Redacción El País
La transición que está teniendo lugar en Argentina, con un gobierno electo que comienza a armar su gabinete y los jerarcas deAlberto Fernández que cuentan los días para dar paso a los responsables de la nueva administración, genera un conjunto de incertidumbres no solamente allí sino también en Uruguay. O, más precisamente, en el gobierno de Luis Lacalle Pou y en la Cancillería que hoy conduce Omar Paganini y que prepara varios planes para el tramo final de la política de exterior de este período, para los cuales se necesita una comunicación fluida con el Ministerio de Relaciones Exteriores vecino que hoy no está ocurriendo.

En la agenda de Paganini, en concreto, y en lo que concierne a la relación bilateral con Argentina, hay dos grandes eventos en el corto plazo: la asunción del economista Javier Milei el próximo 10 de diciembre, y la nueva Cumbre del Mercosur que se desarrollará el próximo 6 y 7 de diciembre en la ciudad brasileña de Río de Janeiro, escenario en el que se esperan varios asuntos de interés para el bloque sudamericano. Entre ellos, y tal vez el principal, conocer de primera mano los resultados -en caso de que los haya- de las negociaciones mantenidas durante este año con la Unión Europea, con el fin de concretar un acuerdo de libre comercio que en los hechos se viene conversando desde hace casi 25 años.

Al respecto, y en términos generales, hay optimismo en que durante la cumbre pueda anunciarse al menos el “cierre técnico” de estas negociaciones que en los últimos meses tomaron un nuevo impulso, y que en nombre de los sudamericanos fueron lideradas por el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. De hecho, el brasileño ha mostrado reiteradas veces su voluntad de que, bajo la Presidencia Pro Témpore del bloque que Brasil pasará a Paraguay el 7 de diciembre, las conversaciones puedan llegar a buen puerto.

Los equipos negociadores no han cerrado su trabajo, y tendrán una intensa agenda durante los días previos a la realización del encuentro presidencial en Río de Janeiro -pactado entre el 3 y el 5 de diciembre- tras los cuales habrá un panorama claro acerca de si habrá o no un punto de acuerdo.

La clave aquí, y esto es parte componente de la incertidumbre que hoy reina en el Poder Ejecutivo, es que en estos momentos Argentina, técnicamente, está representada por la administración saliente de Fernández, y no por quien asumirá el 10 de diciembre -Milei y quien será su canciller, Diana Mondino-, que todos asumen que imprimirá un viraje bastante pronunciado en la política exterior argentina, y en especial en el lineamiento en materia de acuerdos comerciales y apertura de su economía -en una postura más cercana a la que mantuvo Lacalle Pou en varias cumbres del Mercosur.

En este sentido, algunas exigencias que Argentina ha mostrado durante las negociaciones en determinados asuntos claves que hacen al acuerdo -como ciertas medidas proteccionistas que planteaban impactar en sus propias exportaciones-, y que van a contrapelo de la visión comercial que Milei ha mostrado durante su campaña electoral, quedarán por el camino cuando se concrete el cambio de mando.

Tampoco sabe el gobierno de Lacalle Pou si Milei estará presente en la Cumbre del Mercosur. La expectativa es que lo esté, porque es costumbre de este bloque que cuando uno de sus miembros llega al encuentro con una administración de salida y otra a punto de desembarcar, estén presentes tanto el presidente formal como quien asumirá en el corto plazo -aunque el que participa como jefe de Estado sea el que todavía se encuentra en el poder.

Y, como la comunicación con la Cancillería de Santiago Cafiero no es fluida por estos días, tampoco hay información precisa sobre la eventual presencia de Milei en Río de Janeiro, así como acerca de otros temas de la agenda bilateral.