Redacción El País
Danilo Ríos, exgerente general de OSE entre 2006 y 2015 y exdirector de Saneamiento de la Intendencia de Montevideo de 2015 a 2018 cuestionó el Proyecto Arazatí, que aguarda un fallo judicial y una autorización ambiental para definir si se habilita su construcción.
El docente del Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental (Imfia) de la Facultad de Ingeniería (Udelar) respondió a través de una carta a los dichos del ingeniero Francisco Gross, director técnico del Proyecto Arazatí, en entrevista con El País, quien señaló que si la nueva planta para fortalecer el abastecimiento de agua potable para la zona metropolitana se instalara en “Suiza” sería “top”, por su “eficacia” en el tratamiento de agua, que a su vez es “dulce” gran parte del tiempo, y con un proceso que “no contamina”.
La planta "parecería haber sido diseñada bajo el supuesto de la invulnerabilidad, y no será colocada en Suiza, sino el Arazatí, donde la calidad del agua bruta tiene características muy particulares, que ni siquiera los proyectistas tuvieron en cuenta cuando presentaron su propuesta a OSE en 2020", lanzó el experto.
Ríos es uno de los dos técnicos que iba a declarar en marzo ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo (TCA) contra la obra, en el marco de un recurso administrativo y de revocación de la licitación de OSE del Proyecto Arazati, presentado por Redes-Amigos de la Tierra un año atrás. No obstante, no logró hacerlo tras el freno del Ministerio de Ambiente y de OSE, quienes argumentaron Ríos y Luis Aubriot, “carecen de la condición de imparcialidad”.
Gross dijo que en el “98%” del tiempo el agua que tomaría Arazatí es dulce. Ríos apuntó que en 2020 “se dijo que el agua era dulce 100%”, y que si se va a buscar una fuente alternativa “no se debe elegir por una que hay un porcentaje del tiempo que no va a servir”, en referencia al 2% con más salinidad, “un porcentaje muy importante”.
Ríos también apuntó que el ion bromuro “está presente en el agua del Río de la Plata”, que es el “principal precursor de la formación de bromatos”, un posible cancerígeno para humanos (grupo 2B, según la clasificación de IARC), “cuando el agua se somete a un proceso de ozonización”, de la planta.
Esos bromuros, añadió, “potencian la generación de trihalometanos”, que se forman por la reacción del cloro en la desinfección con la materia orgánica disuelta, “tal como ocurrió durante la crisis de 2023, cuando la concentración alcanzó valores tan elevados que nunca se habían registrado”.
Por la concentración de esos iones “se pueden producir incumplimientos de la norma por trihalometanos o bromatos”, alertó. En diálogo con El País, Ríos marcó que la incidencia de los bromuros “no fue abordado con profundidad” en el Informe Ambiental Resumen. En esta etapa de Puesta de Manifiesto para la aprobación ambiental, realizó consultas técnicas, adelantó.
El experto dijo que se debe considerar la fuente de agua y planta potabilizadora por separado. Definiendo primero ganar más reservas de agua dulce, para luego analizar una planta extra a Aguas Corrientes.
“Nadie puede discutir que hacer una nueva planta es algo bueno, pero el componente del proyecto que es tomar agua de Arazatí lo discuto, porque ese punto no es mejor que hacer una represa en el Río Santa Lucía”, remarcó el experto.
Ríos se mostró contrario a impulsar una planta que tome agua del Río de la Plata por los riesgos que marcó, y destacó que se debería construir una represa como Casupá, para reservar un volumen grande de agua dulce que permita sortear una sequía como la de 2023.
Casupá fue un proyecto que el Frente Amplio comenzó a trabajar en 2013 y nunca concretó, con el objetivo de reservar 100 millones de metros cúbicos (m3) de agua “100% dulce, sin problemas de bromuro, ni nada”, dijo Ríos.
El proyecto, de unos US$ 80 millones, tomaría 3.000 hectáreas –frente a 250 de Arazatí-, en el noreste de la reserva de Paso Severino (67 millones de m3). Ambas reservas garantizarían el suministro por unos 240 días, a razón de un consumo de 700.000 m3 diarios.
“Si hubiéramos tenido estas dos reservas llenas, ni por asomo hubiéramos tenido problemas” en la crisis hídrica de 2023, dijo el docente, quien puntualizó que a pesar de que Casupá está en la misma cuenca del Santa Lucía, “no es la misma fuente que Aguas Corrientes”, en referencia a que no tendría que afectarse la reserva ante una sequía.