Hay varias explicaciones para la derrota de la coalición republicana en el balotaje del domingo pasado, pero hay una que es clara para Mariana Pomiés: el actual oficialismo se desconectó de la realidad. “Estaban tan convencidos de que hicieron todo bien que no dieron expectativa de mejora”, dijo la directora de Cifra en entrevista con El País, que cree que para 2029, a Luis Lacalle Pou -que quedó “allá arriba”- se le abren “las mejores” expectativas.
-¿Por qué Cifra daba un empate técnico en la semana previa al balotaje? ¿Qué ocurrió?
-Nosotros hasta el sábado 26 de octubre teníamos al Frente Amplio cuatro o cinco puntos arriba. Después de la primera vuelta nos empezaron a crecer los indecisos. Tanto, que cuando publicamos la primera encuesta sobre la segunda vuelta todo el mundo se escandalizó porque eran el 18%. Y lo que veíamos era que ese grupo que tenía estimado votar a Orsi en segunda vuelta, a pesar de haber votado a un candidato de la coalición, no se manifestaba. Eran votantes coalicionistas que se sentían traidores a la patria.
-¿Y qué puede haber llevado a que votaran a Orsi?
-Donde el Frente Amplio más creció entre octubre y noviembre fue en el interior, en los departamentos más blancos, como Cerro Largo, Treinta y Tres, Artigas, Rivera, lugares en los que creció un montón. Creo que la estrategia que empezó con El Frente te escucha, pero sobre todo de Orsi de recorrer este año el interior pueblo a pueblo, algo que desde Montevideo parecía como un abandono de la campaña, fue muy efectiva. Porque el Frente recuperó el voto del interior, y si no crecía en el interior, no ganaba. Porque en Montevideo puede crecer uno o dos puntos, como lo hizo, pero ese es su techo.
-En la coalición y concretamente en el Partido Nacional reinaba el optimismo. ¿Cómo se explica esa desconexión con la realidad?
-No sé por qué. No tenían ninguna encuesta que los diera ganadores.
-Estaban convencidos de que los subvaloraban.
-Es cierto que hubo una subvaloración de Delgado en octubre. Y creo que se agarraron de eso. Y es cierto que había paridad, pero era una paridad en la que Orsi venía arriba.
-Pero usted misma dijo en El Observador que había grupos “con una alta volatilidad” de indecisos que mayoritariamente se inclinaban por Delgado.
-También dije que eran personas del interior, que fue donde el Frente creció mucho.
-¿Se terminaron de convencer en las recorridas de Orsi?
-Fue a lo largo de este año, sí. Y además hay una cosa que es importante de entender: la lógica de la votación del interior. Los dirigentes del interior se matan en octubre para ser diputados o perfilarse para las departamentales, y ahí laburan. Pero en noviembre es otro partido. No sienten que deban fidelidad a nadie. Y los votantes también: ellos quieren a sus diputados, después quién será presidente no les importa.
-¿Hubo fugas del Partido Nacional?
-Hubo. Pero el grueso de la fuga fue del Partido Colorado.
-¿Y eso cómo se explica? ¿No terminaron de convencerse del relato coalicionista?
-La coalición es una entelequia para gobernar entre los partidos. Tiene gente que se siente coalicionista, pero para la gente que está alejada de la política eso no dice nada. No existe un espíritu coalicionista, salvo en Ojeda.
-¿Delgado no representaba un espíritu coalicionista?
-Pero Delgado es el gobierno. Coalicionista es el que asume que no gana y está ahí para apoyar.
-¿Es clave cómo le vaya ahora a la coalición para el 2029?
-Sí, y es clave quién la lidere, que creo que va a ser Luis Lacalle Pou. Por eso en algún momento va a tener que asumir su banca para tomar las riendas. Porque además él, en la práctica es el padre de la coalición, aunque Sanguinetti fue el de la idea. Es el sostén. Y va a ser su preámbulo para su campaña.
-¿Para la sobrevida de la coalición le parece muy importante que Lacalle Pou esté en el Senado?
-Tiene que estar en la negociación en el Parlamento. Sí. Ahora, lo que él va a hacer solo él lo sabe.
-Rafael Porzecanski aseguró este jueves a Búsqueda que tenía la “impresión” de que el Frente Amplio tiene un plus, seguramente vinculado a su “marca partidaria”, que hace que si desde el gobierno enfrenta una situación similar al actual -por ejemplo, alta aprobación presidencial-, eso sí redundaría para ellos en una “ventaja” en cualquier balotaje, y nunca a la inversa. ¿Comparte?
-No sé bien qué quiso decir. Supongo que el Frente Amplio estaría en mejores condiciones de capitalizar los buenos logros de la coalición. Pero ahí hay un tema. Una cosa es la aprobación de la gestión de Lacalle Pou, que es superior al 50%. Pero cuando preguntás por áreas concretas de gestión, la satisfacción no es tan grande. Le va bien al presidente, pero hay muchas expectativas no satisfechas. Sobre todo en seguridad y economía. Hay gente que te dice que no llega a fin de mes, o que no le da la plata para comprar lo que antes compraba. Nosotros veíamos que en muchos lugares la gente no se siente segura, ni tiene un empleo seguro ni está satisfecha con lo que gana. Eso no quiere decir que el presidente no tenga una imagen muy bien evaluada. Es una disociación. Puede ser loco, pero las dos cosas están conviviendo. Y esto explica por qué no ganaron. Porque hubo una desconexión. Estaban tan convencidos de que hicieron todo bien que no dieron expectativa de mejora, de cambio, de futuro. No dieron esperanza de futuro. Si vos decís: “Reelegí un buen gobierno”, y con este gobierno no me siento segura, no llego a fin de mes, no sé si voy a tener trabajo, ¿de qué buen gobierno me hablás? El presidente un crack, sí, me encanta. Pero eso no alcanza.
