“Hay barrios que están apartados de la mano de Dios”, dice Read, futuro asesor honorario de Orsi, en cuanto a la IMM

Sindicalista histórico de la bebida aspira a que en este período se apruebe la jornada laboral de seis horas, algo que la FOEB consiguió ya hace años.

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Richard Read.
Richard Read.
Foto: Leonardo Maine/Archivo El País.

Richard Read será, de forma honoraria, asesor de Yamandú Orsi. Espera que su gobierno sea mejor a todos los del FA. Es crítico con la IMM, y advierte que se debe revisar su presupuesto, atendiendo problemas como la basura, antes de avocarse a hacer espectáculos. Valora la reforma educativa, pero dice que no colmó las expectativas. Y advierte que se debe ir hacia la jornada laboral de 6 horas.

-Será asesor honorario en el gobierno de Orsi, ¿qué implica esto?

-Es mantener las mismas conversaciones que tuve siempre con Yamandú. Es el aporte de un hombre de fábrica, de vestuario, de trille de barrio. Aplicaré en mis comentarios políticos lo de siempre, mi sentido común, lo que no quiere decir que tenga razón. Trataré de advertir lo que yo pueda percibir de algo en que no colaboré, que no ayudé.

-¿Desde cuándo lo conoce a Orsi?

-Desde un viaje oficial que se hizo a Corea del Sur, allá por 2009, cuando él estaba como secretario general de la Intendencia de Canelones. Y desde ese entonces tenemos una buena relación. No hay misterios.

-¿Este asesoramiento lo va a hacer desde Torre Ejecutiva?

-No, yo principalmente, me voy a enfocar este año a continuar con los centros educativos FOEB. Queremos seguir avanzando. Han pasado más de 2.600 chiquilines -más del 75% de contexto crítico- por sus ocho centros, y en la inmensa mayoría de los casos ha habido cero repetición y cero falta. Uno de los principales problemas que tiene Uruguay es que hay algunos sectores que no ven en la educación una alternativa, una salida. Estos centros, que fueron muy resistidos en su momento, ayudan.

-Resistidos por los sindicatos…

-Más bien por figuras públicas...

-ADES-Montevideo fue crítico...

-Sí, pero los resultados están a la vista. Por lo tanto, Antón Pirulero, y que cada cual atienda su juego. También una ministra nos dijo que íbamos a privatizar la educación…

-María Julia Muñoz.

-Muñoz, Muñoz. Ni sé qué es de la vida de ella… Pero lo importante es que estamos acá. El gran enemigo de la educación en los barrios es el narco menudeo. Por cuidar una boca te pagan tres lucas. Y si andás con un fierro te pagan cuatro y media.

-¿El gobierno debería impulsar este tipo de proyectos? ¿Lo ha hablado con Orsi?

-Yamandú insistía en que agarrara alguna changa. Le dije que no. Hay iniciativas, como esta, que tienen que partir desde otro lugar. Por ejemplo, yo le contaba a él que estoy entusiasmado con un proyecto que está haciendo la gremial de las empresas de gomería (Ceconeu) con el Inisa. Están atendiendo chiquilines que están privados de libertad, que tienen una salida próxima, capacitándolos en el mundo del trabajo, para que cuando salgan, tengan empleo. Para el año que viene la FOEB también se propone trabajar con personas privadas de libertad, para mostrarles que hay un camino distinto al del delito, al de la transa, al del caño. Esto lo tiré en algunas charlas y me empezó a llamar gente, empresarios ofreciendo puestos de trabajo. Esto es clave, porque lo que hay que conseguirles es empleo.

-¿Cómo evalúa la llamada transformación educativa?

-Me parece valiente que hayan identificado un problema e intentado buscarle una solución, pero lo hicieron según su concepción y el resultado no colma las expectativas. Hay que hacer una revisión, y aggiornar el sistema al siglo XXI y medio. Lo primero, más allá de la currícula y los contenidos, es atrapar al chiquilín. Tiene que estar con ganas de ir al aula, y no con ganas de rajarse. La gran competencia es el celular, el TikTok.

-¿Qué debería hacer el nuevo gobierno con la educación?

