LARGA HISTORIA
Desde el corte del puente por parte del gobierno kirchnerista en 2006, al ingreso de Venezuela en 2012.
La última cumbre del Mercosur fue una “cancha” de fútbol para el presidente Luis Lacalle Pou, que -Copa del Mundo mediante- buscó varios paralelismos con el principal deporte del planeta para debatir con los presidentes del bloque -sobre todo con Alberto Fernández- y defender la apertura comercial tan deseada por Uruguay pese a las conocidas resistencias de sus socios.
El argentino le siguió de inmediato la corriente, y la sala del Edificio Mercosur en la que estaban reunidos bajo el cobijo de un fuerte aire acondicionado -a la manera de los estadios en Qatar- se convirtió prácticamente en un campo verde con rayas blancas.
El debate tuvo entonces constantes alusiones futbolísticas -Fernández le recriminó a Lacalle Pou que las “reglas se respetan”, como se hace en el fútbol cuando un defensa agarra “la pelota con la mano dentro del área” y debe cobrarse penal- pero hubo una cuyo desarrollo quedó trunco por el marco limitado para el debate que el propio presidente uruguayo lamentó. Fue cuando Lacalle Pou, que como presidente del bloque debía actuar como moderador y cederle la palabra al vicepresidente brasileño, pidió medio en broma y medio en serio ver el Var “de quién ha cumplido y quién no las reglas del Mercosur”.
Por supuesto, no había tal Var -ese nuevo actor del fútbol mundial que en esencia es un equipo de árbitros asistentes que intervienen en el análisis de jugadas polémicas para cambiar la decisión del referí, con fuerte apoyo de la tecnología-, de modo que en lugar de una instancia para revisar las imágenes del monitor solo quedaron algunas sonrisas y el eco del mensaje uruguayo: que el país más pequeño del bloque seguirá su camino de buscar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur porque es necesario para su economía, y porque si es cierto que la regla de oro de la alianza regional es el consenso, no es menos cierto que esa regla, como tantas otras, no suele cumplirse.
Ahora bien, ¿qué habría mostrado el Var pedido por el mandatario oriental?
Desde que los socios habían adelantado en un comunicado previo que se reservaban su derecho a tomar “eventuales medidas” contra Uruguay, en lo primero que se pensó en la Cancillería fue en que nada se dijo -como es costumbre- en contra de otras resoluciones tomadas en forma unilateral, siendo la más reciente la decisión de Brasil de bajar dos veces en los últimos meses el arancel externo común.
Esto motivó un específico intercambio durante la cumbre (ver aparte) porque para Uruguay constituyó un ejemplo paradigmático de que la regla del bloque por excelencia es que las normas son más flexibles de lo que quiere reconocerse.
“Nosotros estamos habilitados para hacer lo que estamos haciendo”, resumió a El País una fuente de Cancillería. Porque lo que entiende el gobierno -y esto es algo que el canciller Francisco Bustillo dejó en claro al arranque de la cumbre- es que el Mercosur no es otra cosa que una zona de libre comercio imperfecta, con restricciones no arancelarias de todo tipo, que ni siquiera logra el cometido de ser una unión aduanera, “pues básicamente unos aplican la rebaja del 10% y otros no”.
Pero hay muchos más casos de incumplimiento a la normativa, al punto de que para algunos especialistas en la materia, como Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales también de la Universidad Católica del Uruguay, la violación del bloque a sus propias reglas es algo sistemático desde 1997 hasta la fecha.
“El listado es infinito”, dijo a El País el académico, que escribió un libro al respecto (Mercosur, su desarrollo normativo frente a las tendencias mundiales) en el que repasa algunos de los episodios más importantes.
Uno de ellos fue el recordado corte del puente internacional que une Fray Bentos (Río Negro) con Gualeguaychú en 2006 por parte de ambientalistas argentinos en contra de la instalación de la planta de celulosa sobre el Río Uruguay. El gobierno del por entonces presidente Tabaré Vázquez recurrió al Sistema de Solución de Controversias para exigir a Argentina que respetara la obligación de mantener las condiciones para la libre circulación, como estaba establecido en el Tratado de Asunción. El veredicto del tribunal fue favorable a Uruguay, pero el Estado argentino nunca lo cumplió.
