En el interior del país todavía ocurre que las señoras mayores se visten elegantes y salen de cartera temprano en la mañana parair a votar. Las personas de mediana edad muchas veces viajan desde Montevideo u otros departamentos a sus lugares de origen a votar. Es frecuente que no hayan querido trasladar la credencial para así tener una excusa muy válida para ir al lugar donde se criaron.
En la fila mientras esperan para votar, coinciden con coetáneos que los saludan y a los que no siempre reconocen tras muchos años sin verlos. El regreso para votar es también excusa para el reencuentro de antiguos compañeros de estudio con los que se conversa, tratando de evitar muchas veces profundizar en la discusión de temas políticos.
De todas formas, en general el ambiente es pacífico y la gente circula lentamente en auto saludándose casi que a los gritos mate en mano. Sí es cierto que ya no es fácil ver, como otrora, a quienes iban a votar con “ponchos patria” o golillas coloradas o con una bandera frenteamplista colgada. No hay una “grieta” muy marcada pero se procede con cuidado por las dudas.
Y cada ciclo electoral reciente confirma cada vez más claramente una tendencia definida. En muchos departamentos con intendencias invariablemente blancas desde 1990, el Frente Amplio gana la primera vuelta de las elecciones nacionales aunque luego pierde las municipales. Acaba de pasar esto en Soriano, Colonia y San José.