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POR JOAQUÍN SILVA
Era un día caluroso de principios de febrero de 2020 y los dirigentes del actual gobierno, que por entonces se preparaban para asumir el poder en cuestión de semanas, tenían arriba de la mesa una definición que en aquel momento era de una relevancia política de primer orden. Estaban reunidos en la casa del actual secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, los líderes del futuro oficialismo -entre ellos, el hoy retirado Ernesto Talvi, el senador Guido Manini Ríos y el ahora ministro de Trabajo, Pablo Mieres- y el tema a resolver era encontrar un candidato en nombre de la futura alianza gobernante para competir por la intendencia de Montevideo.
De ese encuentro nació el nombre que el presidente Luis Lacalle Pou haría oficial en un tuit del día 4 de aquel febrero: sería la comunicadora Laura Raffo quien intentaría arrebatarle al Frente Amplio un dominio sobre la capital que llevaba tres décadas.
Lo que ocurrió luego es historia conocida: la coalición perdió esas elecciones municipales con la frenteamplista Carolina Cosse, pero el 39% que logró Raffo dejó más que conforme al oficialismo y, específicamente, al Partido Nacional, que desde ese momento decidió construir en su nombre un proyecto político de largo plazo -nada menos que de cinco años- para volver a competir en 2025 con una candidata que tendría para ese año un vasto conocimiento de Montevideo.
Por eso fue designada en el diciembre siguiente a esos comicios como presidenta de la Comisión Departamental de Montevideo de los blancos, con el objetivo de construir desde allí la acumulación política necesaria, aunque ya no para ser la candidata de toda la coalición, ya que el objetivo era materializar el proyecto original: bajo un lema en común, que bien puede ser el Partido de la Concertación, proponer a la ciudadanía al menos tres candidaturas -Raffo por los nacionalistas, otro por el Partido Colorado y otro por Cabildo Abierto.
Pero todo comenzó a complicarse este año. O, al menos, desde que para muchos en el Partido Nacional se hizo evidente -con énfasis en las últimas semanas- que los pasos que ha dado la excandidata durante el 2022 terminan “echando por la borda” esa apuesta.
Porque la decisión de Raffo -aún no anunciada oficialmente- de competir en las internas nacionalistas de junio de 2024 bajo el paraguas, el impulso y la estructura del Herrerismo, es incompatible con una nueva candidatura a la intendencia, y deja así “vaciado el proyecto de Montevideo y con el reloj otra vez en cero”, al decir del senador Jorge Gandini, uno de los preocupados por el tema.
“Raffo deshizo parte de un acuerdo y compromiso que había en el Partido Nacional y en la coalición de construir con ella un proyecto a largo plazo en Montevideo”, dijo a El País otro importante dirigente nacionalista que también lamenta que ahora esté en riesgo el objetivo de evitar “resolver a último momento” un candidato del partido para disputar la hegemonía frenteamplista en la capital -algo que es recurrente en los últimos años. “Somos conscientes de que este es un tema que tenemos que resolver con suficiente tiempo y que esto es algo que no hemos hecho en las últimas campañas”, admitieron a El País fuentes del Herrerismo. La discusión ya está instalada, pues son varios los dirigentes que ya se resignan al “vacío” y el “perjuicio” que, entienden, quedará como herencia cuando se confirme la proyección nacional de Raffo.
¿Dónde está el problema? Básicamente, en dos puntos. Uno es formal y otro más de fondo. El primero tiene que ver con lo normativo, porque la ley impide competir bajo dos lemas distintos en las elecciones internas y en las municipales -cuando la idea del oficialismo es justamente plantear su grilla de candidatos bajo lema en común.
El segundo, advertido ya desde que empezó a circular el rumor de que Raffo estaba apostando “a todo”, es que la excandidata a intendenta de Montevideo no puede seguir basándose en una plataforma partidaria -la presidencia de la Departamental- cuando aspira a competir contra sectores y dirigentes del propio Partido Nacional.
