NEGOCIACIÓN
Uruguay insiste en que cada país pueda hacer acuerdos comerciales con otros países o bloques, pero Argentina continúa firme en su postura contraria.
Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou se volverán a ver las caras de forma virtual mañana cuando se realice una nueva cumbre de jefes de Estado del Mercosur. En el último de estos encuentros los mandatarios de Argentina y Uruguay pusieron de manifiesto sus discrepancias en cuanto a la posibilidad de flexibilizar el bloque.
El evento comenzará con el pasaje de la presidencia del Mercosur de parte de Fernández al brasileño Jair Bolsonaro, pero lo central estará en ver qué es lo que sucede con el pedido formal del gobierno uruguayo de permitirle a cada país hacer acuerdos comerciales con otros países o bloques en el mundo.
Lo que sí ya supo El País es que no se ha alcanzado un acuerdo, por eso el sueño de la flexibilización parece imposible que pueda cumplirse. Esto sucede hoy con el gobierno protagonizado por Lacalle Pou, pero el mismo anhelo había sido perseguido sin éxito por Jorge Batlle, Tabaré Vázquez y José Mujica -sin importar que en algunos períodos hubo afinidades ideológicas entre los gobernantes de ambos países.
La cumbre tendrá su gran antesala hoy, cuando se reúna el Consejo del Mercado Común del Sur (MCS). Este órgano ejecutivo es integrado por los cancilleres y ministros de Economía de cada país miembros (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Allí Uruguay llegará con una posición crítica del funcionamiento del bloque y propondrá alternativas para que el Mercosur “salga del estancamiento” y pueda abrirse al mundo.
Para esto, el canciller Francisco Bustillo, y la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, realizaron visitas a sus pares de Paraguay y Brasil, con el objetivo de poder sellar una posición en conjunto para convencer a Argentina.
Dentro de los ámbitos del Mercosur las resoluciones y decisiones deben tomarse por consenso (voto afirmativo de todos los miembros). Así que con la sola negativa de Argentina es suficiente para que el pedido de flexibilización que Lacalle Pou formalizó el 26 de marzo pasado, quede en una expresión de deseo.
Las largas negociaciones, y llamadas informales entre los representantes diplomáticos y demás jerarcas de los cuatro gobiernos, las que se sucedieron durante los últimos meses, no han logrado que se llegue a la cumbre con una idea de posible acuerdo.
Desde el gobierno uruguayo comienzan a convencerse que el tiempo para seguir pidiendo la flexibilidad se acaba. Lacalle Pou insiste en que la clave para lograr el desarrollo del país está en mirar para afuera y salir a negociar con todos los que quieran entablar acuerdos, que permitan bajar los aranceles y colocar los productos uruguayos de forma más competitiva.
Esta es la línea de acción con la que trabaja el canciller Bustillo. Ambos -él y Lacalle Pou- serán críticos y frontales en las reuniones.
Desde el gobierno argentino, una fuente diplomática consultada por El País comentó que no se prevé un nuevo choque en la cumbre del jueves, ya que todos los países miembros tienen claras las posiciones del resto de sus colegas.
“Ni Argentina va a ceder, ni Uruguay va a dejar de insistir. Ahora es tiempo de trabajar en las cosas en las que sí podemos llegar a tener acuerdo”, dijo la fuente.
Sin embargo, eso para el gobierno uruguayo es casi como la nada. “A Uruguay se le va la vida en esa flexibilización. Sin flexibilización no se puede funcionar. Nosotros queremos acordar con el mundo a nuestro ritmo, y no al respetable ritmo que puedan tener otros socios”, comentó a El País un jerarca del gobierno uruguayo.