Gobierno analiza posibilidad de venta de marihuana legal a turistas

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Venta de marihuana en farmacia en Uruguay. Foto: Fernando Ponzetto.

CANNABIS PARA VISITANTES 

“En el banco de semillas se está probando con otras mezclas para que haya cultivos con más THC”, dijo el secretario general de la Junta Nacional de Drogas.

La Junta Nacional de Drogas (JND) y el Ministerio de Turismo estudian la posibilidad de que los visitantes extranjeros puedan acceder a la marihuana a través del mercado regulado. La iniciativa, que “no es para ya” porque “hay otros temas prioritarios”, y porque implica una negociación a la interna de la coalición multicolor, se fundamenta en que “hoy existe una incongruencia”: el turista busca comparar cannabis y, como no lo consigue por la vía legal, termina en el circuito clandestino.

“Me parece que puede ser muy bueno para Uruguay que tengamos un incentivo adicional para el turismo”, comentó a El País el secretario general de la JND, Daniel Radío, perteneciente al Partido Independiente.

El jerarca, que se dice “partidario de abrir la cabeza y pensar el tema”, explicó que su visión no reposa en una mirada “economicista”, sino lógica: “hay turistas que vienen a Uruguay comprar marihuana y, como no pueden hacerlo, acaban en el mercado negro. Si cierro los ojos y hago como que no pasa nada, seguirá pasando. Entonces hay que actuar”.

Esa “actuación” no tiene fecha de ejecución. A priori solo ha sido un asunto de discusión entre pasillos y en una reunión mantenida en el décimo piso de la Torre Ejecutiva entre Radío y el subsecretario de Turismo, el nacionalista Remo Monzeglio.

Pero ya habría un menú de posibilidades sobre la mesa: la quita del requisito de ser residente en Uruguay para registrarse en la lista de adquirentes; la firma de una declaración jurada y la entrega de un voucher del estilo “vale por...”; y la suba del precio del paquete de cannabis para los extranjeros, lo que sería un desestímulo del “turismo de baja calidad”.

Uruguay fue el primer país americano en regular la marihuana para fines recreativos (o uso adulto, como le llaman en la Junta de Drogas). Canadá fue el segundo, pero fue pionero en la apertura de ese mercado al turista. Allí se permite que el visitante consuma el cannabis y sus derivados si es mayor de edad, que porte y comparta hasta 30 gramos (ese es el límite legal), y que pueda comprar en los lugares habilitados (los cuales hacen envío hasta por correo).

La oportunidad de negocios hizo que algunos canadienses productores de marihuana organizaran visitas guiadas y catas del producto, al igual que la ruta de las bodegas.

No solo eso: la revista Vice, especializada en cultura juvenil, informó el año pasado sobre la incipiente tendencia del turismo cannábico de lujo. “Un empresario chino se subió a un jet privado, aterrizó en Canadá y se fue de excursión a la Cordillera de las Cascadas en Columbia Británica. Y luego fumó un porro gigantesco. Esta experiencia costó 9.272 dólares”.

La exministra de Turismo, Liliam Kechichián, había dicho a El País que “Uruguay no va a tener turismo cannábico nunca”. Su justificación había sido que el gobierno de entonces buscó “combatir el uso de las drogas, y no que sea un elemento de promoción”, o transformarse en la Ámsterdam del sur.

-¿Le teme a la crítica de que Uruguay se convierta en la Ámsterdam del sur?

- No, y no le temo a las críticas -respondió tajante Radío, el actual secretario de la JND.

Cannabis, marihuana. Foto: Mateo Vázquez | archivo El País.
Cannabis, marihuana. Foto: Mateo Vázquez | archivo El País.

El jerarca, quien siendo diputado opositor votó a favor de la regulación del cannabis, entiende que “el narcotráfico no es un objetivo” de la ley aprobada en 2013. “Si todos los habitantes de Uruguay dejaran de consumir drogas, no se les hace ni cosquillas a las redes de narcotráfico internacional. El centro de gravedad de la política tiene que estar en el consumidor”.

