Marcos Soto: "Si se llevan el 50% de la carne seremos chinodependientes"

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Marcos Soto, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica. Foto: Estefanía Leal
Nota a Marcos Soto, Montevideo ND 20211112 foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

ENTREVISTA

Cree que se viola el tratado del Mercosur al negociar un TLC con China, al tiempo que advierte que lo que se pueda conseguir a través de este será de “largo aliento”.

Para el decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica, Marcos Soto, Uruguay está demasiado centrado en el comercio de bienes, desaprovechando el potencial que se tiene en materia de servicios. Cree que se viola el tratado del Mercosur al negociar un TLC con China, al tiempo que advierte que lo que se pueda conseguir a través de este será de “largo aliento”. Y alerta que es necesario evitar la “chinodependencia”.

-Hay una intención de este gobierno de vincularse más con el mundo a nivel comercial. ¿Qué posibilidades reales tiene Uruguay en este sentido?

-Siempre cuando hablamos de inserción internacional nos estamos refiriendo a una materia que Uruguay tiene pendiente. Es conocido y público el estado de situación del Mercosur, su progresión histórica, que ha llevado a que América Latina sea el bloque más proteccionista del mundo. Si tenemos que evaluar las posibilidades uruguayas, lo que hay que hacer es una distinción clara y contundente. Muchas veces nos centramos en temas normativos y hacemos foco en lo que es exclusivamente al comercio de bienes, pero no responde eso a la realidad del mundo y a lo que genera valor en la actualidad. La economía del futuro está cada vez más alejada de los bienes y mucho más asociada a los servicios. Me refiero al desarrollo del software, a los servicios profesionales y audiovisuales, a los financieros, y a cómo la tecnología atraviesa todos esos sectores. Uruguay tiene ventajas enormes para la vertical de la exportación de servicio y para ello no precisa del Mercosur ni de mayores acuerdos. Y, diría más, la mayor limitante para profundizar nuestra inserción internacional es la carencia de recursos no económicos, de recursos humanos. Entender la trayectoria de la economía futura nos hará acercarnos mucho más al desarrollo, y nos despegará de temas que tienen difícil resolución y muchas veces parecen laberintos sin salida. El desafío hoy es entender por qué el que vende el churrasco uruguayo captura el 90% del valor del plato.

-¿Cómo es eso?

-El 90% lo captura el que te vende la experiencia, la preparación, el lugar agradable. No lo gana el productor. Es ahí donde están los eslabones de valor que hay que tener en cuenta. El 90% del valor son activos intangibles, a diferencia de lo que pasaba en los 70, que el 90% era lo tangible: tierras, propiedades, etc. Hoy el mundo le asigna valor a otras cosas.

-¿Y Uruguay cómo está posicionado para darle ese valor agregado al producto y poder tomar algo de ese 90%?

-Uruguay está preparado. Es algo que se ha probado. Somos el principal exportador per cápita de software de América Latina. Se ha logrado tener una buena inserción internacional en lo que tiene que ver con servicios tecnológicos. De hecho, el principal mercado de importación de estos servicios no es China ni el Mercosur, es Estados Unidos. Lo que pasa es que como el comercio transfronterizo de servicios no queda registrado en una aduana, las estadísticas son más difíciles de llevar y estimar, y no se hace tanto seguimiento en la prensa, pero esto genera mucho más valor y empleo de calidad, más permanente, más calificado y mejor remunerado. Por supuesto que no podemos negar nuestras verticales históricas, porque tenemos ventajas naturales, competitivas, para seguir produciendo carne, soja, lana y trigo. No se puede obviar eso, pero tampoco podemos olvidarnos que centrarnos solo ahí nos aleja todo esto otro que es parte del futuro.

-¿Uruguay está pensando su inserción en el mundo sin tener en cuenta el paradigma actual?

-Creo que a veces no hacemos tanto hincapié en todo esto. Me encantaría escuchar al gobierno hablar con la misma intensidad que lo hace de un hipotético TLC con China, de cómo vamos a mejorar nuestros programas educativos y cómo vamos a reconvertir nuestra fuerza laboral y a trabajadores que inequívocamente se van a quedar desempleados cuando avance la tecnología, cuando avancen los procesos de automatización, cuando el telepeaje se termine de universalizar.

-¿La crisis educativa nos limita cada vez más en la inserción internacional?

-Si eso no se arregla la inserción no se va a hacer de manera inteligente. Podemos producir lo que siempre hemos producido, pero tenemos que entender que el mundo no le asigna un valor extra a eso. Hay un valor, pero es limitado.

-¿Cómo ve la posibilidad de avanzar en acuerdos a través del Mercosur?

-En el Mercosur no se ha logrado avanzar con ningún acuerdo relevante. Hay algo con Israel, pero sin relevancia. Con quien tuvimos más cerca fue con Europa, y ya hemos visto las complejidades que hay para avanzar y concretar. De modo que Uruguay precisa otros acuerdos.

