Ignacio Zuasnabar: “Hay una profunda transformación del sistema de partidos”

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Ignacio Zuasnabar. Foto: Francisco Flores

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO

A dos semanas del 27 de octubre, Ignacio Zuasnabar recibió a El País en las oficinas de Equipos en el Parque Rodó y afirmó que, si el FA vota cerca del 40% como muestran las encuestas “y la oposición logra un acuerdo sólido y creíble”, hay mayor probabilidad de un triunfo de Luis Lacalle Pou.

-Esta es su elección número…

-Qué pregunta. Empecé en 1994, después 1999, 2004, 2009, 2014, 2019… Es la sexta elección. Me hacés sentir viejo (se ríe).

-¿Y qué se acuerda de 1994?

-Acababa de entrar a Equipos como asistente. Como buen estudiante del interior, andaba siempre con los pesos justos y entonces aprovechaba los fines de semana para hacer encuestas en el interior rural que eran relativamente bien pagas. Aquella elección fue la del famoso triple empate.

-Me imagino que había grandes diferencias en la forma de trabajo respecto a lo que sucede hoy.

-Sin ninguna duda. Ni siquiera existía la red informática: trabajábamos en computadoras aisladas, todo muy precario. Nos manejábamos con mapas físicos que había que fotocopiar. Todo se codificaba y digitaba a mano. La tecnología cambió todo en estos 25 años y ahora el encuestador trabaja con una táblet o desde el celular.

-Y todavía no existía la locura por las encuestas como ahora.

-Sí, ya existía. Pero eran miradas con un poco más de desconfianza. En 1989 se terminaron de legitimar en Uruguay. El “sordo” (Luis Eduardo) González dirigía el área de opinión pública de Equipos y con varios meses de anticipación dijo que el escenario más probable era el triunfo del Partido Nacional, del doctor (Luis Alberto) Lacalle, y que el Frente Amplio por primera vez en la historia ganaría la Intendencia.

-Volvemos a 2019. Supongo que le harán seguido esta pregunta: ¿cómo puede ser que las encuestas den resultados tan distintos? Con el Frente Amplio a veces hay hasta diez puntos de diferencia entre una y otra…

-Si uno mira el panorama general hay mucha coincidencia respecto a las encuestas, por lo pronto en el orden de los partidos. Ahora hay una pequeña diferencia entre Cabildo Abierto y el Partido Colorado pero dentro del margen de error. A medida que se acerca la elección, todo el mundo se pone más ansioso porque queremos conocer la sintonía fina. Y ahí es donde las encuestas tienen problemas. Son herramientas fantásticas para ir como deshojando una cebolla pero no son una bola mágica que muestren el mundo con hiperprecisión. Las encuestas tienen límites.

-En 2014 hubo diferencias entre lo que decían las encuestas y el resultado. ¿Ustedes hicieron autocrítica?

-Somos los reyes de la autocrítica. En 2014 hubo una diferencia de cuatro puntos entre lo que las encuestas estimaban y el resultado final: le daban al Frente Amplio en torno al 43% y votó 47,8%. No es una diferencia muy grande, con una foto que se había sacado diez días antes. Pero quizás estuvimos flojos los analistas: hubo un exceso de confianza y eso generó una situación muy incómoda. Nosotros hicimos una revisión exhaustiva, lo que era difícil porque en cuatro semanas había una segunda vuelta. No encontramos problemas en el método, que funcionó en forma perfecta tanto en la segunda vuelta como en las departamentales.

-¿Y qué falló entonces?

-Hubo un voto silencioso que no pudieron captar. Pero los analistas debimos haber advertido que pequeñas modificaciones podían generar escenarios muy distintos. La afirmación de que el Frente muy probablemente no iba a tener mayorías parlamentarias debió ser más matizada.

Ignacio Zuasnabar. Foto: Francisco Flores
Ignacio Zuasnabar. Foto: Francisco Flores

-Hablemos de esta elección. En la última encuesta de Equipos, de fin de septiembre, el Frente subió de 30 a 34%, el Partido Nacional se mantiene en 26%, el Partido Colorado baja de 16 a 12% y Cabildo Abierto subió a 9%. ¿Qué se puede esperar?

