PARLAMENTO

Una delegación de la Asociación de Controladores de Tránsito Aéreo del Uruguay (Actau) compareció ayer al Parlamento para advertir que los fallos que sufren los radares del Aeropuerto de Carrasco desde hace más de un mes pueden tener consecuencias en el turismo. Es que el problema genera demoras en los vuelos y esto puede repercutir en la conectividad de las aerolíneas.

“El turismo, que es un sector tan golpeado y relegado en estos tiempos, no puede sufrir otro golpe como el de las demoras. Las aerolíneas también se fijan en esto”, señaló en la comisión de Defensa del Senado José Borderre, vicepresidente del gremio.

“Seguramente (las aerolíneas) no vengan tantas como deberían o podrían. Por tanto, es un tema estratégico a pensar y a tener en cuenta porque el país puede verse profundamente afectado en lo económico”, agregó.

De acuerdo a lo que denunciaron los controladores, las demoras se producen porque al no contar con la garantía del sistema de radares, que funcionan con intermitencia debido a las averías constantes, los trabajadores de la torre de control deben tomarse “más márgenes de tiempo” para ordenar el tránsito aéreo. De hecho, dijeron que actualmente operan “sin ver los aviones”. “Esto quiere decir que mientras un avión está volando, otro no lo haga al mismo tiempo para que no haya conflicto, pero esto implica tener demoras. Por ejemplo, si una aeronave quiere salir, tenemos que decirle que debe esperar una hora”, explicó Borderre.

Julio Pedemonte, otro operador aéreo que fue con la delegación, dijo que el asunto “se ve bastante soslayado” en estos días, en que las fronteras permanecen cerradas y es baja la cantidad de vuelos. “A mí me pasó ene veces la caída de radares; tengo mucha experiencia en caída de radares, de comunicaciones y de todos los sistemas con los que contamos. Me sucedió en febrero, en marzo, muchas veces, y se pone muy crítica la situación”, dijo Pedemonte.

Según dijo días atrás el ministro de Defensa, Javier García, la mayor dificultad reside en el principal radar de Carrasco, fabricado por una empresa italiana que ya se comprometió a repararlo. Mientras tanto, el aparato fue suplido por un radar militar que tiene varios años y que también falla a menudo, por lo que la solución provisoria no es suficiente. “No es correcto que el controlador trabaje así porque nosotros somos personas y nos podemos equivocar como cualquiera”, dijo por su parte Mario Librán, otro controlador que fue a la comisión.