De ahí que, para Radío, el discurso del expresidente José Mujica “es muy represivo”. Ocurre que, mientras bajo el mandato de Mujica se reguló el mercado de la marihuana, “el discurso era: ‘yo te voy a controlar, y cuanto más te controlo más combato el narcotráfico’”.

Pero por más apoyo que la propuesta de venderles cannabis a los visitantes obtenga de la JND y Turismo, hay otros dos actores clave en la conversación: Cancillería (por los tratados internacionales y el vínculo con los vecinos) y el Ministerio del Interior (por el impacto en la seguridad pública).

En este sentido, el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, dijo que la Policía de Brasil había detectado el ingreso de marihuana uruguaya al mercado ilícito del país norteño y manifestó su preocupación por la posible fuga de producción de los clubes cannábicos legales.

“Lo que encontramos es que hay apenas cuatro o cinco fiscalizadores para todo el país, y esto desde ya decimos que es totalmente insuficiente (...) queremos tener acceso a la información de los (156) clubes cannábicos para cruzar los datos y poder tener intervención”, explicó Larrañaga.

Su postura fue criticada por el exsecretario de Drogas, Diego Olivera. “No parece que el ministro se esté ocupando de los problemas reales, porque (los clubes) no son el enemigo”, dijo.

-¿La postura de Larrañaga es represora?

-Sobre el tráfico ilícito, sí. Pero está bien que tenga esa mirada sobre aquello que es ilícito, por algo es el ministro del Interior. Tiene que reprimir el tráfico ilícito- contestó Radío.

Entre los 156 clubes cannábicos reúnen a 5.026 miembros. El registro de adquirentes de farmacias, en cambio, supera a los 42.500. Y a mitad de camino quedan los cultivos domésticos con 8.920 inscriptos.

Radío era partidario de que se eliminase el registro de autocultivadores y que se evitara la burocracia estatal. Pero ahora que está en un cargo de decisión admite que “está en duda” porque “varios autocultivadores sienten que el registro les da garantías”.

Olivera, antecesor de Radío en el cargo, entiende que “ahora que los mecanismos de acceso de cannabis psicoactivo para residentes están en marcha, es posible agregar formas de acceso para los turistas, que de no implementarse generan posibilidades de persistencia del tráfico ilegal”. Pero para evitar una fuga al mercado ilegal fronterizo, el exjerarca dice que “evitaría ir por el mismo camino de venta en farmacias y otorgaría licencias de cultivo y comercialización para establecimientos turísticos habilitados que quieran agregar este tipo de servicio”.

Daniel Radío: "El prohibicionismo genera más daño que el consumo"
Daniel Radío, secretario general de la Junta Nacional de Drogas. Foto: Estefanía Leal.

-¿Está previsto regular en Uruguay el mercado de alguna otra droga que esté prohibida?

-El prohibicionismo genera más daño que el consumo de sustancias. La prohibición de sustancias es algo bastante reciente en la historia de la humanidad. Entonces la desprohibición implica condicionamientos geopolíticos y una maduración colectiva que no está dada. No veo que sea posible desprohibir otras sustancias en el corto plazo.

-¿Ese “corto plazo” significa que en esta administración no se desprohibirán otras drogas?

-Hay razones geopolíticas para no hacerlo. Hay una corriente que se opone a desprohibir cualquier tipo de sustancia, con Rusia a la cabeza y China en segundo lugar. Por suerte no se la agarran con Uruguay y tiran contra Canadá. Eso genera conflictos que, sumados a los niveles de madurez como sociedad, hace que no estemos en condiciones, hasta donde mis ojos ven el horizonte, de legalizar ni regular el mercado de cualquier otra sustancia.

-¿Asistimos a una especie de “Guerra Fría” en políticas de drogas?

-No. Lo que hay con China y Rusia es una diferencia más cultural y filosófica que una puja. Lo que sucede es que los problemas de seguridad y salud están más asociados al prohibicionismo.

