La Cancillería de Mario Lubetkin cumplió este viernes con la designación de “un primer paquete” de embajadores en destinos que el gobierno de Yamandú Orsi ha marcado como particularmente estratégicos en función de los objetivos comerciales y de política exterior que se perseguirán en este nuevo período del Frente Amplio, y en el rol que entiende Uruguay debe asunmir en el concierto internacional
Los énfasis ya fueron señalados en las últimas semanas por mensajes que el gobierno de Orsi ha ido enviando en diversos ámbitos: una apuesta marcada a recuperar el relacionamiento con el Mercosur —bloque que además se procura fortalecer— e intensificar el que ahora se tiene con el Brasil de Luiz Inácio Lula Da Silva, pero sin descuidar el vínculo con la Argentina de Javier Milei, con quien el presidente uruguayo viene procurando un encuentro desde el 1° de marzo. Y en cuanto posicionamiento de Uruguay en el escenario mundial, el planteo es ubicarlo como un actor de diálogo que pueda intervenir en los conflictos hoy sin solución.
A esto último se refirió Lubetkin en un breve discurso que dio ayer en el Palacio Santos, al hablar de las reuniones que tuvo en los últimos días en Estados Unidos, a donde asistió para la elección del nuevo secretario general de la OEA, y en donde tuvo varios intercambios con autoridades de países latinoamericanos, con una delegación “de muy alto nivel de Estados Unidos”, y con el secretario general de la ONU, António Guterres.
“En todos ellos surgió con gran fuerza la esperanza, pero sobre todo la expectativa que hay en relación a las acciones que haga Uruguay en función del multilateralismo y el rol que esperan de Uruguay” para proponder a la “pacificación” en las denominadas zonas calientes.
De manera que, con ese norte, el Poder Ejecutivo ya se apresta a enviar las venias al Senado de su nuevo embajador ante la OEA, Edison Lanza —exrelator especial para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos—, y de los nuevos representante ante la ONU: Alejandra de Bellis en Ginebra; Laura Dupoy en Nueva York; y Gabriel Belloni como embajador de Comercio ante este organismo.
La reducción de los embajadores políticos
El dilema en política exterior que tiene en estos días el gobierno de Orsi es, bajo la premisa de bajar la cantidad de cargos políticos en puestos diplomáticos, en qué casos hacer eso igualmente y en qué otros recurrir a la experiencia de embajadores de carrera.
Para ciertos países, tal vez los más importantes con los que se buscará la relación en este gobierno —que son en donde ya se definieron las designaciones— eso está resuelto, pero en otros aún no. Por ejemplo, en México, que por estas semanas comenzó a sufrir los embates de la nueva política estadounidense de Donald Trump, con un fuerte empuje proteccionista y una explícita guerra arancelaria declarada a los mexicanos, más una dura postura ante los inmigrantes ilegales. Todo esto, a juicio de la Torre Ejecutiva, obliga al país que gobierna Claudia Sheinbaum, a “mirar más hacia el sur” y por tanto representa una potencial oportunidad comercial para Uruguay, ya que en algunos rubros, puede pasar a ser un país competitivo. Por eso hoy los nombres para la embajada en Ciudad de México está en stand by, y una de las opciones que se llegó a manejar, María del Rosario Portell —afín al MPP y cuya trayectoria ha sido cuestionada años atrás por la actual oposición—, quien ya fue embajadora en China y Vietnam en los dos últimos gobiernos frenteamplistas, por ahora está “en el freezer”, señalaron a El País fuentes de Presidencia.
Para donde ya hay decisión tomada es en China y Estados Unidos, dos potencias que tendrán como interlocutores en el terreno a Aníbal Cabral y Daniel Castillos, respectivamente, ambos embajadores de carrera. Sobre el primer caso, Lubetkin dijo que “seguramente en un período determinado” se vuelva cambiar de diplomático, pero que en momentos de incertidumbre respecto a las “líneas” y la “dinámica” de la política de Trump, se apuesta a este funcionario de carrera.
Y sobre las designaciones políticas para las embajadas de Argentina —donde estará el exprosecretario de Presidencia Diego Cánepa—, Brasil —que dialogará con Rodolfo Nin Novoa—, y la OEA, el canciller destacó la carrera y trayectoria de los tres. De Cánepa dijo que posee un “perfil muy alto en cualquier código de relaciones” en función de haber sido prosecretario de Presidencia en el gobierno de José Mujica; de Nin Novoa su pasado como vicepresidente de la primera administración frenteamplista; y de Lanza, por tener un “prestigio muy alto” ganado en la OEA. Luego, de Juan Raúl Ferreira, futuro embajador en el Vaticano, resaltó su pasado como parlamentario.
De cualquier manera, el canciller remarcó ante la consulta de los medios que “el objetivo” es “tratar de reducir” la cantidad de cargos políticos "para el final del mandato.
“En la gestión que terminó hubo 18, y nosotros estamos hablando de seis como punto inicial", concluyó.
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