Redacción El País
“Los perpetradores cavaron la fosa, colocaron una capa de cal, pusieron el cuerpo boca abajo y con las manos a los costados, tiraron abundante cal y, además, arriba una capa de losa”. Así explicó la antropóloga Alicia Lusiardo al mediodía del jueves, parada al lado de los restos óseos quese encontraron hace dos días en el Batallón N°14, en Toledo, Canelones. La profesional relató así los avances que hubo desde que se dio el hallazgo. Hasta el momento no se conocen datos que permitan identificar de quién son los restos, y se tiene la prudencia de evitar manejar nombres de desaparecidos durante la última dictadura militar (1973-1985).
Por la mañana, sobre las 9:15, familiares de desaparecidos ingresaron al predio para que Lusiardo les explicara —acompañada de su equipo— lo que se sabe hasta al momento. A la salida, Ignacio Errandonea pidió, conmovido, que se le exija a la Fuerzas Armadas que den la “información de dónde están” sus “familiares” y “que no sigan con este silencio cobarde”. Sostuvo que con los datos necesarios se los “encuentra en poquísimo tiempo”. En ese sentido, continuó: “La pregunta, la angustia, la bronca es ¿cuándo van a decir la verdad? Ellos saben dónde están y pueden terminar con este calvario de una vez por todas”.
La labor de los antropólogos que están en el Batallón N°14 continúa. No solo deben retirar “de manera cuidadosa” los “huesos de las manos incrustados” que quedaron en la cal; sino que también deberán “remover la losa que está por encima de los miembros inferiores, hacer un buen registro del esqueleto para recuperarlo y trasladarlo”, relató Lusiardo. Los restos se llevarán a un laboratorio donde la primera medida será hacerle un estudio con rayos X para determinar si hay algún elemento radioopaco en los huesos, como puede ser una bala, contó la especialista que insistió en dar las explicaciones en un primera instancia desde el punto de excavación para poder exponer con detalle la situación.
La siguiente etapa será “acondicionar” los restos para estudiarlos y “dar un perfil biológico” para “poder ser capaces” de definir aspectos como si es un varón o una mujer, la estatura de la persona y la edad al momento de la muerte. También se van a seleccionar los huesos que se enviarán para que se le haga un análisis de ADN al Laboratorio de Genética Forense (que es del Equipo Argentino de Antropología Forense) en la provincia de Córdoba, en Argentina.
Una de las cosas que sí saben los antropólogos es que hay una “camisa” pero, dado que hay más material textil, van a hacer análisis en el laboratorio para saber si todo corresponde a “una sola prenda”. Además, se encontró una “tapita como de botella”, aunque aún no saben de qué tipo. También hay “más de 200 bolsas de sedimento asociado al enterramiento” —hasta ayer colocado al costado del lugar donde se encontró el cuerpo— a la espera de que los técnicos las pasen por un tamiz para “verificar si hay algo que se incorpore como indicio o como evidencia a la investigación”, añadió.
El esqueleto se encontró a unos 30 centímetros de la superficie de la tierra, a unos 10 metros del arroyo Meireles. Está a unos 170 metros hacia el este de donde se hallaron en junio de 2023 los restos de Amelia Sanjurjo. Ambos enterramientos tuvieron la particularidad de que, además de una capa de cal, presentaban por encima una de losa.
En el Batallón N°14 también se encontraron otros dos cuerpos: Julio Castro (en 2011) y Ricardo Blanco (en 2012). Estos se hallaron del otro lado del arroyo, a unos 200 metros, pero con la particularidad de que no tenían una capa de losa, aunque sí “abundante cal, mucha vestimenta y objetos”.
A la espera del avance.
Los familiares de desaparecidos durante la última dictadura militar están a la espera de los resultados de las investigaciones. Errandonea contó que vivió el momento con “sentimientos encontrados”, con “muchísima emoción, angustia, ansiedad y bronca”. Marcó que “supuestamente sí” hay más cuerpos enterrados en el predio del Batallón N°14, y que los “militares siguen mintiendo como nos han mentido toda la vida”.
Y continuó: “La gran mentira de decirnos ‘no busquen más muchachos porque no los van a encontrar’, y la prueba está. Los vamos encontrando, los encontramos en Batallón N° 13, que dijeron que los habían desenterrado. El compromiso es que los vamos a encontrar a todos. Y el poder político debe ponerse de una vez por todas a la altura y dejarse de buscar el votito, dejarse de la mezquindad de ‘yo hice más’ y ‘yo hice menos’. Tiene que hacer acuerdos políticos para generar una política de Estado para exigirle a las Fuerzas Armadas absolutamente toda la verdad. Sabemos y tenemos pruebas que hay mucha documentación que no la han entregado”.
