Entrevista a Richard Read: "Tenemos un presidente que está despegado de la coalición que lidera"

El histórico dirigente sindical de la bebida declaró que no acompaña la “afinidad ideológica” con el chavismo de algunos frenteamplistas, y se posicionó en contra del plebiscito del Pit-Cnt sobre seguridad social.

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El histórico dirigente sindical de la bebida Richard Read
El histórico dirigente sindical de la bebida Richard Read.
Foto: Francisco Flores

El espacio que Richard Read lanzaría este año está en modo pausa. En entrevista con El País, el histórico dirigente sindical de la bebida explicó por qué y qué ideas tiene de cara a 2024. También aseguró que Luis Lacalle Pou y Yamandú Orsi son “líderes de futuro” y elogió a Pedro Bordaberry y a Ernesto Talvi. Sin embargo, cuestionó el “peronismo de derecha” de Cabildo Abierto y Juan Sartori, que “prometía bajar una estrella con la mano”. Declaró que no acompaña la “afinidad ideológica” con el chavismo de algunos frenteamplistas. Además, se posicionó en contra del plebiscito que impulsa el Pit-Cnt sobre seguridad social y planteó una serie de ideas para modernizar los Consejos de Salarios.

-El año pasado anunció que abriría su propio espacio. Iba a lanzarlo en mayo. ¿En qué está?

-Estoy en pausa. Arranqué con entusiasmo un proyecto político con un grupo de gente con el que me siento identificado en muchas cosas. Por distintos motivos, el entorno fue haciendo otras opciones y hoy estamos en pausa. Quizás en setiembre u octubre sepamos si lo congelamos de por vida o le damos una nueva iniciativa.

-Le ofrecieron ser legislador y dijo que no. Ahora, con este espacio, ¿en qué rol se ve?

-Hablando, tratando de convencer. Cuando me encuentro con Pablo Mieres, a quien le tengo mucho respeto y cariño, le digo: “Che, Pablo…”. Puedo hablar con el presidente de la República, con Pedro Bordaberry, con compañeros del FA. Que se me dé bola es otro tema, pero por lo menos se me escucha. Voy a tratar de convencerlos de que en el Ministerio de Trabajo tiene que haber un cambio, abrir las ventanas, que sea atractivo, una farola que ilumine las relaciones laborales.

-¿Se ve como ministro de Trabajo, liderando ese proceso en el Consejo de Salarios?

-No, no me veo. Me veo como un opinólogo. Lo mío es producto de 42 años de vida sindical. Siempre fui un buen burro, pero aprendí a escuchar.

-¿Qué piensa del sistema político actual?

-Me preocupa mucho. Tuve el privilegio de escuchar a grandes políticos uruguayos de todos los partidos, tipos inteligentes, estratégicos. La sociedad fue cambiando y, hoy, los referentes políticos que convocaban no están o quedan muy pocos. Por lo tanto, hay que fortalecer la política. Porque la democracia se sostiene con partidos fuertes y creíbles. Yo no quiero en Uruguay un Milei, la locura con patas. Esa es la antipolítica, el desastre, el caos.

-¿Uruguay va en el mismo camino?

-El mundo va. Si la clase política no hace un viraje, no mejora el debate y -en vez de discutir diferencias, ideología y argumentos- sigue el camino del agravio y del descalificativo… Hay algunos personajes en el Parlamento que contribuyen a que la gente deje de creer en la política.

-¿Quiénes?

-La senadora Bianchi, por ejemplo. No cuestiono lo que piensa, que tiene total legitimidad de pensarlo, pero creo que aleja la forma. No creo que sea una improvisada.

-¿Comparte el plebiscito que impulsa el Pit-Cnt?

-No estoy de acuerdo. Creo que hay que exigirle a los partidos políticos que lo pongan en su plataforma electoral, que digan que la primera medida que tomarán va a ser revisar la ley jubilatoria. Lo otro puede ser un fracaso, una frustración. Ya venimos de uno: (el referéndum contra) la LUC, quedó como en un manto de olvido.

-¿Cómo valora a Lacalle Pou como presidente?

-Creo que tenemos un presidente despegado de su coalición, que realmente es complicada, que se vive mordiendo. Para mí es como el paseador de mascotas, con todo respeto: le metieron gatos junto con perros, hay un lío bárbaro ahí adentro, y el hombre sigue manejando esa jauría. Ha generado un prestigio personal. Podremos estar de acuerdo o no con los dichos, con los hechos, pero pasó la pandemia, el caso Astesiano, la sequía con una coalición armada entre gallos y medias noches. Por lo tanto, sin duda que este período político creó, con sus luces y sus sombras, un líder de futuro. ¡Y es difícil crear líderes de futuro! Yo creo que Orsi es otro de los líderes del futuro.

