La historia es conocida y no tiene que ver solo con política, sino también con el obvio peso que tiene la imagen en las campañas presidenciales. El 26 de setiembre de 1960, en los estudios de la WBBM-TV de Chicago, el demócrata John F. Kennedy y el republicano Richard Nixon celebraron el primero de tres debates. La frescura, juventud y la comprensión del medio por parte de Kennedy, contrastaron con un Nixon que se vio mucho más avejentado de lo que era (no permitió que lo maquillaran, empezó a sudar en el medio de la contienda y usó un traje gris que se confundía con la escenografía). El martes 8 de noviembre Kennedy ganó, obteniendo 303 votos electorales contra los 219 del republicano.
En Uruguay los politólogos coinciden en que los debates no suelen mover la aguja, puesto que el público que los mira es el más informado y también el que tiene su voto ya decidido, no obstante, ante la paridad que existe entre la fórmula del Partido Nacional y la del Frente Amplio de cara al 24 de noviembre, en los equipos de campaña piensan que cualquier error en la noche de mañana —en la contienda que se transmitirá en cadena nacional entre Álvaro Delgado y Yamandú Orsi— puede generar pequeños, y a la vez insalvables, movimientos en el electorado.
1980
Si de debates televisivos hablamos, el primero con gran relevancia en Uruguay fue el del 14 de noviembre de 1980, en los estudios de Canal 4, donde se cruzaron el colorado Enrique Tarigo y el nacionalista Eduardo Pons Etcheverrey, con el coronel Néstor Balentini y el consejero del gobierno de facto Enrique Viana. El ambiente lo impusieron los dos políticos, que no dejaron de fumar provocando una “neblina” que se apoderó de todo el set de filmación. En medio de esta, se atrevieron a defender la democracia en horario central.
“A mí, antes que el comunismo y la subversión, me preocupa la democracia, que en este país hace muchísimos años que no existe”, dijo enfático Tarigo, luego de escuchar, de frente, en una mesa diminuta, a sus interlocutores exponer argumentos de por qué había llegado la dictadura, en vez de por qué no se iba. Pons Etcheverry se colocó en el límite al hablar de los “rinocerontes”, en referencia a la obra de Eugène Ionesco, que en ese momento estaba cartel. Era una sátira y un canto de resistencia contra los regímenes autoritarios. Dos semanas después ganó el “No” a la reforma constitucional, que también era un no a los militares.
1984
En 1984, rumbo a la restauración democrática, no hubo debates entre candidatos, pero sí es muy recordado uno moderado por Néber Araújo, que se desarrolló en Canal 12 a menos de una semana de la firma del Pacto del Club Naval. Allí se enfrentaron el expresidente Julio María Sanguinetti y Alambert Vaz, del Partido Nacional. De cara a unas elecciones con Wilson Ferreira Aldunate y Líber Seregni proscriptos, Vaz leyó una carta del nacionalista escrita desde la cárcel. Allí señalaba, entre otras cosas, que el “absurdo” pacto “Medina-Sanguinetti” comprometía “gravemente el futuro de todo el país”. Se refería a Hugo Medina, entonces comandante en jefe del Ejército. Sanguinetti contestó a esto con dureza y lanzando una suspicacia: “El señor Ferreira, que no razona con tranquilidad, que usa adjetivos impropios, desliza cosas a veces con ironía y una profunda injusticia. Habla del pacto Medina-Sanguinetti, ¿qué tendría para decir yo del pacto Ferreira-Álvarez que él intentó?”.
1989
El ambiente, obviamente, no estaba para debates en 1984. Pero en 1989 esto cambió, y el esgrima verbal entre candidatos a la Presidencia de la República se extendió. El gran protagonista fue el colorado Jorge Batlle, que en el programa de televisión “En vivo y en directo” se enfrentó a todos: a los blancos Luis Alberto Lacalle Herrera, Carlos Julio Pereyra y Alberto Zumarán; al frenteamplista Líber Seregni; y a Hugo Batalla, que ya había dejado la coalición de izquierda y era el aspirante al poder del Nuevo Espacio. El País tituló un día después de la contienda: “Un debate sin agresiones”. A nivel interno, algunos criticaron luego a Batlle por haber elogiado más de una vez a su rival. Incluso llegó a destacar los méritos de Lacalle Herrera “para cualquier actividad en el país, política y no política”.
A 35 años de aquel suceso, Lacalle Herrera lo recuerda así: “Jorge, que era un hombre muy culto, muy preparado, de una memoria prodigiosa, nunca se quedaba callado. Siempre sacaba una respuesta. Daba la impresión de que sabía de todo. Y yo tenía 20 años menos… Yo tenía un poco de temor por la memoria y la gran utilización de datos que hacía Batlle, que si no sabía un dato metía igual para adelante”.