-¿Delgado debería haberse asociado más a la imagen del presidente?
-No. Porque la gente tampoco es tonta. La gente sabía que estaba eligiendo a Álvaro Delgado. Lo que tendrían que haber hecho es presentar más propuestas y animarse a ser un poquito autocríticos y prometer cambios. No grandes cambios, mejoras, retoques.
-Pero lo intentaron, ¿no le parece? Hubo propuestas para jubilados, estudiantes, la creación de un grupo antimafia...
-Eso no lo entiende nadie... Hay que pensar lo que define la gente menos educada y más alejada de la política.
-¿Algo más bajado a tierra, dice?
-Sí.
-¿Como las 50 medidas prioritarias de Orsi?
-Sí. O con el énfasis en trabajar en temas de pobreza infantil con cosas más concretas.
-¿Qué perspectivas se le abren a Lacalle Pou ahora?
-Las mejores. Se va allá arriba.
-¿Incluso mejores que si hubiera ganado Delgado o es muy contrafáctico pensarlo?
-No sé. El riesgo de si ganaba Delgado era que si le iba muy mal hubiera sido muy difícil convencer a la gente de votar de nuevo al Partido Nacional. No estoy diciendo por eso que él prefería esta situación. Estoy segura que no.
El “camino” de la coalición para luchar por la IMM
-El ciclo electoral no termina, porque en mayo están las elecciones departamentales. En el Partido Nacional está el temor de que el golpe del balotaje se traduzca en pérdidas de intendencias. ¿Está fundamentado ese temor?
-El partido empieza de nuevo. El voto departamental es distinto al de las elecciones nacionales. Ahora juegan el líder local y el caudillo, y el propio líder retoma las riendas de la campaña que soltó en octubre.
-¿Qué oportunidad puede tener el Partido Nacional en Montevideo?
-La única manera de ganar en Montevideo para la coalición es construir un camino. Es aceptar que la primera perdés y luego te quedás. Que no se está para una sola elección. El problema es que han tenido gente muy fuerte, como Laura Raffo, Pedro Bordaberry y Edgardo Novick...
-Que luego no se mantienen... ¿Deberían hacer como Lacalle Pou a nivel nacional, que perdió en 2014 y luego ganó en 2019?
-Yo creo que sí.
-Y en el caso de Martín Lema, que es el dirigente por el Partido Nacional que más parece estar encaminado, ¿tiene buenas perspectivas para la elección de mayo?
-No, a ver. Hoy no gana. Montevideo es un departamento que replica lo nacional. Entonces es muy difícil; no estoy diciendo que sea imposible. Pero sí muy difícil. Ahora, si no empiezan, se van a encontrar siempre con la misma dificultad. Yo creo que Lema tiene características personales y aptitudes como para poder dar la batalla, con mucha chance de perderla.
-¿Lema debería apuntar a 2030, entonces?
-Creo que sí.
“Ripoll no funcionó; no sé si era la persona adecuada”
-¿Tuvo incidencia, para un lado u otro, el efecto de la designación de Valeria Ripoll y la campaña que luego llevó adelante?
-Algunos te van a decir que sí. Yo creo que lo están usando de chivo expiatorio y me parece injusto. Ella hizo lo que le pidieron; hizo un terrible campañón en los lugares donde al Partido Nacional le cuesta ir. No la estoy defendiendo. Pero es muy fácil decir que la culpa es de Ripoll o de Delgado por haberla elegido.
-¿Estratégicamente funcionó?
-No, no funcionó. Ella recorrió los barrios complicados de Montevideo y el Frente ganó muy bien ahí.
-¿Hubiera funcionado otro candidato a vicepresidente?
-Y es muy difícil. Pero el problema es que no sé si ella era la persona adecuada para lo que se necesitaba. Hay un tema también con los conversos, que son los menos queridos. Una exfrenteamplista, que se va y compite contra el Frente Amplio, para la gente de izquierda es una traidora. Es muy difícil que logre dar vuelta un voto. Pero no sé si su discurso, que es el habitual, sindicalista, era el adecuado.
-Con el diario del lunes, ¿qué perfil cree que hubiera funcionado?
-Un perfil social más bien asociado a causas sociales y no tanto sindicales. No sé, un ejemplo: Elsa Capillera. Alguien que llegaba a esas mismas zonas, pero sin hablar de izquierda o derecha.
-La gente terminó votando un cambio. ¿Qué quiso cambiar?
-No quería un cambio radical. Los votantes del Frente quieren mejoras. El uruguayo nunca quiere grandes cambios. No somos Argentina. Acá se buscan ajustes, mejoras, retoques, encarar tal tema más hondamente, pero no cambios radicales. Y las preocupaciones de la gente pasan por la economía y la seguridad. La seguridad primero, con cierta tolerancia porque se reconoce que es muy difícil y nadie ha podido. Con la economía se es menos tolerante.
-¿Cómo proyecta el humor social de la gente en el período que viene, teniendo en cuenta que no se buscaron grandes cambios? No debería haber tampoco grandes frustraciones
-No va a haber grandes frustraciones, lo que le deja cierto changüí o margen al Frente.