POLÍTICA
El economista y diputado argentino por el partido La Libertad Avanza dio unas conferencias en el Movie ante un público joven.
La sala 10 del complejo Movie está casi vacía, pero afuera hay una fila que llega hasta las tiendas del Montevideo Shopping. Javier Mileiviste su traje negro, corbata lisa del mismo color y camisa blanca. Igual que cuando aparece exponiendo a los gritos en los programas argentinos de televisión. Su particular cabellera de maestro de orquesta -pero sin canas- está imperturbable, recia como su semblante.
“Fue él”, grita Milei de la nada, como quien despierta de un mal sueño. Le habla a un hombre flaco que parece ser parte de la organización. “Él”, repite con su ronquera impostada, la que usa cuando quiere resaltar algo, y el fotógrafo de El País se da vuelta. Su enojo se debe a que le haya sacado fotos antes del inicio del show -porque aunque lo que comenzará en minutos se presenta como una conferencia, tiene mucho de espectáculo, de monólogo, de stand up, de unipersonal de la calle Corrientes. Y el protagonista tiene mucho de diva o de rockstar.
Después de quejarse y apuntar con el dedo, el astro capta la atención de la decena de personas que está dentro de la sala, da media vuelta girando sobre su puntiagudo y brillante zapato izquierdo, ruge “estoy cansado de todo el tiempo problemas” y se desvanece como un Houdini detrás del telón negro. Más tarde sabremos que a Milei le gusta el ilusionismo, y que apela a él para sus charlas. Por ejemplo, dirá, en relación a los impuestos: “Es más fácil que un truco de David Copperfield sea de verdad a que en Argentina alguien pueda ganar un mango”.
También sabremos que su mal humor es parte del espectáculo. Después de su desaparición, dos camarógrafos que tienen prohibido prender las cámaras hasta el inicio susurrarán que el día anterior tuvo dos exabruptos. Gritó porque un susurro que emanaba de las butacas le molestó, y gritó porque sonó un teléfono mientras hablaba. Esto último volverá a pasar en pocos minutos.
Pero a la gente que va entrando en cuenta gotas a la sala, la cual luego terminará casi llena, le gusta su temperamento. “Se necesita algo así en Uruguay; alguien que les diga a los jóvenes las verdades que nadie les dijo”, conversa una señora sesentona que vino sola con un desconocido de la misma edad que asiente con la cabeza. Sus casos son excepcionales, porque la mayoría de los asistentes son jóvenes, de 18 a 23 años. Casi todos varones. Muchos se definen como “libertarios” y coinciden que en Uruguay “la casta política” -como llama Milei a todos los políticos menos a él, que ahora también es político pues fue electo diputado- existe, y que está conformada tanto por la coalición de gobierno como por la oposición frenteamplista. “Son todos iguales”, repiten como programados.
El león
Hay un radiograbador que falla. Un hombre quiere poner Panic Show de La Renga pero la pista salta. Corre a asistirlo Ramiro Marra, que fue electo diputado pero por la Ciudad de Buenos Aires -una suerte de edil-, también por el partido de Milei, La Libertad Avanza. Logra poner play y arranca el show y el protagonista ahora es otro tipo. Sale cantando como un barra brava, grita “rujan leones”. Y la gente ruge. “Viva la libertad, carajo”, y todos claman “¡viva!”. Cuando se detiene la música se pone serio. Ya no salta y se para tras el estrado. Parece que va a empezar a hablar, pero decide cantar un poco más, a capela, hasta la parte que dice, casi con voz romántica: “Soy el rey y te destrozaré / Todos los cómplices son de mi apetito”. Los músicos de La Renga emitieron un comunicado instando a que no se usara más su canción, diciendo que no se sienten identificados con él; pero a Milei no le importa.
Luego, en el discurso, Milei sigue administrando su voz, desde el casi murmullo al grito ronco, que usa para lanzar sus teorías: “Los centros educativos están llenos de adoctrinamiento”, “si la juventud es rebelde es lógico que sea liberal”, “la izquierda logró captar a los artistas, por eso tenemos que dar la batalla cultural”, “lo que no entienden es que cada vez que hay alguien que tiene un derecho, hay otro que tiene que pagarlo”, “no sé cómo es acá, pero allá son todos la misma mierda: los kirchneristas y Todos por el Cargo” (en referencia a Todos por el Cambio, la agrupación de Mauricio Macri).
Cuando Milei dice esto, un casi adolescente brama desde la tribuna: “Acá también”. Y los demás aplauden. Él sonríe, pero no contesta. Se limita a hablar de Argentina, donde propone, por ejemplo, cerrar el Banco Central. No dice nada de Uruguay, ni de Brasil, ni de otro país de América Latina, pese a que la charla se llama “Resurgimiento del liberalismo y su repercusión en nuestro continente”. La tesis es que “estamos ante un cambio de época”, pues “el mundo (y también la región) está despertando y descubriendo la trampa colectivista”. Y “así es como se descubren los valores de la libertad”.
El diputado sostiene que este movimiento fue liderado por “los jóvenes”, pues “ellos son los que están en contra del statu quo, que hoy es progre: es socialismo de buenos modales, socialismo cool, pero al fin socialismo”. Y agrega que “todos los partidos hoy, de alguna forma u otra, abrazan algún punto del Manifiesto (del Partido) Comunista, lo que es estremecedor”. Lo dice en referencia a kirchneristas -de quienes advierte que “con el pésimo manejo de la cuarentena que hicieron asesinaron a 100.000 argentinos”- y opositores -quienes alerta que fueron cómplices. Por eso jura que no va a “transar” ni sentarse a negociar en el Parlamento.
Al irse, luego de una hora y media de show, vuelve a sonar La Renga, y pese a que los trabajadores del Movie han insistido con el uso de tapabocas, Milei baja las escaleras y canta ante un público que se para a aplaudirlo, abrazarlo y conseguir una selfie. La misma señora de antes dice esperanzada: “Ojalá alguien joven pueda hacerlo también acá”.
Fueron 400 personas; la entrada fue de US$ 25
El 1° y el 2 de diciembre Javier Milei, el flamante diputado argentino, dio las dos charlas en una de las salas del cine Movie en el Montevideo Shopping. El País asistió a la segunda. Sus organizadores dicen que se vendieron todas las localidades disponibles, lo que equivale a 200 cada día. Y advierten que hubo 800 personas que quisieron comprar entradas pero ya no había lugar. Cada localidad tuvo un costo de US$ 25. Milei dio muy pocas entrevistas -apenas dos-, y si accedía a dar más cobraba a los organizadores un plus de US$ 500. El País asistió al evento, pero no lo entrevistó. Milei llegó luego de una campaña virulenta, en la que se enfrentó tanto a kirchenristas como a la alianza opositora liderada, entre otros, por Mauricio Macri. Llegó a sacar más de 17% de los votos en la Ciudad de Buenos Aires, equivalente a 313.808 voluntades. Su partido, La Libertad Avanza, propone, entre otras cosas, una baja sustantiva del gasto público, eliminar las retenciones a las exportaciones, quitar planes sociales y usar el dinero en comedores comunitarios o planes de salud, y endurecer las penas de los delitos.