Ambos fueron directo desde sus casas y llegaron al Estudio 9 más o menos a la misma hora, aunque con algunas diferencias al momento de entrar: Álvaro Delgado hizo breves declaraciones a la prensa desde la ventanilla de su camioneta —celebró la instancia para que “la gente pueda elegir con información”— mientras que Yamandú Orsi respondió al requerimiento de los periodistas formando un ángulo recto con sus manos —con golpecitos, como quien pide tiempo— sin bajar el vidrio de la puerta.
La entrada de ambos, mientras caía una llovizna fina, ocurrió entre las 19.30 y 19.45, al final de una jornada que, también para los dos, fue tranquila, luego de una semana dedicada fundamentalmente a la preparación de este “duelo” —que se concretó a una semana exacta del balotaje.
Como suele ocurrir con los debates, las impresiones de ambos comandos —y de las respectivas dirigencias y militancias— fueron positivas: los candidatos “estuvieron bien”, mejor que el otro, se aferraron al libreto preconcebido y casi no cometieron errores —o ninguno considerado importante.
En el comando de Orsi, por ejemplo, se mostraron muy satisfechos por su desempeño: vieron a un candidato “sin fisuras” y exponiendo en términos claros sus planteos. “Fue a hacer lo que tenía que hacer”, señalaron desde su entorno, en donde entendieron que pudo interpretarse como debilidad de su contrincante que haya hecho continuas referencias a las bases programáticas del Frente Amplio (FA) en lugar de centrarse en su propio programa, como declaró por su parte el senador del MPP Alejandro Sánchez al retirarse: “Delgado se pasó recordando el programa del FA”.
En el comando del exsecretario de la Presidencia se valoró que todo salió como fue planificado, incluso la referencia a que Valeria Ripoll fue elegida por él y que no era un “repuesto” —como declaró José Mujica en referencia a la exconductora del informativo de Canal 10, Blanca Rodríguez, este fin de semana a El País—, algo que se decidió incorporar al debate a último momento.
En el entorno de Delgado también se subrayó que Orsi “leyó” sus intervenciones, en tanto que al oficialista se lo vio más suelto. El senador electo Martín Lema, en su cuenta de X, resumió ese optimismo de esta manera: “Álvaro Delgado demostrando, una vez más, estar preparado para ser Presidente, mientras que Yamandú Orsi sigue entreverado entre la lectura de papeles y no salir de su lógica departamental”.
Una vez en el estudio, cuando los candidatos hacían sus últimos aprontes, hubo un silencio “casi tenso” que se rompió con un chiste de Delgado —según reconstruyó El País—, quien recordó que esa extraña situación de disciplina y quietud ante una cámara que se estaba por encender era como revivir los tiempos escolares.
El debate (de hora y media) tuvo tres bloques y dos tandas comerciales —de siete minutos cada una—, momento en que los postulantes repasaban lo hecho y lo que se venía con sus allegados. (Cada candidato tenía en el recinto seis asesores de confianza, que en ambos casos eran integrantes de los comandos de campaña).
En el caso de Orsi, estos intercambios tácticos se hicieron solamente con el senador Sánchez, jefe de su campaña, quien se encargaba de transmitirle evaluaciones del resto de los asesores —la candidata a vicepresidenta Carolina Cosse, Camilo Cejas, las legisladoras Liliam Kechichian y Cristina Lustemberg, y Gabriel Oddone, el futuro ministro de Economía en caso de que Orsi gane las elecciones.
Delgado, en tanto, recibía el apoyo de casi todos sus técnicos y dirigentes más cercanos —entre los que estaban Ripoll, su eventual ministro de Economía Diego Labat, el coordinador de los equipos técnicos Agustín Iturralde y el publicista Diego Silva—, aunque antes del mensaje final —tras la última tanda— Delgado tuvo un “prolongado mano a mano” con Nicolás Martínez, su jefe de campaña.
En uno de estos momentos fue que Delgado recibió una corrección que apuntaba a su mirada: por momentos se olvidaba de la cámara y fijaba la los ojos en los moderadores, lo que se entendió como un error para el lenguaje televisivo, y él enmendó de inmediato.
Los momentos finales
Una vez que ambos presidenciables se dieron el saludo —Delgado caminó unos pasos hacia el estrado de Orsi—, el equipo del FA se retiró rápidamente. La primera en hacerlo fue Cosse, y luego siguió el senador Óscar Andrade, Sánchez, el exfiscal de Corte Jorge Díaz —entre tantos— y finalmente Orsi.
Delgado se tomó su tiempo. Recibió el abrazo de los líderes de la coalición, y dos particulares mensajes de aliento de Andrés Ojeda (Partido Colorado) y Pablo Mieres (Partido Independiente). El primero hizo referencia a la “solidez” el candidato demostró en los intercambios, mientras que Mieres le comentó que en todo momento se había mostrado “contundente y firme”, transmitiendo una “imagen de presidente”.
La fórmula frenteamplista se trasladó hasta la Huella de Seregni a celebrar con sus militantes, mientras que Delgado y Ripoll se abrazaron —y cantaron canciones de hinchada— con los suyos en la misma calle, en donde los esperaban con bengalas de humo, fuegos artificiales y banderas.
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