-¿Qué opina de la gestión de gobierno?

-Hay muchas cosas que no las comparto, pero no dejo de reconocer que el tipo ordenó y mantuvo el sistema democrático. Y la oposición le pasa facturas por cosas que dijo y no hizo, pero eso es parte del mentidero político uruguayo. Todos tuvieron promesas incumplidas: por lo tanto, nadie mea agua bendita. Santos, en política, no existen.

-¿Qué lugar ocupa Cabildo Abierto dentro de esa “manada”?

-Fue parte de un fenómeno de 2019. Ese año, un hombre prometió 100.000 puestos de trabajo. ¡Votaron a Sartori sin saber quién era! Distintos son los votos de Ernesto Talvi, que recorrió el país, laburó, era conocido y le podría haber dado mucho a la política. Tenés los votos de Cabildo, con el discurso de “se acabó el recreo”, que me da la sensación de que en Uruguay sería un peronismo de derecha. En esa manada, creo que cuando termine el período se van a mirar las patas y van a estar todos mordisqueados.

-¿Y en la “manada” del FA?

-Si dentro de la coalición de izquierda dijeras: “Hablemos sobre Nicaragua”, seguramente habrá mordiscones. Hay gente como yo, que va a decir que es una dictadura, y otros van a dudar un poco. Es parte de la pluralidad que existe en las coaliciones.

-Sin Lacalle, ¿quién puede ser el mejor líder de la coalición?

-Álvaro Delgado. En 2020, cuando apareció algo horrible como la pandemia, apareció una fuerza en esa coalición. Yo me vi protegido. Y viendo la región, mucho más protegido. Delgado supo, en un momento donde las papas quemaban, estar ahí. Y dio seguridad a la gente. Puede haber matices, pero yo creo que ahí se está gestando otro liderazgo.

-¿Qué cualidades le encuentra a Orsi para que sea un líder de futuro?

-Los liderazgos son difíciles. No vas al súper y los sacás de la góndola. Te lleva años construirlos y los perdés en 15 minutos. Creo que Yamandú tiene una gestión intachable en un departamento con una población altísima, con inversiones muy importantes, donde ha trabajado mucho la caminería y ha hecho una buena gestión. Segundo, y no es menor, me identifico con él como persona: es un tipo muy honesto, que su cabeza la tiene ordenada. Sabe hacia dónde ir. Y me parece que es un hombre con dos orejas grandes, con humildad para escuchar. Podrá tener déficits, como todos.

-¿Cuáles son esos déficits?

-No tengo elementos para decirlo. Yo no sé a qué nivel él está jugando en asesoramiento en política regional, internacional. Cómo identificará, si es presidente, a Uruguay en el contexto internacional. Me gustaría que fuera como país y no como ideología. Comparto muchos de los discursos del presidente en los organismos internacionales. No comparto la afinidad ideológica. ¿El Chavismo? Hay una deuda enorme con Conaprole. ¿El Kirchnerismo, que nos dejó clavados con los puentes? ¡Qué me vienen a joder a mí! Me gustaría que la política internacional fuera una política de Estado.

-¿Le sorprende que a nivel de sectores, aunque algunos sean más chicos, muchos se hayan alineado con Cosse?

-No. Hay visiones ideológicas totalmente legítimas. Me parece bien que haya pluralidad y que sea el frenteamplista el que resuelva. Sí creo que es medio maquiavélico lo de las internas, en todos lados. Porque te obliga a un discurso para tu gente y muchas veces los discursos se radicalizan. ¿Y el día después? ¿Cómo empezás a desandar algunos planteos de prender fuego la pradera cuando tenés que ir a buscar el voto que está lejos?

“Habría que mejorar los Consejos de Salarios”

-¿Cuál es su principal preocupación por estos días?

-La escasez de debate sobre el Uruguay futuro. El covid hizo un click en las relaciones laborales, a tal punto que el primer Consejo de Salarios en pandemia fue prácticamente “cerrá y vamos”, porque efectivamente había una situación de crisis. Explotó el teletrabajo. Cerraron muchas empresas. Hubo crisis enormes que subsisten en la industria del turismo. Y entró “abusivamente” la sustitución del trabajo repetitivo por apps. El delivery se potenció de una manera tremenda. Muy pocos van al banco, toda la operativa se hace por la app. Los cajeros, los porteros, el personal del peaje. Se está dando rápidamente la sustitución y eso está generando un vaciamiento de los lugares de trabajo.