Luego se generó la recordada “herida de muerte” del bloque, al decir de Bartesaghi: el ingreso de Venezuela al Mercosur en momentos en que Paraguay se encontraba suspendido porque se aplicó el Protocolo de Ushuaia a mediados de 2012. Con uno de sus cuatro socios fuera de concurso, el Mercosur aprobó entonces el ingreso del país caribeño. “Fue una violación flagrante” a la normativa, sostuvo el especialista, que de todos modos insiste con que es casi un sinsentido analizar episodio a episodio pues ocurren en simultáneo y por doquier.
“Se viola el Mercosur cuando Brasil y Argentina toman decisiones unilaterales en política comercial, cuando Argentina aplica las licencias no automáticas o lo hace Uruguay con su tasa consular”, sostuvo el docente de la UCU.
Entre tantos, hay otro tema clave que el propio Lacalle Pou subrayó durante la cumbre para dar cuenta de que el Mercosur no logra ni los más básicos objetivos. “Tenemos que trabajar en que los individuos se puedan trasladar más fácilmente dentro del Mercosur” -declaró el presidente- para evitar así “esas enormes colas” que hay sobre todo “en el litoral con Argentina”.
Las referencias en la cumbre a las dos rebajas arancelarias
Para Uruguay no hay ninguna duda de que las veces en que Brasil bajó el arancel externo común del Mercosur lo hizo en forma unilateral. Fue sobre todo por esto que el presidente Luis Lacalle Pou pidió el Var y fue por eso que, sobre el final de la cumbre, el uruguayo siguió en su obstinada línea metafórica futbolística para decir -o, mejor, insistir-: “Obvio que la verdad es una y hubo una baja de aranceles unilateral; la dejamos por acá, pelota al medio, pero fue así y ta”.
Fue su respuesta al presidente argentino Alberto Fernández, quien no aceptó que en ese caso hablara de decisión unilateral, porque fueron a su criterio dos resoluciones “tomadas de emergencia” y para lo cual Brasil había “consultado a todos. “Se demoró, y cuando estuvimos de acuerdo, se aplicó”, afirmó.
El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, que tuvo un rol casi de mediador en la tensión desatada entre los mandatarios del Río de la Plata, apoyo aquí a Lacalle Pou. Definió la rebaja arancelaria brasileña como una decisión “unilateral”. “Hay que decirlo porque fue así : hubo una reducción de aranceles comunes y después la aplicamos todos. Pero primero se dio de manera unilateral y son los temas que hay que hablar con claridad”, sostuvo Abdo.
Sobre el inicio del encuentro, Lacalle Pou había hecho referencia al asunto pero desde un ángulo que favorecía a la posición uruguaya. “En los últimos meses existieron dos bajas del arancel externo común y no fueron por consenso. ¿Por qué? Porque a determinado país del bloque le servía y está bien. No podemos ser obstáculo para que los países progresen”, dijo el uruguayo, que aprovechó así para reiterar la necesidad de introducir flexibilizaciones al Mercosur de tal manera que la alianza se sincere y no obste contra la intención de Uruguay de abrirse al mundo.
Fernández, sobre el final, se comprometió a analizar la normativa durante su presidencia pro témpore.
Un bloque de 31 años con problemas de base
Tanto en el análisis de los expertos en política exterior, como en el de los jerarcas uruguayos, estuvieron presentes las más de tres décadas que alcanzó el bloque sin poder solucionar los graves problemas de funcionamiento que reconocen sus protagonistas. En ese sentido, el presidente argentino Alberto Fernández, que tiene ahora la presidencia pro témpore del bloque, se comprometió a analizar la normativa y subsanar algunas de las “asimetrías” que hay entre Brasil y Argentina, con respecto a Uruguay y Paraguay.