Jorge Gandini pasó raya a las elecciones internas y hoy no esconde el optimismo que le generó el acuerdo al que llegó con Aire Fresco, que le permitirá ir en su lista al Senado en el quinto lugar. “Como siempre, terminamos en un puesto de lucha que tendremos que ganárnoslo”, dijo en entrevista con El País, en la que también opinó sobre los desafíos que tiene por delante el Partido Nacional. Aseguró que a lo que tiene que apuntar Valeria Ripoll, como candidata a vice, es a mostrar “que es mucho más progresista” que Carolina Cosse, y que a Yamandú Orsi “hay que sacarlo de la cueva”. Asimismo, adelantó su apoyo al probable candidato a intendente Martín Lema.
-¿Qué balance ha hecho del proceso de su precandidatura?
-Creo que hicimos el mayor esfuerzo por representar a un sector del partido, y que se enfrentó al candidato del gobierno que los blancos ratificaron con su apoyo. Pero bueno, nosotros mantuvimos en alto la bandera del wilsonismo, y con mucha dignidad. Cumplimos la promesa, fuimos hasta el final, sin importar lo que dijeran las encuestas. Y quedamos conformes.
-¿Por qué al wilsonismo le cuesta tanto tener una expresión electoral propia? Porque también está el caso de Alianza Nacional, que de igual manera ha tenido problemas para sostenerse como sector independiente.
-No es un problema de wilsonismo, es un tema de liderazgos. Los ismos no son factores de atracción electoral, son referencias e identidades partidarias y emocionales muy importantes para los blancos. Pero la gente no vota a alguien que es wilsonista porque se sienta wilsonista. Si no, no podríamos explicar la elección del ’89. Wilson se murió en el ’88 siendo el 90% del partido, y un año después resultó presidente Luis Alberto Lacalle Herrera. ¿Qué pasó? ¿Los wilsonistas se hicieron herreristas? No. Pasó que Alberto Zumarán no pudo capturar lo que Wilson generaba. Y desde entonces hubo nuevos liderazgos de esa otra corriente pero ninguno alcanzó esa dimensión.
-Las negociaciones que ha tenido con Aire Fresco parecen haber transcurrido con fluidez, según reconocen todos. ¿Por qué se dio así? Porque a priori uno podía suponer otra cosa.
-No sé. Seguramente porque tuvieron interés en que siguiéramos existiendo, porque fueron muy respetuosos de lo que somos, y porque le buscaron la vuelta para que nuestras aspiraciones se pudieran cumplir. Nosotros queríamos un lugar en la lista al Senado que nos diera expectativas. Y como siempre, terminamos en un puesto de lucha, un quinto lugar que tendremos que ganárnoslo. Pero poníamos como condición poder sacar nuestras listas a diputados en algunos departamentos, particularmente en Montevideo y Río Negro, dos lugares donde Aire Fresco es fuerte. Y esto hace la diferencia porque no desaparecemos para integrarnos a Aire Fresco; no creamos un movimiento nuevo como ha pasado en otros sectores del partido. Aire Fresco sigue siendo lo que es y Por la Patria también. Tenemos un acuerdo electoral y político para el Senado. Y en lo demás, competimos.
-Usted ha advertido varias veces que no consideraba saludable para el Partido Nacional que todos se acercaran al “calor del fogón de la Torre Ejecutiva”, porque eso podía propender a generar una desbalance interno. ¿No es lo que terminó ocurriendo ahora?
-En parte sí. Te lo dije al principio. La gente quiso votar al gobierno. Álvaro Delgado y su grupo se definieron como el corazón del gobierno, y la gente eligió ese camino. Y hoy unimos fuerzas.
-En la campaña por las internas también cuestionó que Delgado hiciera promesas en seguridad cuando todavía se está gobernando. El candidato volvió a hacerlo durante la Convención blanca del sábado pasado, al asegurar que en caso de ser presidente instalaría 10 bases de la Guardia Republicana en el interior. ¿No debería hacerse ahora?
-Si lo hiciéramos ahora dirían que es demagogia, que lo hacemos porque se vienen las elecciones. Yo creo que hay que cerrar el ciclo. Hacer el balance y proponer cosas nuevas que la gente tenga que plebiscitar con su voto. Y también creo que tiene que haber mucho más debate sobre estos temas. Hay que sacar de la cueva a Yamandú Orsi para que diga lo que piensa; lo tiene muy guardado. Yo entiendo que él no quiera debatir al estilo argentino, con siete candidatos cada uno en su atril, y todos contra todos. Pero uno a uno debería discutir. Me parece que debe salir y expresar qué es lo que quiere, porque al final la gente tiene que elegir con sus herramientas, que son muy limitadas en tanto no tiene toda la información que tenemos nosotros. Pero sabe e intuye quién está diciendo la verdad, a quién le puede creer, en quién puede confiar. Sobre el tema de seguridad, ahora escuché que algunos empezaron a pensar en los militares y a relativizar las críticas que se hicieron a mi propuesta. Al final, en algún momento, no sé si dentro de cinco años o cuándo, se va a llegar a lo que yo propuse: utilizar el principal recurso humano por el que ya estamos pagando y al que estamos formando, que son los militares, para que ayuden y cooperen con la Policía en la lucha contra el narcotráfico.
