Redacción El País
Ayer la Plaza Artigas en Sauce, Canelones, era un hervidero de gente desde temprano. Escolares de primer año, luciendo sus moñas, y liceales del primer grado formaban una “u” en torno al estrado. Algunos portaban el pabellón nacional, otros la banderas de Artigas o de los Treinta y Tres Orientales, mientras padres, madres y abuelos se acercaban a los codazos -sin dejar de pedir permiso- para sacarles una foto mientras entonaban el Himno Nacional.
Desde 1940 a la fecha, cientos de miles de niños uruguayos han prometido la bandera. Otros tantos adolescentes la han jurado. Como todos los 19 de junio -cuando se cumple el natalicio del máximo prócer de la patria, José Gervasio Artigas- cientos de escolares y liceales dieron ayer este paso en Sauce.
Sin embargo, de todas las celebraciones a lo largo y ancho de Uruguay, el tradicional festejo en la ciudad canaria no era uno más.
Hasta allí se acercarían las máximas autoridades nacionales y departamentales para presenciar el acto, que culminaría con un desfile de instituciones educativas, sociales, militares, policiales y de caballería gaucha por la principal avenida, que también lleva el nombre de Artigas.
De fondo, de forma incesante y durante horas sonaron los reclamos de una treintena de personas que criticaban la calidad del agua de OSE en la zona metropolitana y la gestión de este recurso en general por parte del gobierno.
Antes del mediodía, un hombre ya cargaba con unos veinte bidones plásticos y los golpeaba con fuerza, casi con rabia. En la otra mano llevaba un cartel donde aseguraba -a raíz de la crisis por el déficit hídrico y la alta salinidad del agua en parte del país- que “no era sequía, era saqueo” y cuestionaba “la entrega al capital” del agua potable.
“¡Los Estados entregan el agua, los pueblos la defienden!”, rezaba una pancarta escrita en mayúsculas. Luego se sumarían más carteles y cánticos, que -por más que no fuera la tónica general de los presentes en el evento- se imponían en Sauce.
Encuentro entre el presidente y el intendente canario
El presidente Luis Lacalle Pou se bajó del asiento de acompañante de la camioneta Toyota a las 13:11 horas, sobre la avenida Artigas. Se acomodó el saco del traje y salió al encuentro de niños, mujeres y hombres que lo esperaban para sacarse una foto.
A la misma hora llegó caminando por la calle Carmelo René González el intendente frenteamplista de Canelones, Yamandú Orsi, quien competirá en la interna frentista con el objetivo de suceder al primer mandatario.
Entonces, en esa esquina, se formaron dos aglomeraciones: una en torno al presidente y otra alrededor del jefe comunal.
“Este niño te está esperando hace horas”, le dijo a Lacalle Pou una señora, acompañada por un escolar de nueve años, y descubrió ante el presidente su antebrazo. En él tenía tatuada la firma de Lacalle Pou, una promesa de campaña, según dijo: “¿Te acordás?”.
“¡Qué suerte que te encontré, Luis!”, exclamó una mujer antes de posar. Después de otra foto junto al presidente, un niño a caballito de su padre le dijo: “Le quiero mostrar a mamá”.
En tanto, Orsi también recibió apretones de manos, besos y pedidos de coterráneos. Al punto que un señor que formaba parte del círculo que se acercó a saludarlo bromeó: “El mangazo viene grande, Yamandú”, y le pidió un número telefónico para contactarlo.
“¿Me puedo sacar una foto con vos?”, le preguntó un niño de aproximadamente 10 años y su madre, por las dudas, disparó seis veces el botón de su teléfono.
Lacalle Pou tardó media hora en transitar la muchedumbre hasta el escenario donde colocarían la ofrenda floral por el natalicio de Artigas, con decenas de pedidos de fotos y rodeado de camarógrafos y fotógrafos.
En todo momento lo acompañó Álvaro Delgado, secretario de la Presidencia, que dentro de un año también podría estar corriendo la carrera electoral.
