“Necesitamos cerrar zonas y controlar lo que se hace”, dice Navas, hoy asesor de Zubía, precandidato colorado

El comisario general retirado dice que “no hay que tenerle miedo a las medidas prontas de seguridad” para combatir la delincuencia.

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Enrique Navas
Navas
Foto: Juan Manuel Ramos.

Es comisario general retirado. Ingresó en 1970 a la Guardia Metropolitana, unidad policial en la que desarrolló la mayoría de su carrera. Tras dirigir el Penal de Libertad durante la reapertura democrática, fue director de la Policía Caminera y luego de cárceles, de 2002 a 2006. Ha sido asesor de Luis Alberto Lacalle Herrera, Luis Hierro López, Ernesto Talvi y en esta campaña electoral asesora al precandidato colorado Gustavo Zubía. Además trabajó en el diseño de los sistemas de seguridad de Zonamérica y La Tahona.

-¿Qué balance hace del gobierno?

-En general, hago un buen balance; tanto en materia económica como en relaciones internacionales lo veo muy bien orientado. Han quedado asuntos importantes en el debe, que estaban comprometidos desde la época preelectoral, cuando se definieron los contenidos programáticos, por ejemplo, el de la seguridad pública. Yo no quiero decir que esté disconforme con lo que se ha hecho en materia de seguridad pública, para nada; simplemente digo que no hemos llegado ni a la mitad del camino de todo lo que hay que hacer, dado lo que se recibió, no solo la situación de seguridad pública, sino un aspecto que la población no conoce y el sistema político poco entiende, que es el estado de situación policial, como institución armada, en lo que hace a su capacitación, eficiencia, disciplina. Desde ese punto de vista hay una herencia maldita que aún no hemos podido superar. La designación de los mandos policiales en general ha sido buena, pero hay aspectos con los que mantengo mis discrepancias.

-¿Cuáles?

-Entiendo que ya es hora de que los partidos políticos dejen de ver a la Policía como una suerte de trampolín para las proyecciones y candidaturas políticas posteriores, buscando la designación de determinados cargos de mando policial en las distintas unidades, oficiales allegados al partido político de turno.

-¿Pasa en este gobierno?

-Muchísimo. Yo no voy a decir que se trata de una suerte de clientelismo, pero sí hay una notoria influencia del acercamiento político al partido de gobierno.

-¿El comisario general retirado José Azambuya (director de la Policía Nacional y director de Policía Científica en el último gobierno del FA) escapa a esa lógica?

-Entiendo que sí. Sé que en general el criterio era: ganó el Partido Nacional (PN), tienen que ser oficiales blancos; mañana ganan los colorados, tienen que ser oficiales colorados. No, tienen que ser los mejores sin importar su color político y ya es hora de comenzar a nombrar oficiales de carrera en actividad, que hay una cantidad asombrosa. El FA creó muchísimos cargos superiores para satisfacer las ambiciones de muchos, pretendiendo buscar aquella policía de partido que soñaba y no la policía del Estado.

-¿El FA dice que profesionalizó a la Policía?

-No, al revés. Lo que hizo muy bien el FA fue el equipamiento logístico y la tecnificación. El daño que nos hicieron y que aún se perpetúa ha sido en la capacitación, en el perfeccionamiento a lo largo de la carrera, en la disciplina, en el sistema de ascensos y en la gestión de personal, que es una de las falencias más graves que hay. Muchos destinos policiales y traslados los da la cúpula política, no el mando policial, a pedido de dirigentes políticos y sindicales.

-¿Sigue pasando?

-Sigue pasando igual o más que con el FA. En la campaña anterior sugerimos a los candidatos que por favor se despolitice de una vez por todas, se corte con los acomodos, los pases en comisión, traslados. Sacan policías de la calle, operativos, y los mandan a una oficina a tomar mate o a una entidad que cierra como AFE en comisión. Estamos precisando toda la carne en el asador; no están los policías trabajando en la calle y esa es la interferencia de las cúpulas políticas del Ministerio del Interior.

- Zubía ha dicho: “Quiero gente que reprima y que en la represión, si tiene que haber violencia, que haya violencia”. ¿Está de acuerdo?

-Sí, yo he sido el que he promovido esa idea desde toda mi vida; no de ahora. Lo he practicado toda mi vida.

-¿Se necesita más mano dura?

-Yo no lo defino como mano dura; lo defino como estricto cumplimiento de la ley, porque la ley permite el uso de la fuerza. Hay muchas más opciones operacionales utilizando la fuerza. No se usa todo. Hoy lo máximo que estamos haciendo en ese sentido es, como ahora en Villa Española, una intervención durante un lapso, efímera, temporal. Y después nos vamos y el barrio queda solo. Y ahí la delincuencia se vuelve a mover. Necesitamos presencia permanente. Pero para eso tiene que haber no solo una decisión de cerrar una zona: una suerte de estado de emergencia de tipo policial, para un control preventivo poblacional; cerrar esa zona y controlar absolutamente todo lo que entra y lo que sale.

-¿Por cuánto tiempo?

-Puede ser semanas, o más de un mes. Se ha aplicado ya en otros países y ha bajado la conflictividad. Alguien dijo en su momento: “Pero eso es como medidas prontas de seguridad”. A mí no me asustan las medidas prontas de seguridad, para nada. No quiero hablar del método Bukele, porque también hay gente que se asusta. Pero acá a quien hay que defender es al trabajador, al ciudadano honesto, y proteger menos a los delincuentes.

-Zubía pidió la intervención de las Fuerzas Armadas en apoyo a la Policía en tarea de seguridad interna.

-No, eso nunca lo apoyé y nunca lo recomendé. