Una problemática sin fin
Organigrama narco: utilizan depósitos, distribuidores y puntos de venta.
Un adolescente de 17 años ingresó al Juzgado Penal de Adolescentes por matar, supuestamente en forma accidental, a un amigo. Era el tercer homicidio cometido por el acusado. Uno de los crímenes fue el del dueño de un depósito de 500 kilos de marihuana.
El joven ingresó al depósito a robar el cargamento. Tres cómplices se quedaron en un auto. El dueño del depósito se le atravesó en un pasillo y el adolescente le vació el cargador de una pistola 9 milímetros. En la sede, el joven no dijo qué había ocurrido con el cargamento de marihuana. Pero a todos los operadores judiciales presentes no les quedaron dudas de que había sido robado.
En un momento de la declaración, al abogado defensor de Adolescentes, Daniel Sayagués Laso, de larga trayectoria como defensor de oficio en los estrados judiciales, le cerró la idea de que los narcos tienen una aceitada organización empresarial montada: depósitos, distribuidores que repartían la droga en motos y puestos de venta ("bocas").
"Hay disputas por territorios o zonas, porque se pelean los clientes. Esa es la forma de conseguir más ganancias", explicó a El País Sayagués Laso.
—¿Qué ha pasado con el consumo de pasta base en Montevideo?
—Sayagués Laso: Hemos llegado a punto de saturación con esa droga.
—¿Por qué?
—La pasta base entró a Uruguay en 2003. Las drogas más pesadas antes de que ingresara la pasta base —ni ellos sabían su nombre— era inhalar nafta y pegamentos. Un día le pregunté a un adolescente qué sentía al inhalar pegamento. Él me respondió: Es como mirar dibujitos animados. Se nota que esa droga tiene un efecto alucinógeno. Considero que habría que legalizar todas las drogas. Había uno que le abría el tanque de nafta a la motoneta de su hermano y se daba con eso. ¿Hay que prohibir las naftas? Habría que liberar el mercado de las drogas para que se transformen en grandes empresarios como ocurre en Canadá.
—¿La saturación del mercado de pasta base explica la violencia existente en barrios marginales.
—Lógico. Por eso lo que más vale son las armas. Porque son para la guerra entre ellos. Vamos a pasos agigantados: ametrallaron una comisaría. También adolescentes dispararon a agentes del PADO (Programa de Alta Dedicación Operativa). Le tiraron al PADO porque se les metió adentro del negocio. No los deja vender tranquilos. Antes en los barrios periféricos no ingresaba un policía ni por decreto. Ahora se les mete ahí el PADO. Les para las motos —muchas de ellas robadas— para hacer transporte (de drogas). Se transformó en algo empresarial.
Según Sayagués Laso, para obtener las dosis de pasta base —denominadas "chasquis" o "chasquibum" se debe rasquetear la "piedra", un trozo duro de color amarillento. Pesa alrededor de 500 gramos. Por lo menos se sacan una 5.000 dosis sin estirar de cada "piedra".
"Una dosis es minúscula. Apenas da para tres pitadas. "El adicto siente un orgasmo cerebral —le pega para arriba— y luego viene el bajón. Ahí precisa más y más", dijo Sayagués Laso.
A juicio del abogado defensor, no es cierto que se consume más la pasta base porque es más barata. "Quien dice eso no sabe nada. Sale mucho más caro fumar pasta base. Se fuma porque es mucho más adictiva", dijo.
En el Juzgado de Adolescentes, menores señalaron que llegaron a fumar hasta 100 dosis de pasta base por día. Eso representa unos $ 5.000 diarios. Si logran obtener más dinero, el número de dosis crece. En cambio un consumidor de cocaína no gasta esa cifra en un día. Un gramo de cocaína vale $ 500. Un adicto puede consumir tres gramos en un día, dependiendo del organismo.
Otro fenómeno curioso que se aprecia en las sedes de adolescentes es que la primera generación de consumidores no sabía qué fumaban, también desconocían el poder de adicción de la pasta base. "Esto te arruina", declaraban sin prurito alguno.
A tal punto es de fuerte la adicción, que los consumidores confesaban ser esclavos de los dueños de la "boca" de venta de drogas. Cuando caía preso un hijo de un traficante de drogas, recibía una paliza adentro.
Una adolescente que comenzó a fumar en el 2000, hoy tiene 40 años. Su aspecto sigue igual: desaliñado, sucio. "Pero en el medio tuvo hijos. Esos hijos hoy tienen 15 años y vieron a su madre arruinada toda la vida. Y no quieren saber de nada con la pasta base. Se están pasando a la cocaína o no consumen nada", dijo Sayagués Laso.
Eso genera un problema en los juzgados de Adolescentes. Esos adolescentes cometen delitos y luego los magistrados de esa materia no tiene a quién entregar los niños porque sus madres están drogadas todo el tiempo.