candidato adversario era común señalarla como “digna de Tortorelli”.

La figura de Tortorelli inspiró, en buena medida, al personaje Pinchinatti, un risueño candidato interpretado por Ricardo Espalter en el programa Decalegrón en 1989. Se generó un inesperado boom e incluso llenó el Palacio Peñarol para un acto proselitista en broma. Sin embargo, los responsables de Decalegrón advirtieron que el fenómeno se les iba de las manos y ya mucha gente pensaba que Pinchinatti era real, por lo cual decidieron dar por finalizado el sketch.

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