Por eso, entonces, es que entre los blancos surgen voces que reparan en la importancia de que Raffo tome una definición cuanto antes, porque el tiempo es oro y más en una carrera electoral que el Partido Nacional había resuelto recorrer en forma temprana.
En este marco, en las habituales conversaciones informales entre legisladores y líderes sectoriales -de esas que abundan en la quietud del verano- ya han surgido potenciales nombres para sustituir a Raffo, aunque en ningún caso se reúne el acuerdo suficiente como para empezar a plantearlos públicamente.
Pero existen.
Incluso hay propuestas en el Herrerismo, en donde, no obstante, no sienten una urgencia especial en definir candidatos para la capital. Reconocen, sí, que es un tema en la agenda de la propia Raffo, quien incluso ha manifestado la voluntad de ser ella quien “pase la posta” a su sucesor, como comentaron a El País fuentes partidarias.
Decisión
Antes o temprano, Raffo, Álvaro Delgado, posiblemente Beatriz Argimón y también el senador Gandini definirán sus postulaciones como precandidatos a presidentes. Seguramente ocurra antes de que termine el primer semestre de este año -según aventuran varios-, aunque lo deseable para el presidente Lacalle Pou es que ello suceda más bien en la segunda mitad de 2023.
Cuando llegue el momento, aquellos que tengan responsabilidad en el Ejecutivo -al momento, solo Delgado- renunciarán, porque esa es la disposición del presidente.
En el caso de la excomunicadora decida dar también un paso al costado, en la Departamental quedará la nueva apuesta de los blancos a la capital.
Por eso es que para algunos dirigentes los tiempos de Raffo son distintos a los del resto, porque la etapa que sigue a su determinación es compleja: sobrevendrán las arduas semanas de negociaciones para designar, en común, el nuevo nombre; y esto se hará en un contexto político que ya se prevé cargado.
“No será fácil encontrar a alguien que tenga la vocación y disposición necesarias y que además reúna el consenso de todos, pues no hay manera de medirse en una interna previa”, apuntó Gandini, que insiste en reparar en el hecho de que los blancos retrocedieron al casillero de las preguntas del “quién y cómo” en la contienda montevideana.
“Hay que resolverlo antes de ayer -siguió el senador-, porque en este año van a estar ocupadas buena parte de las energías en la campaña por las elecciones internas de 2024. Pero si Raffo no define formalmente su camino nacional, ese plan B sigue bloqueado, y si no se resuelve rápido nos va a terminar pasando lo de siempre: definiremos qué hacemos después de las elecciones nacionales y para entonces ya será tarde”.
En el entorno de la dirigente herrerista, en tanto, no comparten que el panorama se plantee en estos términos, porque entienden que el “proyecto por Montevideo” no debería estar diseñado -dicen que no lo estuvo- sobre la base de Raffo como figura. O que, en todo caso, puede sobrevivirlo a ella, en el entendido de que los trabajos de largo plazo de este tipo no pueden girar en torno a una persona.
“Ella ha dicho en varios lugares que no está dispuesta a que todo el trabajo hecho en Montevideo se tire por la borda”, resumió a El País uno de los dirigentes que la acompañan.
Pero además, en el entorno de Raffo aseguran que la eventual precandidata no dejará a “Montevideo de lado” porque allí reside, justamente, su capital político y caudal electoral.
Asimismo, hay confianza en todo lo construido en los últimos tres años, en particular en el funcionamiento que observan del Centro de Estudios Metropolitano, con “decenas” de técnicos y especialistas que ya tienen contacto fluido con los actores de la oposición departamental, y con una “metodología de análisis” que exponen en conferencias y actividades públicas de frecuencia periódica.
De manera que el diagnóstico de Raffo y del Herrerismo es que hay una estructura capitalina que ya está funcionando, que lo hace en forma óptima, y que opera más allá de su principal figura. Y que lo único que está faltando es, en definitiva, que “alguien más se suba al proyecto”.