EL DEBATE POR LAS CIANOBACTERIAS
Las cianobacterias llegaron para quedarse: los expertos y el gobierno admiten que revertir la situación llevará décadas.
El investigador Luis Aubriot estudia las cianobacterias desde hace más de dos décadas: es uno de los pocos científicos uruguayos que ha dedicado su vida a estas algas tóxicas y microscópicas. Empezó a indagar en el tema en 1994, mientras hacía un posgrado en Austria, y nunca más paró. Aubriot no recuerda un verano como el que pasó, en el cual la marea verde invadió la costa, desde las playas de Colonia hasta algunas de Rocha.
En una pausa en su trabajo en la Facultad de Ciencias, dice que es muy probable que la de 2019 haya sido la mayor floración de cianobacterias registrada en el Río de la Plata y en la costa atlántica uruguaya y que sorprende que, ya iniciado abril, se hayan detectado casos en playas de Montevideo y también de Canelones.
En cambio, desde la Intendencia de Montevideo (IMM), afirman que los datos preliminares muestran que la temporada con mayor cantidad de eventos de cianobacterias fue la de 2009-2010 y no esta. “Pero este verano se extendieron mucho en el tiempo: el evento empezó el 27 de enero y no paró, fue casi un solo episodio hasta ahora”, dice la encargada de la Unidad de Calidad del Agua de la IMM, Jimena Risso. Y admite que no es común que se “sigan reproduciendo” durante el otoño.
Las cianobacterias son tóxicas y se hacen visibles cuando alcanzan una alta densidad o se acumulan en aguas quietas. Este año se convirtieron en un dolor de cabeza para los veraneantes y en una fuerte preocupación para el gobierno. De hecho, el secretario nacional de Ambiente, Agua y Cambio Climático, Carlos Colacce, dice que este es el tema de mayor preocupación que tiene en estos momentos sobre el escritorio y que se trata del problema ambiental “más delicado del país”.
Las cianobacterias llegaron para quedarse y, lo que es peor, existe poca información y estudio sobre el tema. “Hoy prácticamente no se está investigando”, lamenta Aubriot.
Estas algas están presentes en forma intensa en los embalses del río Negro y del río Uruguay, y seguirán estando allí. “Eso va a continuar, no cambiaron las condiciones para que esas floraciones casi permanente se vean limitadas, colapsen o terminen”, avisa Aubriot. Que lleguen o no en los próximos veranos a las costas del Río de la Plata y el Océano Atlántico dependerá de las precipitaciones más o menos intensas.
¿Por qué?
Lo que pasó este verano “fue la tormenta perfecta”, dice Colacce. Hubo precipitaciones muy grandes en la cuenca del río Uruguay y también en la cuenca del Paraná, lo que provocó una fuerte descarga de agua dulce en el Río de la Plata. Así lo explica Aubriot: “Esas cianobacterias se originaron en los embalses, pero en el Río de la Plata continuaron creciendo porque llegan en muy buen estado y en plena etapa de crecimiento”.
Pero las primeras floraciones se detectaron en Uruguay a fines de la década de 1980 y los expertos coinciden en que es un fenómeno multicausal: incide el aporte de nutrientes (principalmente fósforo), las altas temperaturas, la disminución de la salinidad en el Río de la Plata y la dirección de los vientos.
Hay diferentes visiones sobre el efecto de la producción agrícola en este tema. Colacce, secretario de Ambiente, dice que el exceso de fertilizantes tiene una acción decisiva. Aubriot coincide en que la principal responsable es la actividad agrícola, que se ha intensificado en la última década, sobre todo en praderas mejoradas para lechería, cultivos de granos y frutales. El investigador menciona la aplicación de fertilizantes, pero también la siembra directa y la fertilización en superficie.
Lo que está en exceso en el suelo es más que nada fósforo, que termina en los cursos de agua. “Y el agua termina retenida en los embalses, lo que en verano con muy altas temperaturas genera las condiciones propicias para la floración”, afirma Aubriot.
Eso no tendrá cambios a futuro, “menos si las prácticas agrícolas continúan siendo como son”, opina el científico. En la misma línea, Risso afirma que “hasta que no se restrinja el aporte de nutrientes que van a los cursos de agua, el riesgo va a estar”.
Pero Fernando García Préchac, director de Recursos Naturales del Ministerio de Ganadería, dice que el 80% de los escurrimientos que llegan al Río de la Plata vienen por el río Paraná y apenas el 20% por el río Uruguay. En su visión, los productores uruguayos tienen poca responsabilidad.
