Por Rosina de Armas
Lucía Topolansky, exvicepresidenta de la República, está embanderada con la precandidatura de Orsi. Es su apuesta para que el Frente vuelva al gobierno. En la víspera del Congreso del MPP, recibió a El País en su chacra. Aseguró que “no se explica la falta de acuerdo” para designar a un nuevo fiscal de Corte. Y que si la reforma de la seguridad social se aprueba y su partido gana, el 2 de marzo habría que presentar un proyecto de ley para modificarla.
-Hace un año renunció a su banca en el Senado. ¿Cómo ha sido su vida luego de dar este paso?
-Estuve 22 años en el Parlamento. Voy a cumplir 79 y en la vida hay que tener momentos para llegar y para irse. La contingencia de la pandemia me afectó mucho. No podía trabajar, porque siempre tuve lo que di en llamar un despacho de puertas abiertas: podía recibir a 10 o 12 personas en un día y me gustaba ir al lugar de los hechos, que te cambia la perspectiva. Pero no corté la vida política. Eso lo tenés adentro hasta el día en que te vas, porque es parte de tu esencia. Sigo lo que pasa en el Parlamento y, la verdad, pienso que hoy la vida parlamentaria está bastante desconocida.
-¿En qué sentido?
-No me puedo explicar la imposibilidad para llegar a acuerdos. Siempre estuve en las negociaciones y, antes o después, llegábamos a acuerdos.
-¿Y a qué cree que se debe que esto no sea así?
-Es una pregunta para la que no tengo respuesta. No sé si es la composición, si hay mucho legislador nuevo, si hubo una renovación fuerte, si los ánimos están más crispados… Lo cierto es que es perjudicial para la vida política. Cuando el Frente Amplio llegó al gobierno no había fiscal de Corte, porque Peri Valdez había renunciado y era un brutal problema. Se empezó a trabajar hasta que se logró nombrar al fiscal Rafael Ubiría y luego se nombró a Jorge Díaz. Es decir que hubo negociaciones que permitieron sacar ese tema adelante. Y ahora veo que se va a terminar el período sin que podamos nombrar al fiscal. Y no porque no haya habido propuestas. Daría la impresión de que no hay talante como para ceder un poco. Podés imponer en las cosas que tenés mayoría, pero en las que precisás una mayoría especial estás frito.
-¿Le convence la opción de que asuma un triunvirato en fiscalía?
-No, no. Si no podés nombrar a uno, ¿vas a nombrar a tres?
-Podría estar la opción de que cada partido designe a uno.
-Eso partidiza. Y no hay nada peor que una Fiscalía partidizada. Eso me parece que le quita la sustancia al organismo, que tiene que tener neutralidad.
-¿Esa tirantez en el Parlamento es de todos los partidos?
-No sé, porque se ha negociado de una forma distinta. Es de coalición a coalición: yo por el Frente Amplio y Gustavo Penadés por la coalición. Yo no tenía problema, porque el Frente me había elegido y me respaldaba; pero no sé cómo le va ahora a Penadés, que es un senador súper habilidoso. Lo vi muy acorralado.
-¿Por quiénes?
-Por la realidad, por lo que le estaba pasando, porque no puede destrabar. No es que hubo un nombre único propuesto. Ubiría era afín al Partido Nacional, (pero se lo designó) porque era el acuerdo posible. Quisiera ver un gesto de esos.
-¿Eso no contradice el planteo de la partidización de la Fiscalía?
-No… En un país de tres millones y medio de habitantes, si encontrás un neutral absoluto te tengo que regalar unas cuantas lucas. Pero hay gente que sin ser neutral está más allá del bien y del mal. No estoy en la interna de esas discusiones. Pero los vetos existen. Se ha trabado de una manera hasta perversa. Nosotros tuvimos en su momento algunas trabas, pero nunca una traba de no poder hacer nada con las mayorías especiales.
-¿La Fiscalía se está viendo perjudicada por no tener un fiscal de Corte designado?
-Creo que la Fiscalía se ve perjudicada porque no es lo mismo un fiscal acordado, con el respaldo de una Asamblea General, que un fiscal subrogante. El día a día no creo que lo perjudique, pero genera falta de solidez.
-¿El Parlamento votará la reforma de la seguridad social?
-En este momento están faltando los votos de Cabildo Abierto. Me doy cuenta de que todavía hay temas abiertos y otros que no han sido considerados. Por ejemplo, estamos en un momento en que hay cambios brutales en el mundo del trabajo, y no sabemos cómo va a ser en 10, 15 años. Entonces, si un proceso productivo incorpora una automatización determinada y expulsa de su cadena a “x” cantidad de trabajadores, tengo que discutir ese punto a la hora de una reforma jubilatoria. Creo que los robots tienen que aportar algo a la seguridad social, como aportan los cajeros automáticos, por ejemplo. Ese tendría que haber sido uno de los puntos claves de la discusión y quedó al borde del camino.
-¿Haría mella en la recaudación?