-El candidato Guido Manini Ríos dijo esta semana que para él habría que declarar la emergencia en seguridad pública. ¿Comparte?
-No sé qué es eso. No entiendo el concepto o qué cambia si declaramos la emergencia en seguridad pública. ¿Qué quiere decir que hay una emergencia? No se animan a decir que hay que sacar los militares a la calle. Porque si no, ¿qué quiere decir la emergencia? ¿Que la Policía salga con sombreros distintos? Algo hay que hacer, porque la gente nos está pidiendo más.
-¿Cuál fue su primera reacción cuando le dijeron que Valeria Ripoll iba a integrar en la fórmula presidencial del Partido Nacional?
-La sorpresa, obviamente, porque era un nombre que no lo tenía ninguna de las listas del menú. No me cayó mal, no tengo ningún prurito con que venga de donde viene. Los partidos crecen con gente que llega de otros lados. Me alegra que venga de la militancia sindical. Creo que al partido le aporta una sensibilidad diferente y viene de una extracción social que le permite interpretar mucho mejor lo que pasa en las zonas populares de los núcleos urbanos del país, y eso puede transformarse en votos extrapartidarios. No me parece para nada mal.
-Cree entonces que esta decisión estratégica de Delgado va a impactar positivamente…
-Sí, creo que es una buena decisión. Valeria está haciendo un gran esfuerzo para ganarse a la hinchada primero, porque tiene que ser aceptada por el Partido Nacional.
-¿Ya lo logró?
-Lo está logrando. Donde ella aparece, convence. También hay que aceptar que hemos perdido la batalla cultural. Tanto, que si un blanco o un colorado de toda la vida se pasa al Frente Amplio, parece como si evolucionara, porque descubre que hay algo mejor. Y entonces el archivo se guarda. No importa que José Mujica haya subido al escenario a un oligarca de la producción agropecuaria que fue fundador de la JUP. No importa porque ahora es del MPP. Nadie le hizo dar examen a Rodolfo Nin Novoa, que fue vicepresidente de la República cuando antes había sido intendente por el Partido Nacional. Sin embargo, si el proceso es inverso, la idea que subyace es que traicionó un pensamiento progresista y popular y de alguna manera fue cooptado por una derecha conservadora que algo le habrá dado a cambio. Por lo que a Ripoll no hay que pedirle que dé examen de nada. Es una mujer que eligió la militancia gremial, que entró al Partido Comunista y se desencantó del autoritarismo, de la presión política, de la persecución al que piensa diferente, del aparataje que impone levantar la mano cuando el Comité Central lo establece. Y además tiene conexión con sectores que laburan todos los días y que entienden y ven al país desde otro lado. Por eso lo de “la otra mirada”. A mí no me importa que le salte a la yugular a Carolina Cosse, no es para eso que la trajimos. Ningún frenteamplista va a dejar de votar al Frente Amplio porque le peguemos a Cosse todos los días.
-¿Ripoll no tiene por qué asumir esa tarea?
-No es su tarea. Ella tiene que mostrar que es mucho mejor que Cosse, que es mucho más progresista que Cosse, porque es un progresismo con la base en la libertad. Eligió venir al partido de la libertad, y se puede ser progresista popular y entender a la gente y ser de clase media laburante en el partido de la libertad. Y eso es la diferencia central con una marxista que sigue siendo marxista, como es Cosse. Es ahí donde nosotros tenemos que hacer la diferencia. No pegándole a Cosse, sino mostrando que tenemos algo diferente y que es mejor. Además es mucho más sencilla, ¿no? Mucho más cercana a la gente, con mucho menos pretensiones, con mucho menos maquillaje y que ha sido capaz de decir que buena parte de su vida estuvo equivocada.
-¿Cree que es posible que triunfe el plebiscito que impulsa el Pit-Cnt y sectores de la coalición de izquierda sobre la seguridad social?
-Desde que Cosse, sin explicar por qué, definió que se opone, hoy tenemos a todas las fórmulas de todos los partidos con representación parlamentaria en contra. Y a mí me parece que del mismo modo que se convoca a una comisión para trabajar por el Sí a la reforma que consagra el allanamiento nocturno, deberíamos convocar a una comisión por el No a la reforma de la seguridad social.
-Este lunes usted dijo que va a “seguir acompañando a Martín Lema en Montevideo” y que no iba a “decir más”. ¿Apoya a Lema como candidato a la IMM?
-Cuando encontrás a alguien que quiere desafiar un camino difícil, a alguien que es joven y tiene por delante mucho tiempo y elige construir un camino piedra sobre piedra, hay que apoyarlo. No podemos seguir regalando Montevideo. El Frente Amplio nos gana porque no hay quien los enfrente.
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