-Cómo ser el TLC con China…

-Sí, pero esos acuerdos nos son mágicos, no solucionan todos los problemas, son instrumentos para hacer los intercambios más convenientes. Uruguay firmó un TLC con México y sin embargo no se ha logrado trascender más allá de algún sector específico. Son 100 millones de personas, 30 veces nuestro mercado, pero igual no se pudo avanzar. Hay que moderar las expectativas.

-¿Cómo queda el Mercosur con esta situación? ¿Se debilita ante la necesidad de los países de salir a negociar por afuera?

-El Mercosur hoy está en una crisis crónica, profunda, que puede ser terminal. Creo que no había ocurrido nunca en los últimos 30 años un desconocimiento tan profundo y explícito a sus tratados. Que la principal economía haga explícito y público que su política ante el mundo va a ser unilateral, y que se aparta del arancel externo común, es muy fuerte. Y esto se suma a lo de Uruguay y su intención de avanzar sí o sí con un TLC pese a lo que digan sus socios, algo que perfora de igual modo a la unidad del bloque.

-¿Cómo afecta a Uruguay que Brasil haya decidido bajar el arancel?

-Es una medida muy tibia de apertura comercial. Es una reducción del 10%. Esto quiere decir que un producto que hoy paga 13% pasa a pagar 11,7%. No es nada del otro mundo. El arancel externo común para Uruguay funciona como medida proteccionista para nuestra industria cuando tiene que competir en Brasil. Por ejemplo, nuestros lácteos entran a Brasil con un arancel del 0%, porque integramos el Mercosur. Si el arancel baja, también bajan las barreras para nuestros competidores. Entonces, es posible que empiecen a ingresar productos de otras latitudes, los que pueden volverse más competitivos frente a nosotros. No creo que esta reducción del 10% afecte la cuenta, pero si este es un primer paso hacia una reducción más profunda, porque recodemos que el planteo del ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, era hacer una reducción del 50%, Uruguay puede tener un impacto negativo.

-¿Y hay algún aspecto positivo?

-Puede ser que esto sacuda definitivamente las estructuras del Mercosur, y que realmente haya un planteo de apertura y modernización de las estructuras que permitan a los países asumir algo más de soberanía ante el mundo. Pero esto debe quedar realmente plasmado en la normativa del Mercosur. Yo defiendo los acuerdos escritos, firmados y acordados. Nunca estuve a favor de lo político por encima de lo jurídico, ni antes ni ahora. Hay que trabajar en eso, en revisar la normativa para que se reconozca la soberanía comercial de los cuatro países. Porque esto es reconocer un error histórico en la génesis del Mercosur, que nace con ambiciones de generar un mercado común, de eliminar las aduanas. Nunca se llegó, por supuesto, se quedó en una unión aduanera. Pero esta unión, que se caracteriza por dos cosas, el comercio libre entre los estados parte y un cinturón -que es el arancel externo común- como síntesis de una política común con el resto del mundo, después desconoció que los cuatro países tenían perfiles productivos diferentes, características diferentes, intereses diferentes y urgencias históricas diferentes. Y eso, 30 años después, termina por derramar la problemática. Hoy a la luz de la experiencia podemos decir que se podría haber recorrido un camino más moderado, menos ambicioso. Quisimos hacer en cinco años lo que a Europa le costó 50. Pudimos haber empezado con una zona de libre comercio, y después ir viendo qué pasos dar, pero nos quisimos comer la vaca en una semana.

-La postura del gobierno uruguayo de que la negociación de un TLC con China no violenta la normativa del Mercosur, entonces, es a su juicio incorrecta.

-Es un error. Se menciona que la decisión 32/2000, que es la que deja en blanco y negro la negociación de los países con terceros, no fue incorporada al orden jurídico de los distintos países. Y eso es correcto, pero también pasa que la decisión 32/2000 es una redundancia a tratados anteriores. En un bloque que funciona como unión aduanera es una obviedad que los países no pueden tener acuerdos con terceros de forma bilateral, porque lo que hace eso es perforar el arancel externo común. Un acuerdo bilateral es una violación a los tratados y punto. Después podemos discutir si todos han violado los tratados y si por tanto Uruguay también tiene derecho a violarlos. Y podemos discutir si la realidad marca que esos tratados ya no valen. Pero no podemos llevar esto hacia lo que nos conviene. Las batallas hay que darlas donde hay que darlas, y si tenemos que transformar nuestros tratados, hagámoslo, pero no busquemos un atajo donde realmente tenemos poco fundamentos.

Marcos Soto, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica. Foto: Estefanía Leal
Marcos Soto, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica. Foto: Estefanía Leal

-Algunos actores del gobierno argentino han dicho que si se concreta la firma de un TLC con China, Uruguay debería salir del Mercosur. ¿Qué opina de esto?