-Habría una recuperación. Pero también pensamos que se deben pensar negocios que haga el Estado para conformar fondos previsionales de futuro. Los noruegos lo hacen. Nosotros podríamos pensar en la generación de dividendos para un fondo que apuntale a los sistemas previsionales. Después hay que revisar todas las exoneraciones. Estoy de acuerdo con ellas, pero a veces parece que quedan de por vida. Por ejemplo, la educación pública tiene un aporte altísimo a la seguridad social y la privada no paga. ¿Por qué? Equilibremos.
-¿Lacalle tiene razón en que el Frente está deseando que se apruebe?
-Nosotros pensamos que hay que hacer una reforma, que hay que abordar el tema. Incluso se votaron algunos artículos en el Senado. Pero esta, con estos contenidos, nos parece que va a traer los mismos problemas que la anterior reforma de Saldain. Esas partes del discurso del presidente en ADM… Primero, no me gusta mucho la lógica de que el presidente de todos los uruguayos partidice sus exposiciones. Eso me cae bastante espeso. Porque atribuye intenciones, lo que no se debe. Además está todo el tiempo hablando del Frente. Hable de su propuesta, señor, que para algo la tiene. Yo lo trato de usted. Me molesta un poco cuando tutea a alguien que es mayor que él. Parece un tema de cancherismo.
-¿El Frente debió ser más duro al plantear su postura sobre la reforma, como sostienen algunos sectores?
-El Frente ha planteado y va a seguir planteando sus posturas. Pero llega un momento en que hay unos numeritos mágicos que marchan. Es una mayoría simple: tenés 16 votos en el Senado, 50 en Diputados, y podés escribir la ley en checoeslovaco que igual sale. Estamos cerca de ese momento. La impresión que queda es que la discusión todavía está verde. Lo que tenemos que hacer, si esta ley es aprobada, es estudiarla a fondo y ver qué cosas hay que modificar para ponerlas en el programa. Y al ganar el gobierno, que es una de nuestras aspiraciones, modificarlas.
-Para ello se han planteado distintos caminos, desde intentar modificar aspectos de la ley hasta impulsar un plebiscito para reformar la Constitución. ¿Está de acuerdo con esta vía?
-No, yo personalmente creo que habría que modificarle todas las cosas que hay que modificar mediante una ley. Lo más rápido posible. Si la puedo tener el 2 de marzo de 2025, que sea el 2 de marzo.
-Dentro del FA también hay diferentes posturas. ¿Se podrá llegar a un consenso?
-Nosotros somos los magos de la discusión. Hace 52 años que somos coalición. Siempre a la larga tratamos de buscar un camino de acuerdo. Porque si tú sos un ámbito organizado, la democracia pasa por mayorías y minorías.
-¿Qué reforma estructural se tiene que encarar para el período 2025-2030 si es que el Frente Amplio vuelve al poder?
-He estado pensando una idea y con alegría he encontrado que otros por fuera del MPP piensan lo mismo. El otro día leí a Alejandro Ruibal hablando sobre la necesidad de una agencia de infraestructura. Pienso exactamente lo mismo, sería algo útil para mirar el escenario completo, a largo plazo.
“Es muy fácil hablar cuando los actores ya no están”
-El País informó sobre la declaración de Mario Layera, que le atribuyó la responsabilidad política a Eduardo Bonomi por los encuentros entre González Valencia y el mafioso Morabito. ¿Qué reflexión te merece este caso?
-No he estado en el detalle de eso, porque no me metí en su momento ni me metí ahora. Eso tiene una investigación judicial; que siga en marcha. Y no voy a decir más porque me parece que no da. Es muy fácil hablar cuando los actores se fueron.
-¿Lo dice por la declaración de Layera sobre Bonomi?
-No, no sé. Layera habrá tenido sus razones y es una persona sumamente respetable, no tengo nada contra él. Hay un proceso, es un caso complejo. Además se dijeron muchas imprecisiones. No quiero que se interprete como que le quiero pegar a algún periodista, pero que un periodista se asombrara de que hubiera visitas sanitarias… Es más bien parte de la ignorancia. Te lo ponen como una novedad, como que este era narco y pagaba. No, no… Es parte de la imprecisión que a veces tienen las cosas. Por eso soy cauta.
-Pero el foco no estaba sobre la visita, sino en el uso que se le daba...
-Vi una cantidad de versiones. Pero no quiero opinar más de eso porque me falta información. Nunca estuve en el seguimiento de los temas del Ministerio del Interior. Las cosas precisan cierto marco de especialización.
-¿No le parece un escándalo? Así lo calificó Luis Alberto Heber...
-A Heber lo conozco desde hace 20 años en el Parlamento. Hay que recordar lo que eran sus intervenciones en sala, todo era escandaloso. A mí no me extraña en lo más mínimo.
-Entonces, ¿no es un escándalo?
