ESCUELA DE NEGOCIOS
Sueñan con la política, a pesar de que ya no tiene ese prestigio de antaño. Quieren llegar al Parlamento y ocupar lugares de relieve en un futuro gobierno.
Francisco Berchesi es rugbista, tiene 24 años e integra la lista colorada 2000 10 que apoya al expresidente Julio María Sanguinetti. A unos metros está Ana Lía Ruggeri, una salteña de 24 años que estudia economía, milita en Casa Grande (el sector de Constanza Moreira) y promueve la candidatura de Daniel Martínez en el Frente Amplio.
Más allá, Mariana Cabrera, una abogada de 25 años que es secretaria personal de Luis Lacalle Pou y trabaja con él en el Parlamento. Justin Graside es el bromista del grupo. “Soy Justin, como el que canta”, dice y todos se ríen. Es golero amateur, fundó el novel Partido Digital y es su presidente. Antes militó en el Partido Nacional, en Durazno. “Pero me fui decepcionado y quise formar otra opción”, cuenta enseguida.
Ellos están en una de las aulas de las dos enormes casonas del IEEM, la escuela de negocios de la Universidad de Montevideo, en el corazón del Parque Batlle. Es un día más de estudio: todos fueron escogidos por los precandidatos que apoyan para cursar un programa que busca enseñar herramientas a futuros líderes.
Ellos sueñan con la política, a pesar de que ya no tiene ese prestigio de antaño. Quieren llegar al Parlamento y ocupar lugares de relieve en un futuro gobierno. Dicen tener la utopía de intentar construir un país mejor. Aunque están en trincheras opuestas, se juntan todos los días desde hace casi un mes para cursar los módulos que propone el Programa Líderes de Impacto Global.
Es jueves, pasan unos minutos de las cinco de la tarde. Diez de los 21 alumnos del programa se preparan para contar a El País su visión sobre el mundo en que empiezan a moverse.
¿Por qué se quieren dedicar a la política? El primero que responde es Graside. “Si no entran los buenos, entran los malos”, contesta y después explica su peculiar razonamiento. “Aunque suene muy romántico o muy hippie, si hay potencial de cambiar, está bueno hacerlo. Si quisiéramos plata, hay caminos mucho más fáciles”.
Berchesi dice que el año pasado entró en la política justo cuando estaba sin trabajo y pensaba irse a vivir a Europa. Además, se había lesionado y por eso tuvo que abandonar la selección uruguaya de rugby, donde jugaba. “Estaba muy decepcionado con el país, pero fui a un curso de formación política y encontré en el Partido Colorado el camino para cambiar la situación. Decidí no irme”, afirma Berchesi.
María Luján Martínez, una abogada de 30 años militante de Mejor País de Enrique Antía, apunta que la política es la única herramienta posible para transformar la realidad. Otros siguen su pensamiento. Encontrar a varios jóvenes hablando en forma positiva de la política y los políticos no deja de ser algo extraño.
Cabrera recuerda que su jefe, Lacalle Pou, dice que la política “es la actividad más linda del mundo”. Pero aclara: “Hay que prepararse mucho para aportarle un valor agregado al país”.
Gonzalo Fontenla, un estudiante de ingeniería de sistemas de 26 años y militante por la candidatura de Ernesto Talvi, afirma que “hay que dejar de lado el deporte nacional de la queja y ser el agente transformador”.
Darío Peña -estudiante de abogacía de 20 años, empleado del Banco de Seguros y militante de la Lista 15 de José Amorín- va más allá y dice que “el deber moral es cambiar la realidad”. Cuenta que en sus recorridas hay comerciantes y vecinos que le piden que vuelvan los militares. “Si la gente nos dice eso, algo mal estamos haciendo”, afirma.
Joaquín Recalde, un joven dirigente astorista de 22 años que estudia Medicina, sugiere que no solo los jóvenes políticos como ellos deberían formarse. “Puedo asegurar que hay militantes de todos los partidos a los más altos niveles que podrían tener menos formación que cualquiera de nosotros”, dice y varios hacen que sí con la cabeza.
Julio Povero -un empleado de Jurídica de Primaria que está por terminar la carrera de abogado y hace 11 años que milita en el Partido Colorado- cuenta que sus amigos le preguntan sorprendidos: “¿Qué hacés un domingo a las siete de la mañana armando un gazebo para repartir listas?”. Él, que apoya la candidatura de Sanguinetti, celebra que en Uruguay no exista “una grieta”.
La última en hablar es Ruggeri, la militante de Casa Grande. Dice que los escuchó a todos pero que no puede hablar de política sin contar su experiencia: “Me cambió la vida que el Frente haya llegado al poder en 2005 y a mi familia también. Esa herramienta de transformación fue la que yo elegí cuando tuve edad para hacerlo”. Y agrega que lo que se ha desprestigiado es la política partidaria, “pero los y las jóvenes empezamos a redefinir la política”.