También reflexionó en diálogo con El País que este hallazgo, sumado a los otros, podría echar por tierra la hipótesis de que existió una "Operación Zanahoria" por la cual se habrían desenterrado cuerpos para cremarlos y esparcir sus cenizas, y así evitar que sean encontrados.
"Se trabajó mucho excavando, buscando dónde fue la Operación Zanahoria y no se encontró", dijo, y aunque señaló que sí se hallaron "remociones de tierra" en el Batallón 14, estas son propias de un predio donde se practica paracaidismo militar.
Errandonea señaló que los desentierros masivos y de manera rápida como habría implicado una Operación Zanahoria, sin mayores cuidados, hubiesen dejado "pequeños restos óseos", y estos "no se encontraron".
Así las cosas, consideró que esa versión "no está probada" y solo fue esgrimida por militares para "desestimular la búsqueda".
Por su parte, el fiscal especializado en delitos de lesa humanidad, Ricardo Perciballe, había dicho a El País que "el Batallón N° 14 siempre fue un objetivo importante de búsqueda", y que aún hay elementos para pensar que hay más cuerpos en este predio militar. Aunque no tienen “elementos para sostener que haya sido utilizado como centro de detención y tortura”, sí saben que se utilizó “como centro de enterramiento" durante la última dictadura.
Análisis de laboratorio de genética argentino
Parte de algunos huesos encontrados, aquellos que puedan tener mayor concentración de ADN, serán enviados a la provincia de Córdoba, en Argentina, para determinar allí su identidad. Allí serán analizados por el Laboratorio de Genética Forense, bajo la órbita del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
El organismo colabora desde hace dos décadas con la búsqueda de desaparecidos en Uruguay, realizando análisis genéticos de los restos hallados.
En relación con Uruguay, el laboratorio de referencia fundado en 1984 hace el “cotejo genético de las muestras dubitadas (provenientes de personas desaparecidas fallecidas) con muestras de referencia de familiares de personas desaparecidas”.
Una vez que reciben la muestra, se “lava y descontamina”, después se “seca”, y luego se “pulveriza” con el fin de que “tome contacto con los reactivos que liberan el ADN”.
Cuando se obtiene el “ADN genómico”, se realiza una “reacción de PCR”, que en los hechos, explicaron, “amplifica zonas específicas del ADN que son de interés”. Tras conseguir el “perfil genético”, este se incorpora a la base de datos del EAAF.
Las muestras nacionales se cruzan con la base del EAAF de familiares de personas desaparecidas de Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, tomando en cuenta los traslados clandestinos que se hicieron en tiempos de dictadura militar.
Esto incluye muestras de “familiares provenientes de Uruguay o de uruguayos que aportaron su muestra en Argentina”. EAAF resguarda muestras “de más de 11.000 familiares de estos cuatro países que representan a más de 6.100 personas desaparecidas”. De esta cifra, 350 muestras son de familiares de uruguayos, quienes representan a 197 desaparecidos.
Propiedad de las tierras.
El intendente de Canelones, Marcelo Metediera, afuera del Batallón N° 14, mientras esperaban que llegaran los familiares de desaparecidos, planteó que este predio militar pase a la órbita de la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh) “para que tenga total libertad para trabajar" y deje de pertenecer a las Fuerzas Armadas.
En respuesta, el exministro de Defensa Javier García, ahora senador blanco, aseguró que la propuesta “no solo es extemporánea sino que agrega un elemento político absolutamente innecesario en un momento tan sensible".
Por su parte, Errandonea contó que es algo que han discutido dentro de la organización pero que para ellos “lo primero es la búsqueda”, y llamó a no plantear “complicaciones”.
Cómo es el Batallón 14 y qué rol cumplió en la dictadura
Entre los familiares de las víctimas y los investigadores cobra fuerza el concepto de que este lugar fue un "cementerio clandestino" utilizado por los militares.
No hay evidencia de que este sitio haya sido utilizado como un centro de detención y tortura, ni de que alguien haya muerto allí. La hipótesis más extendida es que personas asesinadas en otros lugares fueron trasladadas, una vez muertas, a esta zona boscosa y aislada para enterrarlas y que no se supiera de ellas.
En total, desde el retorno a la democracia se han desenterrado siete cadáveres. Otros dos cuerpos, los de Fernando Miranda y Eduardo Bleier, se encontraron en el Batallón 13, ubicado en Instrucciones y Casavalle, en el barrio Peñarol (Montevideo). En una chacra militar de Pando se identificó el cadáver de Ubagésner Chaves Sosa. El registro oficial de personas detenidas desaparecidas por responsabilidad del Estado es de 197, a los que pueden sumarse los asesinatos de 80 personas entre 1968 y 1973, de otras 122 entre 1973 y 1985.
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