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En días en que la agenda de la política nacional suele bajar sus decibeles -o llevarlos a las playas de Maldonado y Rocha- la última opinión de Pedro Bordaberry fue como un vendaval en la coalición de gobierno, porque para algunos comenzó a despejar una de las incógnitas más instaladas en el oficialismo -aunque al mismo tiempo hay quienes también creen que solo la profundizó.
Desde hace tiempo que todo lo que opina y hace el ex senador colorado es observado con especial atención desde dos ámbitos: en Presidencia de la República -que hasta hace pocos días tenía en Bordaberry a un líder de opinión leal, generalmente a la defensiva de todo cuestionamiento a Luis Lacalle Pou- y en el propio Partido Colorado, achacado por una crisis de liderazgo desde la abrupta salida de la política del excanciller Ernesto Talvi a mediados de 2020, y hoy sin un candidato claro que asuma el desafío de levantar la popularidad de la colectividad para 2024.
La pregunta formulada desde entonces, sin respuesta, es si el dos veces candidato a la presidencia -se postuló en 2009 y 2014- buscará o no aprovechar el vacío que quedó en filas coloradas, porque en ese caso las consecuencias políticas no serían despreciables: generaría una reconfiguración relevante en la interna partidaria -hoy dividida entre el actual sector mayoritario, Ciudadanos, y las agrupaciones que forman Batllistas-, y la coalición de gobierno ganaría un dirigente significativo -que fue, por ejemplo, quien logró la mejor performance de los colorados desde 2004 a la fecha, con el 17% de adhesiones en las presidenciales de 2009.
La definición política de Bordaberry sigue sin llegar, pero son varios los dirigentes del oficialismo -desde senadores a integrantes del Ejecutivo- que entienden que con la opinión publicada en El País en su columna de este domingo marcó una primera señal clara de su voluntad de regresar.
“Eso no lo hace quien no esté pensando en volver”, es un razonamiento que hoy esbozan en la coalición, sobre todo los nacionalistas.
Bordaberry fue duro y directo con el canciller Francisco Bustillo, a quien acusó de cargar con gran parte de la responsabilidad política por haber sido entregado en noviembre de 2021 un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset, mientras estaba detenido en Emiratos Árabes Unidos.
Su tesis es que si la subsecretaria Carolina Ache -que renunció al cargo días atrás por haber perdido el respaldo de la bancada de Ciudadanos- estaba al tanto de la peligrosidad del delincuente cuando se tramitaba su documento, también lo estaba el ministro Bustillo. “¿Quién fue el responsable y permanece en su cargo como si nada?”, se preguntó sobre el final de su análisis, sugestivo.
Había un antecedente reciente de esta postura. En respuesta al tuit de un usuario -que había cuestionado al exsenador su defensa cerrada a Carolina Ache-, el 30 de diciembre pasado, Bordaberry había escrito: “Solo señalo que el que dijo que nadie (incluido él) sabía (y sabía) sigue ahí; ella hizo lo correcto ante el error: renunció”.
Es un posicionamiento que en el Partido Nacional, también, hay quienes decodifican como un modo de “marcar perfil” sobre Julio María Sanguinetti, ya que muestra una “mirada distinta” a la que generalmente expresa el expresidente, que en entrevista con El País también este domingo defendió la actuación del gobierno tanto en el caso Marset como en el caso de Alejandro Astesiano -el excustodia presidencial imputado con prisión.
“Y está marcando perfil con el gobierno”, señaló otro legislador oficialista. Porque otra cosa que no escapa a nadie es que esta versión de Bordaberry -que algunos colorados creen que está motivada por algún “encono personal” con el canciller- dista mucho de la mantenida meses atrás, cuando criticaba por igual a Cabildo Abierto o a Ciudadanos por desmarcarse del gobierno con cuestionamientos o planteos propias.
En filas coloradas, mientras tanto, hay dirigentes que se muestran escépticos y que incluso afirman que, en realidad, con este giro en su línea discursiva, Bordaberry estaría “cerrando la puerta” a volver como candidato del oficialismo, “porque no tiene sentido que lo haga criticando al gobierno” en la medida en que su electorado estructural está lejos de ser crítico con Lacalle Pou, señalaron a El País fuentes partidarias.
También, como informó La Diaria ayer lunes, en Ciudadanos está extendido el rechazo a algunas apreciaciones de Bordaberry sobre el caso Marset, porque entienden que en su acérrima defensa de Ache dejó expuesto a otros jerarcas del gobierno -como el subsecretario del Interior, Guillermo Maciel, de pasado colorado y quien le transmitió a la entonces vicecanciller detalles sobre Marset.
Pero señalan, sobre todo, que Bordaberry no se refirió al argumento central por el cual esta bancada colorada le quitó el respaldo a la exsubsecretaria de Relaciones Exteriores: “El problema es que Ache, en la interpelación en el Senado, dijo que no conocía detalles de Marset, y sobre ese tema no dijo nada”, reclamó un legislador de este sector.
En suma, las aguas quedaron movidas dentro y fuera del Partido Colorado, cuyos dirigentes tienen entre manos una nueva encuesta sobre su interna, que marca, una vez más, que las preferencias de sus votantes se inclinan por el exlíder del sector Vamos Uruguay.
Consultado el eventual regreso al ruedo político, Sangunetti dijo a El País este domingo que el peso de Bordaberry es “incuestionable” y que si quien renunció a su banca en el Senado en 2017 decide retomar la política, no tendría dudas “de que sería muy importante” para el Partido Colorado.