El candidato oficialista Álvaro Delgado tenía dos adversarios en el debate de este domingo: por un lado, el frenteamplista Yamandú Orsi; por otro, la rigidez del formato acordado para el intercambio, que —como era previsible— fue menos un debate que una serie de exposiciones intercaladas e independientes.

Delgado, que ya había dicho en los días previos que hubiera preferido reglas de juego que dieran más espacio y libertad para el intercambio, intentó en varios momentos llevar a Orsi a una confrontación más directa que lo sacara del libreto. Los resultados fueron dispares.

La estrategia discursiva del candidato nacionalista —de los dos contendientes, el que más pasó al ataque— no se movió de las cuatro grandes líneas que han caracterizado sus mensajes a lo largo de toda la campaña: primero, la crítica al país que dejó el Frente Amplio en 2020; segundo, la reivindicación de los resultados del gobierno de coalición “a pesar de las crisis”; tercero, las críticas a la oposición —ya sea su actitud en este período o sus propuestas programáticas—; cuarto, la promoción de una agenda que continúe y profundice el rumbo de esta gestión.

Pero entre la reivindicación de lo propio y las críticas a lo ajeno, fueron las alusiones al Frente Amplio —desde sus gestiones pasadas hasta sus propuestas para el futuro— las que tuvieron más protagonismo en el discurso de Delgado.

Algunas de sus alusiones o preguntas fueron contestadas por el frenteamplista, mientras que otras quedaron en el aire.

En línea con el debate entre Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez hace cinco años, Delgado hizo énfasis por ejemplo en la posibilidad de un aumento de impuestos en un gobierno del Frente Amplio, y llevó a Orsi a decir en dos oportunidades que no los subirá (algo que contrasta con lo que sugieren sus bases programáticas y las advertencias de su eventual ministro de Economía, Gabriel Oddone, quien dijo que si bien no están previstos cambios significativos, prometer algo así es “irresponsable”).

Rodrigo Viera Amaral/Rodrigo Viera Amaral, APU

Delgado también le preguntó a Orsi qué va a hacer con los artículos de la LUC que fueron llevados a referéndum en 2022, particularmente los de seguridad y gobernanza de la educación. El frenteamplista contestó que “lo que el soberano resuelve, se cumple”.

El candidato oficialista cuestionó la impronta “sesentista” de algunos pasajes de las bases programáticas del Frente, volvió a insistir sobre los pedidos de “cuarentena obligatoria” durante la pandemia, planteó que en seguridad el Frente Amplio propone el mismo equipo que “fracasó” anteriormente, criticó el uso de las tarifas en los gobiernos de izquierda como mecanismo para para financiar aventuras que salieron mucha plata”.

Desde el punto de vista estratégico, ¿puede que la insistencia de Delgado en mostrar una cara negativa del Frente Amplio apunte a recordarle al electorado multicolor aquella prédica borgeana de “no nos une el amor sino el espanto”? Parece una interpretación posible, teniendo en cuenta que los “indecisos” son, en una mayor proporción, votantes del oficialismo.

Lo cierto es que en muchos momentos —ayudado también por el formato— Orsi logró hacer oídos sordos a los cuestionamientos del nacionalista y seguir su propia línea discursiva.

Foto: Rodrigo Viera Amaral/Rodrigo Viera Amaral, APU

Por su parte, en los aspectos más teatrales, el candidato de la coalición fue menos exitoso en el uso de gráficas impresas —no se leían bien— y empezó mirando a los moderadores y no a cámara en el primer bloque, algo que corrigió en los siguientes.

Delgado, en definitiva, intentó mostrarse como la continuación natural del actual gobierno liderado por Luis Lacalle Pou (hasta repitió el color de la corbata que usó el hoy presidente en su debate con Martínez cinco años atrás, y también utilizó su frase de “me quiero hacer cargo”), y un político con “experiencia” para dirigir los destinos del Uruguay. “Estoy preparado, estoy probado, y humildemente estoy pronto para ser capitán del barco”, dijo en sus palabras finales.