Desde ayer, el senador y líder de Por la Patria es oficialmente precandidato a presidente por el Partido Nacional, y el arranque de su campaña ya lo hace con ideas programáticas. En entrevista con El País, planteó, por ejemplo, que las Fuerzas Armadas estén “al servicio de la tarea de vigilancia” y colaboren así en la batalla contra el narcotráfico que hoy, entiende, solo se libra usando herramientas “tradicionales”. También afirmó que el Frente Amplio hoy es una izquierda radical, “menos uruguaya, menos nacional”, a la que al mismo tiempo se tiene confianza de vencer en las elecciones, porque “la gente va a defender lo que ha conquistado”.

-¿Qué cree que va a aportar su precandidatura al Partido Nacional?

-Va a ayudar a que no quede nadie afuera, a ensanchar la base, a entusiasmar a mucha gente. Y, sobre todo, a generar una dinámica de competencia representando lo otro. Porque lo que no es el Herrerismo en el partido es mucho. Y creo que el partido con dos candidaturas del mismo tronco (N.d.r: se refiere a las de Álvaro Delgado y Laura Raffo) deja afuera muchos matices, muchas opciones. Yo he defendido al gobierno y he sido una espada importante en el Parlamento, pero tengo diferencias con el gobierno.

-¿Qué diferencias?

-Creo que el gobierno hizo lo que tenía que hacer o podía hacer con las dificultades que tuvo y con las que se encontró. No pudo profundizar en algunos cambios, que yo creo que eran esenciales para generar un desarrollo integral y más armónico del país, aportando fuertemente, no solo al cambio educativo, sino a la expansión de la educación en todo el país, poniendo recursos prioritarios en la ciencia, la tecnología y en las nuevas técnicas.

-¿Pero qué cosas considera que el gobierno hizo mal?

-No me paro ahí. Hizo todo lo que pudo, y estuvo muy bien liderado. Venció a los cultores del palo en la rueda.

-Ya ha marcado distancia con la gestión en seguridad. ¿Qué críticas tiene?

-Las diferencias están básicamente en la gestión. Las respuestas al nuevo orden delictivo, que se basa en el crimen organizado y en el narcotráfico, son las tradicionales. No hay todavía un buen avance para enfrentar con nuevas herramientas estos nuevos problemas. Lo que yo me imagino es una mucho mayor presencia policial en la calle y exploraría la posibilidad de poner a las Fuerzas Armadas al servicio de la tarea de vigilancia. Las tenemos en la frontera y en las cárceles, y creo que del mismo modo los militares podrían estar presentes, no actuando, pero sí presentes, en algunas zonas complejas de Montevideo. A la alerta de la Policía, al aviso de la Policía, pero mostrando que el Estado está, que no hay zonas abandonadas.

-¿Se los imagina interviniendo de qué forma?

-Avisando, defendiéndose sin atacar, haciendo lo que los militares hacen en las misiones de paz.

-Si uno mira las encuestas, ve que sus chances de ser competitivo hoy están lejanas. ¿A qué apuesta con la precandidatura?

-En el discurso de ayer contaba que un amigo me preguntó si yo quiero ser candidato para ganar la interna o para ser presidente. Y le contesté que lo que quiero es que el partido gane.

-¿Estaría dispuesto a llegar a algún acuerdo con alguno de los candidatos ya definidos?

-Esto no tiene ni plan B. No tiene retorno. Esto va hasta el final. Por supuesto, la idea es acompañar al que gane.

-¿Hay dirigentes blancos que se dicen wilsonistas y no lo son?

-Wilsonistas hay en todos lados. Pero Wilsonismo hay en Por la Patria, porque nos animamos a levantar esa bandera sin restricciones.

-Delgado dice que es wilsonista. ¿Lo es?

-Bueno, lo tendrá que fundamentar. Yo no lo recuerdo en la historia de la militancia wilsonista (se ríe). Lo recuerdo con (Juan Carlos) Raffo, lo recuerdo con (Alberto) Volonté, lo recuerdo con (Francisco) Gallinal.

-Por la forma en que viene respondiendo el gobierno luego de la polémica en Salto Grande, parecería que no va a cumplir a rajatabla con la disposición de la Cámara de Diputados que hablaba del cese de todos los contratos directos, en especial los de los ediles del oficialismo. ¿Qué debería hacer Luis Lacalle Pou?

-Lacalle Pou tiene también que mantener equilibrios, es el presidente de la República, de todos, tiene que ajustarse a una cantidad de parámetros. Yo no tengo esas dificultades, yo digo simplemente lo que creo que está bien y lo que está mal.

-Las encuestas dan una ventaja al Frente Amplio. ¿Es optimista en que la coalición pueda ganar?

-Soy optimista porque creo en la gente. La gente va a defender lo que ha conquistado, un futuro de certezas por delante y no lo que ofrece la izquierda, bastante descompuesta y controlada cada vez más por los sectores radicales.

-¿Es la peor versión del Frente Amplio, como dicen sus correligionarios?

-Es una izquierda más parecida a la de otros países. Menos uruguaya, menos nacional. Es una izquierda más radical. Desde el referéndum para acá, la incidencia de la dirigencia dura del movimiento sindical se nota cada vez más.

-¿Qué reflexión le deja la imputación con prisión de Gustavo Penadés?

-Fue algo horrible desde muchos puntos de vista. Primero, la decepción, porque nos mintió a todos. Segundo, que detrás de la mentira había niños que sufrieron el abuso y entraron en un proceso que los hizo víctimas de ese abuso. Tercero, el dolor de ver a una persona de tal nivel intelectual y nivel político denigrada por su propia responsabilidad en un calabozo, con todo lo que ello significa. Verlo por televisión esposado, verlo subir a una camioneta indignamente e imaginarlo durmiendo con otros o comiendo un guiso…

-¿Ve alguna responsabilidad política de parte del ministro Luis Alberto Heber luego de que se supiera que funcionarios de la cartera colaboraron en la estrategia de Penadés?

-No la veo. Ese indicio fundamental me lo dio la fiscal cuando felicitó a la Policía por su trabajo. Ella logró la prisión preventiva porque pudo demostrar el peligro que significa la libertad de Penadés, en tanto quiso entorpecer la investigación. ¿Y quién encontró las pruebas en el celular de Penadés? La Policía.