FIESTA
El presidente celebró en la residencia del embajador un nuevo aniversario de la Declaratoria de la Independencia con Mirtha Legrand y varios otros de la farándula argentina.
El actor Luis Brandoni esperaba aburrido. Miraba a su alrededor, al selecto público impecableque aguardaba en la vereda de la avenida Figueroa Alcorta, como buscando la complicidad del fastidio por el lento avance de la fila.
Lo que ocurría adentro —que desde afuera, entre trajes y vestidos, se hacía sentir bajo la forma de una expectativa murmurante e inquieta— era algo inusual: en la residencia del embajador uruguayo de Buenos Aires estaba ni más ni menos que el presidente Luis Lacalle Pou. Y lo que estaba empezando era una fiesta a lo grande, con más de 700 invitados, que organizó el embajador Carlos Enciso para coronar una serie de festejos por el 197º aniversario de la Declaratoria de la Independencia que duraron tres días.
“Desde que tengo uso de la memoria, desde la democracia para acá, nunca estuvo un 25 de agosto un presidente en el lugar patio principal, que es mi departamento de Florida, y también en Buenos Aires”, iba a destacar Enciso cuando tomara el micrófono unos minutos más tarde.
Había además otro componente: la visita de Lacalle fue de sorpresa. El presidente tenía incluso el plan de que Enciso no se enterara de su visita —sobre la cual, de todos modos, había rumores al respecto desde hacía días— hasta que se hiciera presente en la puerta de entrada. Pero evidentemente eso no fue posible.
Así que allá arriba, en el segundo piso de la residencia uruguaya —al que Brandoni deseaba llegar cuanto antes para salir de la exasperación— estaba Lacalle, acompañado por una comitiva que incluía al prosecretario de Presidencia, Rodrigo Ferrés, su asesor Nicolás Martínez y el canciller Francisco Bustillo —entre otros—, que a un costado, en el salón principal, saludaban uno a uno a los invitados que hacían también esta fila para estrechar las manos del gobernante uruguayo.
Entre los invitados, a esta altura de la inusual calurosa tardecita de agosto —no pasaban de las 19.30— estaban también el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado y el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, quienes llegaron algo más tarde—; estaban asimismo el presidente del Partido Nacional, Pablo Iturralde; las subsecretarias Ana Ribeiro (Educación y Cultura), Andrea Brugman (Desarrollo Social) y un extenso elenco de la farándula y la política argentina. Además de Brandoni, se hizo presente Mirtha Legrand —quien se sacó varias fotos con el presidente pero estuvo la mayor parte del tiempo sentada en una sala aparte—; la mediática exministra de Seguridad Patricia Bullrich; el economista Alfonso de Prat Gay; Pamela David y Daniel Vila; Luis Landriscina; Diego Peretti; Francisco de Narváez y tantos más.
La realidad es que apenas se podía caminar y el centro de atención durante toda la noche casi no fue otro que el generado por Lacalle, quien tuvo pocos respiros entre selfies, más saludos, bromas, palmadas.
“Menos mal que alguien que vino no se sabía que venía, porque si no teníamos que seguir esto en la calle”, bromeó Enciso cuando dio formalmente comienzo al evento, luego de un primer espectáculo a cargo de la cantante Luz del Alba Rubio y el pianista Mauricio Alonso Arce que interpretaron el himno nacional.
Lo acechaban a Lacalle. No podía abrirse paso y en un momento empezó a cansarse.
“¿Mi vino dónde quedó?”, comentó ya llegando al patio para tomar un poco de fresco porque el ambiente era asfixiante. Para ese momento todavía no había podido tomar más de un trago de su copa y no encontraba en cuál bandeja la había dejado, pero a nadie le importaba. “Está el presidente con alguien muy importante, perdón, perdón”, gritó un fotógrafo mientras empujaba a todos los que rodeaban al presidente.
El éxtasis fue bajando de a poco, a medida que los invitados saciaban el hambre con empanadas, bocados calientes, quesos varios, y luego los postres, poco antes de una breve intervención de una cuerda de tambores.
Fue en ese momento cuando Lacalle, que desde entonces prefirió mantenerse en el patio o en la terraza, tuvo oportunidad de mantener diálogos fluidos, hasta que de pronto, a las 23.20, anunció en voz alta: “Chicos, buenas noches para todos”.
Y con ese mensaje se retiraron también los pocos que quedaban, que eran en su mayoría uruguayos, cuando los mozos ya levantaban las mesas y empezaban la limpieza.
Y terminó así una visita que Enciso, líder del grupo Dale del Partido Nacional, interpretó como un claro respaldo a la misión diplomática que encabeza.