-A mí me gustó lo que dijo Pablo Caggiani (próximo presidente de la ANEP), con respecto a que en el sistema educativo todos nos equivocamos, y que por lo tanto hay que juntarse para ver qué hacemos.

-Usted fue crítico con la última gestión de Vázquez, ¿qué cambia ahora con el regreso del FA?

-Yo no concibo una izquierda que no revise las cosas que va haciendo. Menuda chance le doy a mi rival si yo cometo errores todo el día y al otro día no los reviso. Esto es lo que yo le pedí al FA. Fui crítico también con Pepe Mujica. Los grandes conflictos de la bebida fueron en 2012 y 2015. Pero eso no me hace más ni menos frenteamplista. La pluralidad de ideas es parte del FA. Apuesto a que el de Yamandú sea el mejor gobierno de los cuatro del FA.

-¿Tiene equipo para lograrlo? Faltan personalidades que fueron claves en sus tres gobiernos…

-Esto es como el fútbol. A veces uno añora a las viejas figuras, y a veces se arma un equipo nuevo y anda bien. El FA sí debería intentar que los recambios sean más graduales. Los grupos son en su mayoría unipersonales. Cuando murió Germán Araújo desapareció su agrupación política, y lo mismo pasó con Astori.

-¿Cómo evalúa el crecimiento del MPP y los equilibrios en el FA?

-Yo no sé si el MPP creció mucho.

-Bueno, el Espacio 609 sí.

-Sí, pero ese fue en espacio muy inteligentemente armado, con gente por fuera del MPP, como Blanca Rodríguez, Cristina Lustemberg, figuras de La Vertiente... Lo entiendo como un espacio que tomó a mucha gente de la Olímpica y generó un proyecto atractivo que logró que muchísimos se identificaran. El armado del gabinete también mostró que la intención es la de tender puentes.

-Usted señaló que tenía intenciones de armar un espacio para sumar adhesiones al FA, pero esto no se concretó. ¿Por qué?

-Porque el propio FA resolvió que no habría Encuentro Progresista y que todos debían votar dentro del FA. En ese momento yo dije que eso era un frente estrecho, porque lo que entendía era que había gente que podía votar progresismo pero no estaba aún dispuesta a volver al FA.

-¿Cómo evalúa a este gobierno?

-No pasó sin pena ni gloria. Si fuera un billar, jugó en las cuatro bandas. En la del escándalo, sin duda, por actitudes y hechos que se comprobaron o están en miras de verse. En la banda de pandemia, que supo sortear cuando había integrantes de la izquierda que pedían la cuarentena -crear el GACH fue revolucionario. En la banda de la política económica, que fue moderada, sin grandes crecimientos como los que tuvieron los gobiernos del FA, pero tampoco dejaron un agujero enorme a nivel del déficit. Y la cuarta banda: asumieron siendo una coalición y se van siendo una coalición. Eso no es menor. El Uruguay logró, después de muchos años, polarizarse. Volvió al bipartidismo. Y para la democracia eso es algo muy bueno.

-El Pit-Cnt ha sido muy crítico, sobre todo, con la reforma jubilatoria. ¿Cómo fueron estos años para los trabajadores?

-Los trabajadores vivieron una situación horrible con la pandemia. Se perdieron puestos de trabajo. Hubo sectores que quedaron masacrados, como el turístico. Como siempre, los públicos navegaron y el privado fue nuevamente golpeado. En 2020 fue imposible aplicar el consejo de salarios. Y el Pit-Cnt tuvo una actitud muy madura, a costa de su salario. Pasó la pandemia y eso aún se nota. También tenemos que reconocer que no es un problema de hoy. Hace 25 años hablábamos de los diezmilpesistas. Hoy hablamos de los veinticincomilpesistas. En cuanto a la seguridad social, voy a dar la misma respuesta que con el sistema educativo: todos sabíamos que se estaba cayendo. Con crecimiento económico chinesco, como el que hubo en los gobiernos del FA, la opción era bancar con el PIB, pero un día la guita dejó de entrar y todo se desmoronó. Era una caja de pandora. Y este gobierno no tuvo otra, tuvo que hacer una reforma. Hay que reverla, barajar y dar de nuevo en algunos temas, pero entendiendo que el cambio era necesario.