La lechería “es la más problemática”, admite García, pero enseguida afirma que el problema de la contaminación por fósforo no es solo agropecuario. “La culpa es de los canarios que contaminan todo, el modelo de negocio agroexportador y no sé qué diablos más”, ironiza el director de Recursos Naturales. Y lamenta que el debate planteado “alimente la grieta entre el campo y la ciudad de una manera inllevable para la convivencia en la sociedad”.
A esperar.
¿Qué se está haciendo para cambiar el panorama? “Por ahora no se está haciendo nada”, dice Aubriot, de la Facultad de Ciencias. “A nivel de acción no se está actuando en el sitio, aunque las autoridades están generando planes”, aclara después.
Y esos planes -que a su juicio deberían ser de control de la fertilización, con zonas de amortiguación y disminución de aportes urbanos industriales- tendrán efecto a muy largo plazo, si es que los tienen, porque también hay efectos por acciones en los países vecinos.
Daniel Panario, grado cinco de la Facultad de Ciencias, dijo días atrás a radio Oriental que “la política del gobierno es seguir incrementando el número de embalses para riego” y entonces se incrementa la fuente de cianobacterias.
Desde la IMM, Risso dice que el fenómeno inédito del verano pasado fue el disparador para acelerar las acciones. Hoy hay un trabajo interinstitucional de las intendencias costeras, las facultades de Ciencias y de Ingeniería, Presidencia y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama).
Colacce asegura que se trabaja en el tema desde 2006 y menciona las medidas en la cuenca del río Santa Lucía, que considera exitosas. En esa línea, hoy se desarrolla un plan de acción para la mejora de la calidad del agua de la cuenca del Río Negro, mientras que la Intendencia de Montevideo y el gobierno trabajan en un plan de advertencia temprana.
Pero habrá que sentarse a esperar. “Si mañana somos los mejores alumnos de la clase y no tiramos un gramo más de nitrógeno y fósforo al río, actúa el fósforo y el nitrógeno que están en el sedimento del río y siguen los valores altos”, afirma Colacce, secretario nacional de Ambiente.
Aubriot también es pesimista sobre posibles transformaciones radicales a corto plazo.
-¿Vamos a ver cambios el verano que viene?
-No, esto es muy a largo plazo -responde el experto.
-¿Años o décadas?
-Décadas.
China, el Mar Báltico y las playas de Río de Janeiro
¿Hay ejemplos exitosos en el mundo de combate a las cianobacterias? “Cuando la contaminación es industrial y urbana, sí”, responde el investigador Luis Aubriot. Pero dice que en casos de gran escala y con influencia agropecuaria, como el uruguayo, no hay antecedentes. A nivel internacional lo más común son floraciones en lagos (el lago Erie en Estados Unidos y el Taihu en China, por ejemplo), pero también hay casos en el Mar Báltico y en playas de Río de Janeiro.
Las cianobacterias son tóxicas en más de la mitad de las ocasiones: pueden afectar al sistema digestivo, renal y nervioso, además de la piel y mucosas. Su toxicidad varía según las especies: algunas son tóxicas solo en ciertas ocasiones y otras casi siempre. “Por precaución se evita el contacto con todas las cianobacterias; solo se puede saber la toxicidad al analizarlas en un laboratorio”, dijo a El País Luis Aubriot, investigador y docente de la Facultad de Ciencias.
En Uruguay ha habido casos graves para la salud, aunque no mortales. Un caso conocido de intoxicación severa ocurrió en el verano de 2015: las algas tóxicas dañaron el hígado de una bebé de 20 meses, que debió ser trasplantada, según se comprobó en un estudio científico publicado en agosto de 2017 en la revista científica internacional Toxins. La investigación fue firmada por un grupo de académicos del Hospital Italiano de Buenos Aires, del área de Toxicología de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua de Barcelona, España.
La pequeña jugó con cianobacterias que estaban en la playa, según publicó La Diaria. Horas después, la niña y adultos de la familia tuvieron síntomas gastrointestinales que luego desaparecieron, salvo en el caso de la bebé, que ingresó al hospital con diarrea, vómitos y fatiga. Cinco días después presentó una falla aguda en el hígado y fue trasladada al Hospital Italiano de Buenos Aires. Veinte días más tarde se le realizó un trasplante de hígado.