-¿En qué sentido?

-La guerra contra las drogas, que es la expresión clásica del prohibicionismo, provoca dolor y muerte todos los días, además de gastos innecesarios que bien podrían destinarse a la salud. Cuesta imaginarlo porque nos han matrizado que el límite entre lo que está permitido y lo que está prohibido es la misma frontera que entre lo que es saludable y lo que no. Eso es falso. Hay muchísimas cosas que están permitidas y son perjudiciales para la salud: desde comer mantecas o chinchulines, el exceso de sal o tomar alcohol. La marihuana, en este sentido, no es inocua ni está exenta de generar dependencia. Solo que hay que cambiar la mentalidad. Aquello que hace daño no tiene por qué ser prohibido, de lo contrario tendríamos que prohibir las armas y hasta los autos que lanzan monóxido de carbono.

-¿El desprohibicionismo de la marihuana aumentó su consumo?

-El consumo de la marihuana ha venido creciendo desde siempre. Ese no es un fenómeno exclusivo de Uruguay. De hecho, en Chile ha habido un aumento mucho más notorio, en particular en los jóvenes. Cuando uno mira la gráfica de cómo aumenta el consumo de marihuana en Uruguay, cuando se regula el mercado de cannabis no se generan alteraciones. Incluso entre 2016 y 2018 hubo una desaceleración del incremento de consumo entre los más jóvenes.

-¿La desprohibición hecha en Uruguay satisface la demanda?

-No. Para empezar solo hay 14 farmacias habilitadas para la venta de cannabis, ni siquiera existe una por departamento. De hecho, hay un número mayor (unas veinte) que está en lista de espera. Aunque estuviesen todas las farmacias, la producción máxima permitida a las dos empresas que ya tienen cultivos no alcanzaría para satisfacer a los más de 42.000 adquirentes. Y de las tres nuevas licencias de producción que se entregaron, solo una viene bien adelantada. Pero la marihuana tampoco satisface en calidad.

-¿A qué se refiere?

-El cannabis que se vende en la farmacia tiene un porcentaje de THC bajo, en el mejor de los casos del 9%, y a su vez tiene un nivel alto de CBD que oficia de contrapunto. Eso no es del gusto de todos los usuarios.

-¿El gobierno quiere cambiar la genética de la planta?

-En el banco de semillas se están probando con otras mezclas para que haya cultivos con más THC.

-Usted decía que la marihuana no es inocua. Tampoco otras drogas. ¿Están dadas las herramientas para deshabituar el consumo?

-Cuando hay un consumo problemático hay pérdida de libertad y de autonomía. Eso es así. Uruguay, por ejemplo, no tiene un centro de desintoxicación. El trabajo en los primeros 15 días de la etapa aguda requiere, por lo general, una internación. La ley de salud mental habilita la internación compulsiva cuando hay riesgo de vida u otras variables específicas.

-¿El país tendrá ese centro?

-Uruguay va a tener su centro de desintoxicación, dentro del Portal Amarillo, con unas 20 camas reservadas. Ya está acordado con el área de Salud Mental de ASSE. Ese es un primer paso. Pero la deshabituación no siempre implica la internación. Sí requiere contención emocional, a veces un acompañamiento farmacológico.

-¿Está a favor de que esos tratamientos y las internaciones sean compulsivas?

-Lo que hay que dejar de pensar es que el problema se resuelve cuando nos lo sacamos de nuestra vista ¿Existe en Uruguay gente consumidora de droga internada de manera compulsiva? Sí, miles en las cárceles. Y no resuelven su problema de consumo. El tratamiento no es para todos el mismo y la internación compulsiva es solo una herramienta, pero lo cierto es que no resuelve el problema de fondo.

-¿Pero, ¿está a favor de la internación compulsiva?

-Las terapéuticas tienen que ser como un traje a medida, ajustado a cada persona y no con generalidades.

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