-Que es la misma respuesta que deberían darle a Brasil. Y a Argentina no le conviene que Brasil salga, porque sigue siendo su principal mercado. Por tanto, es razonable que intenten de algún modo ridiculizarnos, pero acá hay un juego a varias bandas y Argentina debería tener cuidado con sus declaraciones. Con la vara argentina estamos todos afuera del Mercosur. Uruguay violaría el tratado, pero Argentina lo ha violado millones de veces, y posiblemente sea una de las grandes causantes de que el Mercosur esté en la situación que está, con una configuración económica anacrónica, con estrategias de sustitución de importaciones, con controles de cambios, con cosas que el mundo ha superado hace muchísimos años.

-Argentina ha seguido durante los tres primeros gobiernos kirchneristas y el actual de Alberto Fernández una estrategia proteccionista. ¿Esto afecta de alguna manera al bloque y a Uruguay?

-No hay mal que por bien no venga. Las restricciones argentinas y el encierro argentino ha provocado, sobre todo desde la crisis de 2002, que Uruguay mire a otros mercados, a otras latitudes, y diversifique muchísimo el comercio internacional. Uruguay ha logrado esto, aunque todo esté muy centrado aún en China y Brasil. En general los países comercializan con su entorno, con su barrio. Y lo natural para Uruguay hubiera sido que sus productos se colocaran rápidamente en Argentina, lo que pasa es que el riesgo es estructural, histórico, y por tanto cuanto más lejos estemos de esa bomba, mejor. Claro que nos unen lazos irrompibles, y por eso tenemos que cuidar mucho el vínculo diplomático.

-¿Dependemos mucho de Brasil?

-Políticamente, no lo sé. Brasil tiene sus problemas internos, no tiene consensuada su política internacional. Lo único que llegó a consensuar una reducción fría, tibia, del arancel. Bolsonaro no sabemos qué piensa. Sabemos lo que piensa Guedes, pero no tenemos claro qué tipo de nacionalismo es el de Bolsonaro.

-El senador Daniel Olesker ha dicho que el TLC con China va a beneficiar solo a los agroexportadores, ¿esto es así?

-Que solo beneficie a los agroexportadores es una declaración fuerte, porque el “solo” puede ser muy relativo. Hay que esperar el estudio de prefactibilidad. Lo que es claro y compartible, es que posiblemente lo aprovechen sectores que hoy ya comercializan con China, y esos son el cárnico y el agroexportador. Eso lo comparto. Y volvemos a lo del comercio: Uruguay va a tener el desafío de avanzar en los distintos eslabones de la cadena de valor. El TLC con China también puede generar mayor diversificación de los productos que tenemos allí, y puede empujar mayores niveles de producción y productividad de algunos sectores. Y no quiero ser genérico, tenemos potencial por ejemplo con la industria láctea. Los chinos empezaron a conocer nuestros productos, tanto que hubo meses en que China fue nuestro principal comprador de lácteos.

-¿Y hay algún riesgo en firmar ese TLC?

-El riesgo a la chinodependencia es muy elevado. Si un tratado de libre comercio potencia las exportaciones de algunos sectores, y se llevan más del 50% o 60% de nuestra carne, ahí pasaremos a ser chinodependientes, y cualquier cambio en el patrón del consumo, alguna crisis china, leche sintética (porque estamos en este mundo), que genere una disrupción, nos puede traer un problema serio. Por eso diversificar mercados es importante.

-¿A qué otros mercados podría acceder Uruguay?

-Creo que el TLC con China puede ser el botón de la muestra, y a partir de ahí probar, porque también hay cierto escepticismo, como tenemos algunos uruguayos, de que esto llegue a tener un final concreto. Por tanto, si realmente se concreta, después están Vietnam, Indonesia, que van a crecer mucho en los últimos años. Por supuesto que están los mercados tradicionales, Estados Unidos y Canadá, pero Asia y África van a crecer muchísimo en términos relativos, y Uruguay tiene que estar cerca porque van a precisar alimentos, y en comercio de bienes se puede ofrecer más y mejor calidad.

¿Habrá una “bonanza económica”?

-Luis Lacalle Pou dijo días atrás que se vienen dos años de materias primas a buen precio*, lo que puede llevar a una “bonanza económica”. ¿Qué implica realmente esto?

-¿Qué es barato y qué es caro? Todo es relativo. Uruguay tiene que compararse con sus precios de exportación, por ejemplo. Lo que veo es un debilitamiento del dólar, que no logra levantar cabeza porque hoy están circulando 20 veces más de billetes que antes. Ojo con las materias primas baratas, porque si eso pasa nuestros productos serán baratos. El mundo está arbitrado. No veo ahí una ventaja.

*En la primera versión de esta nota decía que Lacalle Pou se había referido a materias primas baratas. No es así. El presidente habló de materias primas a buen precio. No obstante, Soto sostuvo a El País que esta diferencia no cambia el contenido de su respuesta.

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