El 28 de junio de 2019, el Mercosur y la Unión Europea (UE) emitían un mensaje similar al que se escuchó este viernes. Ambos bloques aseguraron haber llegado a un acuerdo “histórico de asociación”, que daría lugar a la zona de libre comercio más grande del mundo y que, sin embargo, quedó congelado por más de cinco años. Diferencias en materia ambiental fueron la principal causa en ese congelamiento, que ahora aparece subsanado a partir de algunos ajustes a un texto que, en esencia, mantiene las líneas generales de aquel anunciado hace ya más de un lustro.
En junio de ese año, la sucesión de incendios forestales ocurridos en la Amazonia actuaron como argumento para que el presidente de Francia, Emmanuel Macron -principal opositor al tratado- forzara un parate en el acuerdo, avalado por sus legisladores. Lo siguieron los parlamentos de Austria, los Países Bajos, Irlanda y Polonia. La llegada al poder en Brasil de Jair Bolsonaro y sus particulares políticas medioambientales aumentaron, si cabe, los reparos europeos. En el medio, la pandemia mundial por covid-19.
En los últimos dos años se logró negociar e incluir en el acuerdo un adicional al capítulo ambiental, que no supuso grandes cambios a lo ya redactado, y que incluía el compromiso de aplicar los estándares más exigentes. A instancias de la UE, se incluyó en el texto el cumplimiento del Acuerdo de París de 2015 sobre cambio climático. Un informe del Ministerio de Relaciones Exteriores, al que accedió El País, indicó que el Mercosur logró incluir a su vez una definición “clara y objetiva” de lo que implicaría violar ese pacto ambiental, tomando en cuenta la posibilidad de una “suspensión colectiva” ante eventuales incumplimientos. Al respecto, Uruguay logró incorporar una cláusula que determina la obligación de cada Estado parte de cumplir con el Acuerdo de París en forma individual y que no se trata de una obligación que asume como bloque.
También a instancias de Uruguay, hubo cambios en el capítulo de Propiedad Intelectual. El acuerdo de 2019 concedía “derechos exclusivos” a los intérpretes del sector audiovisual para impedir a las plataformas digitales reproducir series o películas en las que actuaran. Uruguay logró eliminar una nota al pie del capítulo en “en la que se definían las fijaciones”, con el fin de “evitar inconvenientes a futuro” y evitar tener que modificar la legislación nacional, tomando como antecedente las diferencias con la plataforma Spotify en los últimos tiempos.
A pedido de Brasil, el Mercosur logró extender el cronograma de desgravación arancelaria para vehículos híbridos y eléctricos, junto con la creación de un mecanismo de salvaguarda especial que proteja la producción nacional de este tipo de las importaciones europeas. Otro de los cambios estuvo relacionado al capítulo Compras Gubernamentales y Derechos de Exportación, en donde Brasil y Argentina negociaron en forma bilateral con la UE términos más beneficiosos que los acordados originalmente.
El cambio en estos cinco años fue, según algunas visiones, fundamentalmente, político. “Macron perdió mucho peso relativo”, dijo a El País Ignacio Bartesaghi, director del Instituto de Negocios Internacionales de la Universidad Católica (UCU). Visualiza también un aumento de poder de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y en particular de ese organismo, que se juegan una parada importante al promover el acuerdo.
Otro cambio significativo apunta, fue el retorno al poder de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil. “Lula necesita este acuerdo para intentar contener a Milei”, dijo, en referencia a la particular postura del presidente de Argentina y su reclamo de que el Mercosur permita a sus socios negociar acuerdos con terceros países de manera individual.
A 2019 se había llegado luego de una sucesión de marchas y contramarchas que lleva ya 26 años. Los bloques comenzaron a negociar en 1999. En 2004 el diálogo se suspendió, por falta de acuerdos. Las negociaciones se retomaron en 2010 y concluyeron, con algunos avances, en 2013. Se volvió a negociar en 2016, en proceso que llevó otros tres años y que se cerró con el acuerdo “histórico” que se había anunciado hace más de cinco años.
Si se concreta, será el primer gran acuerdo comercial que logre el Mercosur en sus casi 35 años de historia. Para el bloque, supondrá la desaparición de los aranceles que hoy paga para entrar con bienes industriales a la UE durante un período de transición de hasta diez años, y su eliminación para el 82% de los productos agrícolas. Deberá, por su parte, eliminar los aranceles para el 90% de las exportaciones de la unión.