Y también lo acompañaron los gritos de los manifestantes, mientras que alguien le espetó: “Presidente, ese pelito no se lava con agua de OSE”. De fondo, para sumar aún más al barullo en Sauce, las trompetas, tubas y redoblantes de la banda militar que ambientaba el acto.
Allí había otras autoridades nacionales, como la vicepresidenta Beatriz Argimón, o los ministros Javier García, Raúl Lozano y Pablo da Silveira. También se encontraban legisladores canarios, como Sebastián Andújar, Alfonso Lereté, Sebastián Sabini, José Carlos Mahía, Agustín Mazzini y Álvaro Perrone.
La ofrenda floral fue entregada por el presidente y la vicepresidenta de la República, el intendente de Canelones; el alcalde de Sauce, Rubens Ottonello, y un representante de la Comisión Patriótica de la Ciudad Canaria. Luego hablaron Orsi, del gobierno departamental; el ministro de Vivienda, Lozano, en nombre del gobierno; Ottonello, del tercer nivel de gobierno; y el mismo representante de la Comisión Patriótica. (Ver recuadro).
Ya en el palco, Lacalle y Orsi se sentaron al lado para ver el desfile institucional. El intendente de Canelones le hizo un chiste al presidente sobre su reciente visita al partido de Boston River junto a su hijo, haciendo partícipe al ministro de Defensa.
Mientras circulaban, muchos escolares le chocaron la mano a Lacalle, otros a Orsi. Una madre, quizás una visionaria, pidió fotografiar a su hija con ambos dirigentes a la vez.
Lozano y Orsi, dos visiones del prócer
El ideario artiguista, a veces, puede ser un signo vacío que cada uno le da sentido según su leal saber y entender. ¿Qué es, en definitiva, ser artiguista ya entrado el siglo XXI?
Orsi, profesor de Historia, repasó en un discurso de poco más de cinco minutos lo que el artiguismo ha supuesto para Uruguay. Y lo trajo al presente, cuando este 27 de junio se cumplirán 50 años del Golpe de Estado y -aunque no lo dijo- días después de que el presidente Lacalle Pou se ausentara del acto de reparación del Estado en el Palacio Legislativo por tres crímenes y dos desapariciones durante la dictadura (1973-1985).
“Hoy podemos decir que hace 50 años se llevó adelante la mayor traición al artiguismo que se haya podido realizar, cuando Artigas decía que ‘el despotismo militar será precisamente aniquilado’, o que ‘la libertad y la República eran elementos fundamentales’. Por lo tanto, en honor a esa memoria, en honor a la historia y en honor a la verdad, hoy podemos decir que aprendemos mucho, que aplicamos la historia y que nos hace mirar al futuro con alegría pero también con mucha responsabilidad”, señaló el intendente canario.
“Se manchó con sangre el artiguismo”, ratificó minutos después en rueda de prensa, luego de haber dicho que “a partir del pueblo, que tiene memoria” la verdad aflora y “se lleva puesta la falta de respeto”.
El ministro Lozano, que pertenece a Cabildo Abierto -cu-yo único sublema es el Movimiento Social Artiguista- se tomó el doble de tiempo para reivindicar el ideario artiguista, aunque no mencionó al período dictatorial.
“Cada 19 de junio el pueblo unido recomienza un nuevo éxodo hacia el Sauce, un pueblo despojado de cada diferencia conceptual, entiende que la llama que lo une sobre cualquier diferencia ardió, arde y arderá bajo la eterna mirada del caudillo”, dijo el secretario de Estado.
Lozano se propuso “contarle a los niños y jóvenes, que son el futuro, el significado de homenajear al prócer, al caudillo, al padre de la patria”. Recordó que “con su perseverancia, liderazgo y carácter lideró el primer proceso de transformación que conduciría al pueblo oriental hacia su independencia”. El ministro hizo un repaso de la vida del prócer, desde su crianza en Sauce y su entrada al cuerpo de Blandengues, “siguiendo la tradición familiar”, de forma que “comenzó a ganarse el respeto de los pueblos indígenas por su valor, honor y honestidad de proceder”. “El ideario artiguista no ha perdido vigencia en la actualidad”, agregó, y aseguró que el gobierno vela por sus principios.
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