-¿Qué preguntas debería hacerse el sistema político?

-La gran pregunta es: ¿hacia dónde va el Uruguay productivo? Tengo hijos adolescentes. Es un gran dilema elegir para dónde arrancan al salir de sexto de liceo. En su momento estaba muy presente el cambio de la matriz energética. Hoy está el software como vedette. Sería bueno que los partidos digan cuál es su pensamiento. ¿Es la agroindustria? ¿La logística? ¿El puerto de aguas profundas? ¿La investigación? ¿La ciencia? ¿Es la industria maderera? Y eso va de la mano con algo que desde hace tiempo me viene girando en la cabeza: cuál es el modelo de relación laboral en este mundo nuevo.

-¿Tiene una respuesta?

-Como todo uruguayo, tengo buen diagnóstico pero poca respuesta de qué hacer. Tenemos una brillante ley de 1943, la de Consejo de Salarios. Una herramienta fantástica, tripartita, que trata de buscar alternativas, darle contención a la disputa capital-trabajo, que existe y existirá en esa lucha -llamale de clase-, donde el capital pelea por su plusvalía y el trabajador pelea por que su conocimiento, su mano de obra, su esfuerzo también sea remunerado. ¿Esa herramienta es buena? ¿Es eficaz, está acorde a las necesidades? No.

-¿Qué cambios habría que hacerle, entonces?

-Habría que mejorar el contenido. Ha dejado de ser un atractivo para el trabajador. Cuando ibas al Consejo de Salarios en 2005, 2006, 2007 había una expectativa en el grupo porque sabía que allí venía el mantenimiento del salario real más puntos de recuperación. Las noticias siempre eran buenas, no era de pérdida de salario real. El prestigio era muy alto, porque la gente veía retorno. En los últimos años no lo hay y por lo tanto pasa desapercibido. Hay que tener cuidado, porque hay voces que se repiten y quieren eliminarlos. Por suerte, el gobierno de coalición no tomó ese mensaje y eso hay que reconocerlo.

-¿Qué contenido habría que mejorar?

-Hay que empezar a integrar agendas. En el Uruguay de 2025, avanzados los cambios laborales por la tecnología y la inteligencia artificial, es necesario que los Consejos de Salarios discutan productividad. Nosotros no podemos competir en el mercado internacional con volumen: no hay dimensión industrial para producción de esas características. Competimos con calidad y precios. Y eso se logra con eficiencia, pero también con mayor productividad. Productividad significa que con los mismos costos operativos e insumos, el resultado final sea de excelencia. Y, si el trabajador es parte de esa discusión, tiene que llevarse una parte. Si el aporte del trabajador en la mejora de la productividad da un resultado porcentual “x”, él debe llevarse una parte.

-¿Ese criterio se puede aplicar a todos los sectores?

-Laura Raffo hace unos años, cuando estaba de comentarista económica, dijo algo correcto: la productividad se tiene que acordar por rama, pero se procesa y discute por lugar de trabajo. ¿Por qué? Porque, en el caso de la bebida, la productividad que puede tener FNC no es la misma que puede tener Salus. Cada fábrica discutirá con su sindicato los índices de productividad. En el servicio quizás la medición técnica pase por otros parámetros, pero siempre se puede medir.

-¿Qué otra herramienta debería incorporarse?

-También se necesita capacitación. No discutirla en los Consejos de Salarios es un desperdicio. Cuando uno habla de capacitación, hablan de costos. Yo digo: “Es inversión”. El pequeño, mediano empresario dirá: “Todo lo que quieras, pero es semántico. Costo o inversión, para mí significa sacar guita del bolsillo”. Debería haber un gesto del Ejecutivo, que lo tiene con muchas multinacionales y zonas francas, para que empresas que estén dispuestas a firmar un acuerdo de capacitación, tengan crédito fiscal, exoneraciones.

-¿Cuál es la retribución para la empresa?

-Que el trabajador reciba conocimiento y formación es una forma de aporte. Pasa a ser parte interesada. “¡Pero casi, casi estás llegando a una alianza obrero-patronal!”. No estoy hablando de eso. Es importante que el trabajador conozca de qué depende su empleo: si de la política internacional, si del valor del dólar, si de la mejora de la tecnología. A una empresa que está en ruinas, que se está fundiendo, difícilmente vos le saques algo.

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