Si uno llama por estas horas a alguno de los principales dirigentes del Partido Nacional, lo más probable es que la conversación se interrumpa varias veces para que el político -del otro lado de la línea- devuelva los saludos o entregue una de las listas que tiene en mano, allí donde esté parado, probablemente en algún tramo del cantero de Bulevar España, Avenida Brasil u 8 de Octubre, aprovechando la roja del semáforo.

Es normal. Faltan 17 días para las elecciones internas, y no hay forma de que el clima electoral no esté impregnando todas las esferas de la dirigencia nacionalista -al igual que la de los socios de la coalición y, por supuesto, la del Frente Amplio.

Pero en todo caso se trata de un fragor que comenzó más tarde que otros años, con menos intensidad que otros años, con menos entusiasmo del militante de a pie que otras lecciones, y con una reticencia del ciudadano común a entrar en el juego electoral mucho más notoria que antes, pero sobre todo que 2019.

Es un diagnóstico que está presente en varios otros partidos, pero sobre lo cual los nacionalistas conversan desde hace semanas.

Las explicaciones que manejan los blancos apuntan a las diferencias de contexto bastante claras con respecto a la última elección, y la del 2014, cuando habían ido a las urnas 418.972 y 457.376 electores -respectivamente- para votar por alguno de los precandidatos de esta fuerza política.

El tema es preocupación por estos días en los equipos de los precandidatos Álvaro Delgado y Laura Raffo. De hecho, en la reunión de comando de este lunes del exsecretario de Presidencia el asunto estuvo arriba de la mesa, aunque allí señalaron que este último fin de semana el panorama comenzó, de a poco, a cambiar.

En el comando de la economista el asunto inquieta, y desde hace tiempo, especialmente al diputado Sebastián Andújar, quien se muestra pesimista con el desempeño que cree que tendrá su partido el domingo 30. “Creo que vamos a votar menos que el año pasado. No estoy viendo energía como para que la gente vaya a votar como lo hizo en 2019”, sostuvo el representante herrerista, que basa su pronóstico sobre todo en dos claves: que, por un lado, en esta oportunidad no está el aliciente de retornar al gobierno luego de 30 años; y, por el otro, no está en la cancha Luis Lacalle Pou, factor este último de los más mencionados en filas de este partido.

Foto: Estefanía Leal

Pero hay otros. Algunos blancos lo explican porque, a su modo de ver, “la gente no tiene necesidad de un cambio”, como señaló el senador Sebastián Da Silva, una opinión que en su momento también mostró el exministro Javier García. La hipótesis para sostener esto es que una mayoría se inclina por la “continuidad” -esto han arrojado algunos estudios de opinión- y de que determinados indicadores, sobre todo económicos, no están en rojo, como la inflación o el salario real.

“Después también tenemos que entender que a medida que el tiempo pasa, la política cada vez ocupa un lugar menor en las preocupaciones de los uruguayos, y que la forma de participar en ella es cada vez más a través de las redes sociales y menos yendo a los actos”, continuó Da Silva.

También hay quienes observan que el Directorio del partido tiene en todo esto una responsabilidad importante al no haber “movilizado” su estructura durante los últimos años. Señalan así que la gestión que en 2019 llevó adelante Beatriz Argimón como presidenta de los nacionalistas contrastó con la que luego realizaría Pablo Iturralde -quien renunció días atrás al conocerse chats con Gustavo Penadés-. En aquel momento, entre otras cosas, Argimón promovió una campaña institucional del Partido Nacional, bajo el eslogan “Orgullosamente blanco” -algo que no se hizo ahora- además de actividades en territorio que en este período -algunos observan la complejidad de liderar al partido en tiempos de gestión nacional- brillaron por su ausencia.