Hace más de un año se anunció que Durazno tendrá el edificio de madera más alto de América del Sur. De siete pisos y con apartamentos de hasta tres dormitorios, sería un hito a nivel regional. Pero, pese a que se proyectó que la construcción iba a comenzar en setiembre de 2023 y terminar en octubre de este año, el plan no logra avanzar. La razón: aún no se cuenta con el visto bueno del Ministerio de Vivienda, que evalúa dar su aval para un método constructivo que sería nuevo en el país.
La cartera contrató a un asesor experto en madera y, además, tiene trabajando en el tema a especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que analizan la hoja de ruta para la construcción de vivienda social en madera en Uruguay. El último encuentro virtual entre los expertos y la cartera fue el lunes de la semana pasada, y continuarán los intercambios para ver cómo avanzar con un proyecto que tiene “características que lo hacen bastante ambicioso para nuestro país”, explicó a El País el director de Vivienda, Eduardo González.
Detrás de esta obra de ingeniería y arquitectura está la empresa de construcción y arquitectura uruguaya Enkel Group, especializada en el sistema mass timber (material de construcción compuesto por capas de madera de grado estructural), en asociación con Dovat Arquitectos. El grupo tiene a la empresa Arboreal que en 2021 adquirió Frutifor Lumber Company, un aserradero ubicado en Tacuarembó. El edificio, que tendría unas 24 unidades, implicaría una inversión total de US$ 3.200.000.
El Ministerio de Vivienda explica en su sitio web que la inversión implica un “valor similar al de los edificios que se construyen de forma tradicional”, pero llevaría menos tiempo de obra —de 10 a 15 meses—, esto justamente por la “modalidad constructiva” que se utiliza.
González hace hincapié en que, aunque el expediente tiene “observaciones” que la “empresa no ha levantado desde hace unos cuantos meses”, el ministerio avanza en el estudio del proyecto. Uno de los puntos que la cartera busca defender implica mantener los “estándares” —en caunto, por ejemplo, a la aislación térmica y humidica—, ya que no es lo mismo construir con madera que con bloque de hormigón o ladrillo.
Lo que quiere el ministerio, indicó González, es tener la certeza de que el “edificio es completamente viable y seguro para vivir”. Saber que da el “tiempo para evacuar si hay un incendio”, entender qué sucede “si viene una turbonada”, y cómo se da la “conjunción de sistemas” porque la “estructura es de madera maciza”, pero “parte de la fachada es de wood framing”.
La cartera también quiere conocer el funcionamiento de las cañerías, ya que “no es lo mismo una pérdida en un edificio de hormigón que en uno de madera”, añadió el director nacional de Vivienda.
Pero eso no es todo y marcó que en Uruguay hay termitas, algo que “en otros países no existe”, por lo que se debe “estar seguros de hacer lo necesario para que estas no afecten al edificio”.
La resolución se “ha dilatado un poco” porque “estamos hablando de un edificio en un material que nunca se hizo, dijo González. Y concluyó: “Tengo que estar convencido (...) Debo tener informes técnicos que me aseguren que el edificio va a ser seguro para los usuarios y qué no habrá imprevistos durante la construcción”.