Pase lo que pase, el domingo 24 de noviembre sucederá algo que no ha ocurrido jamás desde que se reformó el sistema electoral en 1996. Gane quien gane, sea Álvaro Delgado o Yamandú Orsi, se romperá alguna de las lógicas que se vienen repitiendo en cada uno de los comicios nacionales desde el triunfo de Jorge Batlle en 1999.
1) Nunca quien obtuvo más votos en la primera vuelta (sea el Frente Amplio o la suma de partidos aliados) perdió una elección en segunda vuelta. De ganar Orsi, este patrón debería quebrarse.
2) Nunca la coalición de izquierda creció menos de 92.376 votos entre octubre y noviembre. De ganar Delgado, esto no debería ocurrir. De hecho la diferencia entre el bloque de la coalición unido y el Frente Amplio es de 90.224 votos a favor del oficialismo. Y la oposición calcula que de conseguir entre 40.000 y 50.000 sufragios más, Orsi se convertiría ya en presidente.
3) Siempre desde que existe el balotaje el bloque de la coalición (primero con blancos y colorados, y desde 2019 con la integración de nuevos partidos) no solo perdió votos en esa instancia, sino que cada vez perdió más. El récord se dio justamente hace cinco años, cuando desde octubre a noviembre la coalición al unirse dejó por el camino 125.945 sufragios.
Vamos a detenernos un poco en cada uno de estos puntos:
Pega mejor
El que pega primero, pega mejor. Así es la frase y así parece ser la regla en cada una de las elecciones celebradas tras la reforma electoral que se realizó en el último gobierno de Julio María Sanguinetti y que impidió en 1999 un triunfo del Frente Amplio.
En ese año la coalición de izquierda obtuvo 861.202 votos en primera vuelta. Con esos sufragios, con el sistema anterior, Tabaré Vázquez hubiera sido electo presidente, pero las nuevas reglas permitieron a blancos y colorados unir fuerzas. Los 703.915 votos que los colorados lograron en primera vuelta, sumados a los 478.980 que consiguió el Partido Nacional, cuyo candidato fue Luis Alberto Lacalle Herrera, significaron 1.182.895 para lo que sería la coalición, bastante más que los conseguidos por el Frente Amplio. Batlle, en el balotaje, votó un poco menos: 1.158.708. Pero eso fue suficiente para ganar.
Este patrón se repitió una y otra vez, elección tras elección: el que obtuvo el triunfo en octubre se quedó luego con la Presidencia (fuera un partido solo o fuera la suma de quienes luego ya se sabía que iban a unirse). Vázquez en 2004 ganó en primera vuelta, con una diferencia de 128.986 sobre blancos y colorados. José Mujica, en 2009, obtuvo 43.013 sufragios más que la suma de los dos partidos históricos, y triunfó luego en el balotaje por una diferencia más de cuatro veces mayor, de 203.128. En 2014, Vázquez consiguió, en el debut como candidato presidencial de Luis Lacalle Pou, una diferencia de 95.887 votos, que en segunda vuelta pasó a ser de 203.128.
En las elecciones de 2019, quienes luego respaldaron a Lacalle Pou de cara al balotaje, obtuvieron por separado una diferencia de 365.909 votos. De cara a la segunda vuelta, esta ventaja ante el Frente Amplio se redujo significativamente, pasando a ser de 37.042. Pero la regla se mantiene: el partido (en caso del Frente Amplio) o el bloque (en caso de la coalición) que obtuvo mejor resultado en octubre, siempre ha sido el que ganó en noviembre.
La suma de blancos, colorados, cabildantes, el Partido Independiente y el Partido Constitucional Ambientalista obtuvo sobre la coalición de izquierda una diferencia de 90.224 votos hace dos semanas, así que de ganar Orsi debería romper con ese patrón que es parte de la historia de los balotajes.
Crece más
El Frente Amplio siempre ha crecido más que la coalición desde una instancia a la otra. La explicación de esto es bien fácil. Nadie que vote a la coalición de izquierda en primera vuelta tiene razones para no hacerlo en la segunda, salvo situaciones coyunturales que no suelen mover demasiado la aguja. En cambio, la coalición, por ser un bloque conformado por partidos distintos, está más expuesta a sufrir una fuga de votos.
La historia así lo demuestra: en 1999 el Frente Amplio consiguió 120.576 votos más desde una vuelta a la otra. Luego que en 2004 no hubiera balotaje, en 2009 la fórmula conformada por Mujica y Danilo Astori obtuvo 92.376 sufragios más -y eso es lo mismo que ha crecido hasta ahora entre las dos instancias. En 2014 el incremento fue de 107.381 voluntades. Y en 2019 se dio el récord, con 202.895 votos más, aunque esto no le alcanzó a Daniel Martínez para vencer a Lacalle Pou.
De ganar Delgado, esto no debería ocurrir, o al menos el crecimiento del Frente Amplio debería ser mucho menor a lo que marca la historia.
Pierde votos
Siempre la coalición unida pierde votos de una instancia a la otra. Tanto analistas, como dirigentes del Partido Nacional, de los socios de la coalición e incluso del Frente Amplio, coinciden, no obstante, que luego de un período de gobierno en que el bloque logró mantenerse unido -en el gobierno de Batlle los blancos abandonaron la coalición-, esta sangría no será tanta como en la elección pasada, y podemos decir que es esperable que se quiebre (gane quien gane) una tendencia que se viene dando desde 1999: el bloque de la coalición cada vez pierde más votos entre la primera a la segunda vuelta.
En 1999 la fórmula Batlle- Luis Hierro López no logró retener, en su alianza con los blancos, 24.187 votos de lo que daba la suma de los sufragios de los dos partidos históricos en octubre. Es recordada la campaña que hizo Lacalle Herrera a favor de Batlle, recorriendo todo el país pidiendo el voto y convenciendo a nacionalistas que quizá se hubieran negado a apoyarlo.
En 2009 blancos y colorados, siempre en comparación con lo que sumaron en octubre, perdió de cara a noviembre 67.739 votos. En 2014 la caída fue de 82.559. Y en 2019, cuando ganó Lacalle Pou, 125.945 votos.
El último domingo de octubre, la coalición unida consiguió 1.162.050 sufragios: 655.426 del Partido Nacional, 392.592 del Partido Colorado, 60.549 de Cabildo Abierto, 41.618 del Partido Independiente y 11.865 del Partido Constitucional Ambientalista. Es esperable que los votos del Partido Nacional, al igual que los del Frente Amplio, no se muevan. La incógnita está con lo que pasa con los otros 506.624 que eligieron a la coalición en primera vuelta. Y también con los 90.271 que eligieron a otros partidos, los 52.750 que anularon sus sufragios y los 32.356 que votaron en blanco.