Redacción El País
Administración a administración, la recolección de los residuos es un desafío para la Intendencia de Montevideo. En la capital, tan solo los hogares generan a diario 1.200 toneladas de basura.
Recientemente la gestión del servicio, a cargo de la intendenta Carolina Cosse, fue cuestionada por las alcaldesas blancas de los Municipios E y CH, Mercedes Ruiz y Matilde Antía, que denunciaron falta de contenedores y “descuido”.
Por su parte, la jefa comunal descartó esta hipótesis y volvió a plantear como un problema el aumento del hurgado, que aseguró que se debe al incremento de la cantidad de personas viviendo en la calle producto de la situación socioeconómica.
Más allá de los planteos de unos y otros, claro está que la gestión de los residuos representa una prueba de fuego para cualquier gobierno departamental. Y que, particularmente ahora, está en la mira de la oposición y de una parte de la población capitalina.
Sin embargo, ayer se puso en marcha un proyecto que busca mejorar la gestión del servicio a partir de un “sistema inteligente”. Para ello se colocarán sensores en ciertos camiones recolectores de la IMM y, más adelante, se elaborarán bases de datos con la información recabada.
Si cumple con el cometido, el plan permitirá contar con información en tiempo real y elaborar análisis predictivos, que eventualmente podrían ser usados por las sucesivas administraciones para optimizar la gestión de los residuos.
En definitiva, con el plan se pretende reducir los costos, una mayor eficiencia operativa y generar información confiable y oportuna, según sus creadores.
El Sistema Inteligente de Recolección de Residuos, como se denomina a este proyecto, se implementará en los próximos 10 meses y será financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), que cuenta con un programa focalizado en servicios públicos. El llamado, que cerró en marzo, se hizo en conjunto con la IMM y el Laboratorio del Banco Interamericano de Desarrollo.
La ANII brindará $ 4,8 millones a Isbel, la empresa uruguaya integradora de tecnología que fue seleccionada entre otras 20. Para este proyecto la compañía -que forma parte del Grupo Quantik y tiene a cargo servicios como el sistema de telemedición de UTE- se asoció con el Instituto de Computación (INCO) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República.
“El primer objetivo es cumplir con lo planteado a la ANII y validar que la solución que propusimos funciona; que en un futuro se pueda plantear como una solución para todo el sistema. Y otro objetivo es tener esta experiencia entre la academia y la industria, que no es algo muy frecuente y va a ser muy positivo”, indicó a El País José Luis Nunes, coordinador del equipo y Product Line Manager de Internet of Things & Smart Cities de Isbel.
La primera etapa, que se inició ayer, seguirá siendo de diseño, probando el funcionamiento de los sensores que luego serán instalados en algunos camiones. Idealmente en enero el INCO comenzará a recopilar y analizar los datos tomados en los circuitos de recolección, comentó a El País Libertad Tansini, jefa del Departamento de Investigación Operativa. “Todavía hay que armar el sistema y elegir bien los algoritmos de inteligencia artificial que se usarán. Si bien el tema de predicción de tiempos es un tema investigado en la literatura, para lo que es basura y sensores no hay nada específico. Lo más probable es que terminemos presentando dos o tres opciones para probar y definir”, explicó.
Actualmente, para la recolección de residuos mezclados se utiliza una posición teórica de los contenedores en territorio, basada en datos históricos, ya que no hay información en tiempo real. Esto supone que las rutas de recolección -117 circuitos con unos 100 contenedores cada uno- se tracen fundamentalmente en base a supuestos. Y que el registro de levante de contenedores se ejecute de forma manual, por lo que luego deba ser digitalizado para tomar decisiones basadas en datos.
Plan busca captar información para fijar rutas de recolectores
El desafío propuesto por la IMM y la ANII apuntaba a empresas privadas aliadas a organizaciones de investigación, desarrollo e innovación, como ocurrió con Isbel y el Instituto de Computación. Se les pedía que desarrollasen mecanismos de sensorización inteligente para contenedores.
Si bien en otros países se colocan sensores en el propio container, no hay tanta experiencia comparada conectándolos directamente a los camiones, como se propone en este caso. ¿Por qué se sugirió esta variación? La primera opción generaría varias complicaciones en Uruguay, aseguró Nunes: no solo sería “mucho más costosa”, sino que estaría sujeta al vandalismo. “Decidimos ir por el camino más innovador”, afirmó el referente del equipo.
El llamado no prevé qué uso podría darle la IMM a los datos una vez que estén procesados, al cabo de 10 meses.
Sin embargo, si bien enfatizó que el proyecto es “exploratorio”, Tansini planteó que “hay un montón de posibilidades de mejora” a partir de los datos que recopilarán. “La IMM quiere tener un estado de situación. Es para poder clasificar, identificar qué circuitos hay y poder predecir, a temprano estado de la recolección, cómo va a finalizar. Si hay un patrón, le permite a la IMM tomar decisiones”, señaló. Por ejemplo, se podrían sumar más camiones o modificar los circuitos, “aunque esa parte no está definida y depende de los resultados”.
La docente destacó la posibilidad de “consolidar líneas de investigación”, de obtener financiamiento y también de “retribuir a la sociedad” con un proyecto que, entiende, “beneficiará a toda la población de Montevideo”.