En cualquier reunión de amigos, de familia o de trabajo suele aparecer el nombre de Juan Sartori cuando se habla de campaña electoral. Esta no es la excepción.
Martínez, militante del grupo de intendentes del Partido Nacional, dice que han ingresado a la política “determinados personajes que no son personas con ideología ni políticos de raíz”. Agrega que es “el perfil del administrador de empresas”.
-¿Les parece que eso está mal?
Cabrera: No, es democracia.
Fontenla: Construye, sirve para tener más opciones, nos motiva a todos a exponer mejor las ideas.
Martínez: No comparto. Quienes tienen una ideología atrás dan garantías al sistema. Las personas que no sabemos quiénes son ni qué piensan, ¿qué pueden hacer mañana en el gobierno?
-¿Hablan de Sartori o Novick?
Martínez: Sartori es una persona que nunca votó en el país. Es una falta de respeto a la ciudadanía una persona que realiza promesas claramente inviables.
Berchesi: Yo ahí tengo un pequeño matiz. No es culpa de alguien por postularse porque no hay un casting de candidatos. La responsabilidad es del pueblo.
Martínez: Pasa que vos no podés jugar con la ilusión de la gente. Hay lineamientos éticos y morales que juegan siempre. Igual entiendo tu punto de vista y me parece superrespetable.
Peña: A mí me parece bárbaro que venga cualquiera y se postule. Ahora, tenemos que hacer una autocrítica. Es culpa nuestra que tengan fuerza estos demagogos. En un sistema sólido donde la gente cree en los políticos no tendrían razón de ser estos personajes. A mí me molesta que propongan calles en bajada. Eso no está bien. La responsabilidad no es de Sartori ni de Novick: es nuestra, la de los políticos de raza.
Recalde: No soy nadie para decir quién entra o no a la política. Lo que puedo decir es que no me caen bien los paracaidistas en busca de poder a cambio de nada.
Recalde: El ejemplo más claro es Trump en Estados Unidos.
Peña: La culpa es nuestra.
Ruggeri: Les pido disculpas, pero miren que yo no vine acá a hablar de Sartori.
Economistas y periodistas, a cargo de las clases
Un variado grupo de profesores dicta las clases del Programa Líderes de Impacto Global que se realiza en el IEEM. En la lista están los economistas Ignacio Munyo, Álvaro Forteza y Marcel Vaillant. También los periodistas Leonardo Haberkorn y Nelson Fernández, el doctor en filosofía Ricardo Calleja, la licencia en relaciones internacionales Valeria Csukasi, el doctor en Administración de Negocios Joaquín Ramos y el contador y profesor de Política de Empresa Pablo Regent.
Estudiantes muy especiales.
Este es el segundo año del Programa Líderes de Impacto Global, a cargo de la escuela de negocios IEEM y la Universidad de Georgetown, dirigido a la formación de jóvenes en actividad política.
Este año el IEEM decidió financiar el programa y los partidos políticos solo debieron pagar 200 dólares para costear el premio del mejor trabajo que se presente: un viaje a Washington, Estados Unidos, para hacer una ronda de visitas.
Los módulos del programa, que termina la próxima semana, son: liderazgo, diversidad de ideas, negociación política (allí entran “herramientas para el acuerdo”, “lecciones de logros y frustraciones”, “políticos y periodistas: una relación interesada”) y dos grandes desafíos: seguridad social e inserción internacional. Al final los estudiantes realizan un trabajo en grupos de dos.
“A este programa solo se puede entrar por invitación, no es abierto”, explicó a El País Leonardo Veiga, coordinador del Programa Líderes de Impacto Global. Así, a cada candidato a la Presidencia le pidieron que sugiriera dos jóvenes que consideraba prometedores.
Algunos aceptaron y otros no. Todos los precandidatos del Partido Nacional y del Partido Colorado dijeron que sí. En el Frente Amplio solo Daniel Martínez lo hizo. También participa el Partido Independiente, el Partido Digital y Cabildo Abierto. El Partido de la Gente “tuvo problemas para resolver y no participó” y también dijo que no Unidad Popular, indicó Veiga.
El programa pretende generar una instancia donde jóvenes que van a ser políticos relevantes “tienen la posibilidad de conocerse en una etapa temprana de su carrera”. También, brindar herramientas de liderazgo y negociación, así como formación en el relacionamiento de la prensa. En dos temas se trabaja en profundidad: inserción internacional y seguridad social.
¿Pero realmente se puede enseñar a ser un líder político? “Hay cosas que se traen y otras se aprenden, como todo en la vida”, respondió Veiga. “Hay personas con talento natural y hay cosas que las aprenden por intuición. Pero, cuando elige gente para un programa así, un candidato presidencial selecciona personas que de arranque tienen talento natural”, explicó.
Veiga dijo que “toda la gente que participó es muy elegida”, pero igual quedó sorprendido por el nivel de formación de los jóvenes.
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