-Un planteo que hace el Pit-Cnt es llevar la jornada laboral a 6 horas, lo que la FOEB logró hace años.

-Lo tenemos desde 2006. Trabajamos 6 horas y cobramos 8.

-¿Es viable llevar algo así a todos los trabajadores?

-Claro, por supuesto. Habría que buscar los diarios de mediados de 1915 para ver qué opinaban los empleadores, sobre todo, del sector rural, cuando Batlle vino con el tema de la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Decían que se iba a fundir el país. Chile lo aplicó hace un año y medio con una metodología gradual de cinco años. Así debería hacerse acá. El cuidado hay que tenerlo con las pequeñas y medianas empresas, que alcanzan a unos 800.000 trabajadores. Si alguien tiene seis trabajadores, le aplicás reducción de la jornada y tiene que contratar a dos, lo fundís; y en lugar de reducción lo que tenés es una empresa cerrada.

-¿Sería para todos los sectores?

-En 1915 fue para todo el mundo. Carlos Slim, el multimillonario mexicano, hace años que viene diciendo que hay que discutir la reducción de la jornada laboral. Ellos la están viendo. Los trabajos repetitivos están desapareciendo. Estamos tomando un café, vino el mozo y nos atendió, pero en Japón ya hay restaurantes sin gente: con un código QR pagás, con otro código QR pedís, te sentás y te aparece el pedido con un carrito. Como ahora ya no se ve gente en los peajes. Entonces, muchos se están preguntando esto: ¿el capitalismo puede sostener un sistema con tantos millones de desocupados? ¿Cómo se hace para integrar a esas personas al sistema? En este contexto, la reducción ya no puede ser una consigna sólo de la izquierda.

-La FOEB en su momento se comprometió, también, a una mejora de la productividad...

-Sí, la síntesis de esto es que con los mismos insumos, los mismos costos y la misma mano de obra se pueda tener un resultado de excelencia al final. Es posible. Y es ganar, ganar.

-¿La reforma podría llevarse adelante en este quinquenio?

-Sí, sin duda se va a avanzar. Hay que convencer. El Estado tiene que tener un rol fundamental, dando, por ejemplo, oxígeno, crédito fiscal, apoyo, para esas empresas que no se sostienen con la jornada de 6 horas.

-Hay quienes plantean que todo no se puede, que si hay más empleo el salario se ve afectado, mientras que cuando crecen los salarios hay menos empleo.

-Esa es una falsa dicotomía. El empleo crece por varios factores. El comportamiento del mercado hace al empleo. Una temporada de buen clima, de calor, hace a la afluencia de turistas, y crece el empleo. No es el salario bajo lo que crea empleo ni tampoco el alza del salario genera inflación. Discrepo con todos los economistas que dicen eso. En los 90 no hubo crecimiento salarial, pero creció la inflación. Por lo tanto, dejemos de asustar. Basta del Halloween de las relaciones laborales.

-Tuvo un cruce con el intendente de Montevideo, Zunino, en los últimos días, por sus críticas al problema de la basura. ¿Cómo ve la gestión tras 35 años del FA?

-Lo que yo vi es algo que ve la inmensa parte de los montevideanos. Habrá otros que no, pero yo lo vi. Me resultó chistosa la respuesta del señor que está en la Intendencia, me mandó a un comité de base. Yo soy un contribuyente. Una respuesta ortodoxa, dogmática, increíble. Si esa es la cabeza que dirige, creo que hay cosas para revisar. Que hay un comportamiento social distinto que el de hace 20 años, es cierto. Hay miles que están en situación de calle, y eso es algo para abordar. Pero eso no puede ser una excusa. La nueva gestión debería ver cómo se gasta.

-¿Se está gastando mal?

-Hay problemas serios: la basura, los baches -salvo las avenidas, está lleno- y el alumbrado. Estas son las prioridades. Después de que la intendencia haga los espectáculos que quiera, pero de esto hay que ocuparse. La nueva Intendencia debería ver Montevideo como un todo. Porque no hay voto ponderado. El voto de Avenida Italia al sur tiene que valer igual que el otro. El de un barrio carenciado hay que mirarlo igual al que vive en Malvín. Hay barrios que están apartados de la mano de Dios.

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