-Hace un año y medio que venimos diciendo que es una elección mucho más complicada para el Frente Amplio que las tres que ganó. Hoy es claramente superado por la oposición sumada, eso nunca había ocurrido en los tres ciclos anteriores. Hay mayor probabilidad de alternancia que en 2014, pero eso no quiere decir que la elección esté definida. Es una elección modelo 1999. ¿Qué significa? En el 99 el Frente obtuvo el 39% de los votos emitidos y el 40% de los válidos, pero fue superado en segunda vuelta por la suma de la oposición. Ahora vamos a una elección que se define en segunda vuelta, que ningún partido va a tener mayoría parlamentaria, el Frente va a ser el partido más votado el 27 de octubre y el Partido Nacional el segundo. La segunda vuelta casi seguramente será entre estos partidos.

-¿Lacalle hoy es el favorito para ganar las elecciones?

-No me gusta usar el término favorito, pero es cierto que el contexto es auspicioso para sus intereses. El Frente tiene una elección más difícil, primero porque está sufriendo el costo de gobernar (mira unos apuntes que tiene escritos en su laptop, como guía), hay evaluaciones negativas sobre el desempeño del gobierno, sobre la economía e insatisfacción en áreas sensibles como la inseguridad. Muchos votantes frenteamplistas se han sentido incómodos por la forma en que se manejaron algunos temas, como el caso Sendic y Venezuela. Por último, están en proceso de renovación de liderazgos.

-¿Y la oposición?

-Tiene una linda oportunidad pero también desafíos que resolver: está más fragmentada que en el pasado y el desafío electoral más notorio es poder articular un bloque político consistente que los electores visualicen con suficiente cohesión como para diluir los temores que pudieran existir sobre la alternancia.

-¿Se puede afirmar que en la segunda vuelta Lacalle corre con ventaja?

-Todo depende de los niveles efectivos de votación en la primera vuelta. Parece de Perogrullo pero hay que aclararlo. Si el Frente vota cerca del 40% como muestran las encuestas y la oposición logra consolidar un acuerdo sólido y creíble, entonces hay mayor probabilidad de alternancia. Ese acuerdo debe lucir lo suficientemente convincente para que la gente sienta que hay garantías de una gobernabilidad razonablemente estable. Si el Frente Amplio vota más cerca del 45%, ahí ya no es seguro que la oposición pueda mostrar una mayoría parlamentaria sólida y puede haber un juego más abierto.

-¿El 45% es la famosa “cifra mágica” que se habla para que el Frente Amplio tenga chances de ganar?

-No existe eso. La cifra mágica depende de varias cosas. Por un lado de la cantidad de voto blanco o nulo, que no computa bancas. Si hubiera un 10% de voto blanco o nulo, con el 45% del voto total tenés la mayoría parlamentaria. Segundo, incide que haya más partidos. Si los partidos chicos no llegan a la cantidad de votos para tener una banca en Diputados o Senado, dejan más bancas para repartir entre los lemas grandes.

-¿Y cómo se explica el fenómeno de Guido Manini Ríos?

-Uno ve cierto desgaste en el Frente Amplio pero no ve un crecimiento del Partido Nacional ni del Partido Colorado. El descontento no es capitalizado por los partidos fundacionales. Para ellos, Cabildo es una oportunidad porque entre los tres partidos tienen chance de formar una mayoría más amplia.

-Cabildo Abierto es un partido nuevo con un líder al que algunos describen como un caudillo y que se posicionó muy fuerte…

-La explicación es muy clara: había demandas de cierta parte de la población uruguaya que no fueron satisfechas por el Frente Amplio ni los partidos tradicionales. Había un nicho de mercado disponible. Siempre es bueno que haya actores que logren canalizar adentro del sistema democrático las insatisfacciones ciudadanas.

-Algunos estudios hablan de un corrimiento de la definición ideológica del electorado hacia la derecha.