-No, yo así no… No analizo con esos términos. Lo mío es completamente distinto, lo analizo con otros términos. Me preocupa… me preocupa muchísimo la falta de responsabilidades políticas en los casos de Marset y Astesiano. Y me preocupa que el presidente Lacalle Pou y el ministro Heber me digan que se cambia la cúpula policial para refrescar, y que todavía me lo digan en inglés. Eso sí es preocupante.
“Con razón y corazón”, la consigna del MPP y Orsi
-¿Por qué Orsi en 2024?
-Es un compañero con una formación política sólida. Tiene 20 años en la conducción de Canelones, un departamento peculiar porque es como un resumen del país, un pequeño Uruguay. Es profesor de historia, tiene una formación personal sólida y muchos años de militancia. Como casi todos los docentes, tiene facilidad de comunicación. La política no son solo los programas y lo que puedas explicar de la propuesta, sino también la empatía, el afecto, la confianza. Tiene una vida política larga por delante y creemos que la gente lo va a entender, va a generar un ida y vuelta. Nosotros siempre levantamos esa consigna: con razón y corazón.
-¿Por qué Cosse en 2019 y Orsi en 2024?
-En 2019 estuvimos buscando e inclusive hablamos con Yamandú, pero prefirió consolidar su experiencia en la intendencia. No teníamos candidato, entonces teníamos dificultad para elegir entre los cuatro propuestos. Hicimos un documento pensando en lo que estábamos buscando. La que lo entendió mejor fue ella y decidimos acompañarla, porque habíamos sintonizado. Pero nuestro acuerdo fue hasta las internas. Le dimos determinadas recomendaciones, como que armara una lista. Y en una semana quería cerrar todos los acuerdos pero no teníamos esa posibilidad. Ella cerró con el PCU, estaba en la libertad de hacerlo. No teníamos ningún compromiso. Para nosotros alguien puede ser ministro y mañana no ser nada. No son carreras.
-¿Cosse lo concebía así?
No, no, no. Ella lo entendió porque el pacto estaba clarito: era hasta ese día y punto. Todos los sectores vinieron a hablar con nosotros. Porque cuando tenés una lista fuerte todos te vienen a hablar. Por ejemplo, nosotros en Soriano ya hace dos elecciones que vamos en acuerdo con el Partido Socialista: ellos tienen el titular y nosotros el primer suplente. Se tejen esos acuerdos. Cuando más tiempo tenés en la política, más experiencia adquirís en eso. A los compañeros que tienen listas nuevas a veces les cuesta. La Amplia, la lista de Carolina, era una lista que empezaba. Cerró y cerró bien, sacó una senadora.
-¿Tiene Cosse el defecto de no tener estructura propia?
-Ahora tiene. Eso te ayuda. En la segunda elección después de la dictadura, el FA decidió llevar encabezando todas sus listas a Danilo Astori, que no tenía lista propia. ¿Por qué? Porque reunía determinadas condiciones en las que todo el mundo estaba de acuerdo. El que pagaba era la lista que sacara más votos. Pero eso se puede dar en determinadas circunstancias con algunas personalidades.
-¿Por qué el Partido Comunista (PCU) ganó en las pasadas elecciones internas del FA, después de años de liderazgo del MPP?
-No me preocupó demasiado. Salió de presidente a quien nosotros apoyábamos, que era lo que más nos preocupaba.
-Pero el PCU también apoyó a Fernando Pereira…
-Sí, sí… Pero nosotros lo que queríamos en esa elección era que saliera Pereira y salió. Después tuvimos menos votos. Es la alternancia de la democracia. Acá se llenan muchos la boca, pero en el ejercicio es eso: en el FA votamos para todo.
-Tiempo atrás, con el PCU no tenían trato. Los trataban de “ultras”. ¿Son los comunistas los “ultras” del actual panorama político?
-No, no. Yo no utilizo clasificaciones de esas. La palabra radical, si se refiere a que sos coherente con las raíces, la podría aceptar. Pero está mal usada porque la utilizan despectivamente. Creo que hay matices dentro de ese abanico de posturas que tiene la izquierda progresista de Uruguay. Podemos coincidir en una cantidad de cosas, en otras tendremos puntos de vista distintos, pero todos somos conscientes de que de a uno no vamos ni a la esquina. Esa es la virtud del FA. La virtud de los viejos del 71 fue haber visto que para poder llegar teníamos que estar unidos, tener una visión estratégica.
-¿Eso fue lo que lograron el MPP y el PCU?
-Sí, sí. Nosotros hemos acordado con Asamblea Uruguay, con el Partido Socialista, con el PCU, con la Vertiente Artiguista. Hemos acordado con todos. Además tenemos el Espacio 609, donde ha venido gente procedente del Partido Nacional, del Partido Colorado, independiente. Creemos que la oferta programática tiene que ser algo que recoja realmente la perspectiva del país y con un carácter amplio. Yo creo que el programa es apenas un rumbo estratégico. Discutirlo nos arma la cabeza, nos ilustra, nos obliga a estudiar, a enterarnos de problemas y de que hay soluciones que no son tan simples.