“El estudio de Canal 12 tenía una gran mesa en forma de herradura. En el medio estaba Neber y cada uno de nosotros en el exterior de ese semicírculo. Era una misma mesa continua, no era uno frente al otro. Yo llegué primero —rememora el expresidente—. Tenía una carpeta en la mano con datos. Tuve la mala idea de ponerla arriba de la mesa. Cuando Batlle entró y la vio, se puso hecho una furia. No me saludó. Ni me dijo ‘buenas tardes’. ‘Yo dije que era sin papeles’, se quejó. Le dije, ‘¿estás nervioso?’. Los pronósticos eran de masacre de Batlle. Al final, como quedó contado en las crónicas, se vio que en muchas cosas pensábamos bastante parecido: sobre la reforma del Estado, el pensamiento liberal… Sin darse cuenta Batlle dos o tres veces se le escapó, ‘como dijo bien Lacalle…’. Como que concedió lo que yo decía. El hecho es que los pronósticos eran 10 a 0 a favor de Batlle y se lo empaté, o sea se lo gané. Puedo hablar con tranquilidad porque después lo hice presidente”.
1994
Cinco años después, en 1994, Tabaré Vázquez intentó por primera vez hacerse con la Presidencia de la República, y se enfrentó a dos debates, uno frente a Juan Andrés Ramírez, del Partido Nacional, y otro ante quien resultaría ganador, Sanguinetti, que en el fragor de la contienda se refirió una y otra vez al “modelo socialista y leninista”, y al riesgo de caer en el marxismo en caso de que ganara el Frente Amplio.
“Me acuerdo todo de ese debate y también de lo que pasó antes. Fue mi segunda campaña presidencial, entré a ella como favorito y como consecuencia, igual que pasa con el malla oro en el ciclismo, me pegaban de los dos costados, desde el Partido Nacional y el Frente Amplio. Por esto fue que la presunta diferencia que parecía yo tener se fue agotando. Tanto así que en un momento Oscar Bottinelli advirtió que las líneas se iban a cruzar y que podría haber un favoritismo para el Partido Nacional”, recordó Sanguinetti en diálogo con El País.
“Lo que pasaba era que nuestra fórmula estaba sufriendo una hemorragia por derecha, no por izquierda —continuó—. La inclusión de Batalla, que generaba tanto entusiasmo en el ala más batllista, generaba resquemores en los más conservadores del partido, y eso estaba operando a favor de la candidatura del doctor Alberto Volonté. Razón por la cual era necesario procurar un hecho disruptivo en la campaña. Por eso mi objetivo en ese debate no era ganar, era tratar de parar la hemorragia de votos mostrando que Sanguinetti era un demócrata mil por mil, como siempre había sido, y que era un claro adversario histórico de todo lo que era cercano al marxismo. Yo no sé si gané ese debate, pero sé que me salvé de perder. Fui a hacer lo que hice. Incluso yo reclamé el debate, con insistencia y persistencia. El doctor Vázquez en realidad no quería”.
Sanguinetti recuerda que el reclamo que hizo a Vázquez para debatir incluyó dar un montón de concesiones al frenteamplista, como que este eligiera el canal de televisión, el formato y hasta el moderador, que fue Jorge Brovetto, entonces rector de la Universidad de la República, y quien luego incluso terminó siendo presidente de la coalición de izquierda.
Ese año también debatieron Vázquez y Ramírez, que quedó segundo en el Partido Nacional tras Volonté. El País tituló ese día: “Ramírez quiere gobernar buscando acuerdos y Vázquez por plebiscitos”. En las páginas internas se citaba una encuesta que señalaba que para el 35% de los montevideanos el debate lo había ganado el frenteamplista, para el 31% había sido empate y para el 25% el triunfador había sido el nacionalista. Esto había sido el 22 de noviembre. Unos días antes, el 11, El País tituló que Volonté había rechazado un debate propuesto por Sanguinetti.
“Nadie iba a debatir, pero Vázquez quería hacerlo de cualquier manera y Ramírez le aceptó. Yo entendí que Vázquez quería una exposición mayor. Después Sanguinetti me pidió debatir y le dije que no, porque si no aceptaba con Vázquez no iba a aceptar con ninguno. Ese año también estuvo el debate Sanguinetti-Vázquez. Si esos debates movieron la aguja, es algo que yo no sé”, dijo Volonté a El País.