-Tenemos una ciudadanía que todavía se define en forma predominante como de centro. En los últimos quince años el bloque de izquierda y centro-izquierda era un poco mayor que el de centro-derecha y derecha. Esto hoy se ha vuelto a equilibrar. Es una campana de Gauss perfecta. El factor interesante, con consecuencias a futuro, es que dentro del bloque de derecha es más la gente que se define de derecha-derecha que de centro derecha. Y en la izquierda es un poco más la gente que se define de izquierda-izquierda que de centro izquierda. Tenemos cerca del 15% de la población en la derecha-derecha y 15% en la izquierda-izquierda. Ese crecimiento de la derecha también puede estar atrás del éxito de Cabildo Abierto.

-¿Ustedes saben de dónde vienen los posibles votantes de Manini Ríos?

-Una minoría un poco mayor viene del Partido Nacional. Y grupos muy parecidos (aunque algo menores) del Partido Colorado y del Frente Amplio.

-Respecto al Frente, hubo cierto despertar en la militancia con algunas movilizaciones grandes en Montevideo. ¿Eso lo han notado?

-Todas las encuestas han registrado ese crecimiento, que era esperado. ¿Hasta dónde puede llegar? Lo veremos el 27 de octubre.

-¿Y el llamado voto vergonzante hoy es más frenteamplista que opositor?

-No lo sabemos. Todas las encuestas ven hoy un escenario “modelo 99” con el Frente en torno al 40% pero si hubiera un voto vergonzante (gente que rechaza la encuesta) eso podría llevar a escenarios distintos. Si es a favor de la oposición, no cambia demasiado el resultado final, solo amplifica las diferencias. Pero si es para el otro lado, sí.

-¿La elección pasada el Frente votó mejor de lo que ustedes anticipaban por un voto vergonzante o por gente que cambió a último momento?

-En 2014 tuvimos encuestas los días “ciegos”, los posteriores a la veda, para identificar tendencias de cambio de voto. El sábado a las 11 de la noche yo recibí el último informe y no había ningún indicio de cambio de voto a favor del Frente Amplio. Descartamos problemas de método y la hipótesis más probable es que fue un voto vergonzante que se dio más bien en el interior del país, en pequeñas poblaciones de mucha tradición blanca donde el Frente tuvo buen desempeño.

Ignacio Zuasnabar. Foto: Francisco Flores
Ignacio Zuasnabar. Foto: Francisco Flores

-¿Qué diferencias existen hoy con ese “modelo 99” que menciona?

-Una es que en 1999 el bloque opositor eran dos partidos y hoy son más. Pero, además, comparado con 1999 e incluso con 2014, tenemos menos firmeza en las identificaciones partidarias, candidatos menos fuertes y estamos ante un flujo informativo muy distinto. Hay una sociedad hiperestimulada y pueden ocurrir fenómenos comunicacionales en plazos cortos. Es posible que haya movimientos en los últimos días y no es abrir el paraguas.

-¿Es imposible que un solo partido llegue a la mayoría parlamentaria?

-No tenemos claro cuál será el porcentaje de la mayoría parlamentaria, pero es bastante poco probable que ningún partido la alcance.

-Supongamos que gana el Partido Nacional en el balotaje y Lacalle vota menos del 30%, como dicen las encuestas. ¿Podrá gobernar y aprobar leyes con facilidad? La experiencia muestra que los acuerdos de las coaliciones se suelen desarmar a medida que se acerca la siguiente elección…

-Gane quien gane, esta elección nos dejará la profunda transformación del sistema de partidos. Emergerá un sistema de partidos mucho más fragmentado con actores nuevos y uno de ellos muy relevante electoralmente. Si uno suma el bloque de los partidos por fuera de los tradicionales (y ahí incluyo al Frente) representa entre el 15 y el 20% de la población total. Parte de la explicación es que vivimos el fin del largo ciclo de la posdictadura: en los 80 y 90 hubo desencanto sucesivo con los gobiernos blanco y colorados que alimentaron el crecimiento del Frente y ahora, que hay un desgaste del Frente, se produce el crecimiento de estas ofertas por fuera de los partidos históricos. La negociación y articulación será más compleja. Eso representa oportunidades, pero a veces se puede hacer más trabajosa la toma de decisiones. Hay desafíos complicados. Creo y espero que los partidos estén a tono con la situación.

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