Ese año los resultados arrojaron casi que un triple empate: Sanguinetti sacó el 32,3%, Volonté 31,2 y Vázquez 30,6. Fue la última elección con ley de lemas y para 1996 se llamó a un plebiscito constitucional en el que ganó el Sí y se fijó el régimen actual: elecciones internas, candidato único a la Presidencia, gana el que obtiene el 50% más uno de los votos en primera vuelta y si esto no pasa se va a un balotaje. Volonté luego debatió en 1996 con Vázquez, defendiendo esta reforma. En las primeras internas de 1999, Volonté quedó tercero, tras Lacalle Herrera y Ramírez. La reforma permitió el triunfo de Batlle en ese año.
1999, 2004, 2009 y 2014
Rumbo al balotaje de 1999, Batlle se negó a debatir con Vázquez —antes, camino a la primera vuelta, este tampoco aceptó hacerlo con Lacalle Herrera. En las siguientes elecciones, las de 2004, Vázquez, siendo el claro favorito, no aceptó el convite de Jorge Larrañaga. En 2009, José Mujica sostuvo que debatiría solo si esto le convenía, y finalmente declinó hacerlo cuando Lacalle Herrera se lo propuso.
“Yo no creo en los debates. Me acuerdo cuando el “Ñato” (Eleuterio Fernández Huidobro) estaba en Senado, no quería discutir nadie con él. ¿Por qué? Porque era insoportable para discutir. Tenía una muy buena dialéctica. Pero eso no te garantiza ser un buen gobernante. Lo único que te garantiza es que sos un buen discutidor. (Hipólito) Irigoyen casi no dijo discursos y cambió la política Argentina”, señaló Mujica a El País.
En cuanto a su negativa de debatir con Lacalle Herrera, añadió: “Seguro que dije que no. ¿Si voy ganando para qué voy a discutir?”.
En 2014, en tanto, Vázquez no quiso debatir con el hoy presidente Luis Lacalle Pou. Ese año, incluso, hubo en el Ateneo un evento con todos los candidatos menos Vázquez, y su ausencia se dejó en evidencia con un atril vacío. Allí mismo, Pedro Bordaberry, candidato por el Partido Colorado, le propuso debatir a Lacalle Pou.
“Cada uruguayo tiene derecho a conocer lo que pensamos, lo que proponemos antes de decidir su voto (…) Por eso Luis, te invito la semana que viene a debatir, a confrontar con altura, en una buena, y de esa forma mostrarle a quien no vino hoy que el ciudadano, el uruguayo, merece que confrontemos, que comparemos”, dijo el hoy senador. Lacalle Pou no aceptó.
2019
En 2019 volvieron los debates presidenciales. Además de los que se realizaron previo a la interna —pero entre precandidatos de partidos distintos— y enfrentaron a Talvi con Oscar Andrade y a Larrañaga con Carolina Cosse, rumbo a octubre Daniel Martínez y Lacalle Pou aceptaron el cruce. El hoy presidente se mostró bastante más seguro en sus planteos, pegándole a la gestión del Frente Amplio tras 15 años de desgaste y haciendo promesas claras en cuanto, por ejemplo, no subir impuestos. Martínez, en tanto, defendió los gobiernos de la coalición de izquierda y dijo que la elección era entre “volver al pasado” y “la posibilidad de seguir el proceso de crecimiento económico y de justicia social que comenzó en 2005”. Talvi se enojó por haber quedado fuera de la contienda, y sostuvo que iba a debatir con el blanco y el frenteamplista así los tuviera “que ir a buscar debajo de la cama”. Finalmente, no debatió con ninguno.
Luego, rumbo al balotaje, se hizo otro debate, dada la aprobación de una ley propuesta por el hoy diputado electo Fernando Amado que obliga a esta instancia siempre y cuando haya una segunda vuelta. Lacalle Pou repitió la estrategia al señalar debilidades de los gobiernos del Frente Amplio, mientras Martínez optó por presentar las cifras económicas y a nivel de empleo que existían antes de la primera asunción de Vázquez el 1° de marzo de 2005.
El momento más tenso fue cuando Martínez denunció corrupción en el gobierno del Partido Nacional de Lacalle Herrera, refiriéndose particularmente a los casos Focoex y al cierre del Banco Pan de Azúcar, a lo que Lacalle Pou lo interrumpió diciéndole: “Mirá que ustedes están hasta las manos”. Enseguida cuestionó el vínculo de los gobiernos frenteamplistas con Venezuela. El evento fue en Estudio 9, donde hoy Orsi y Delgado se verán las caras.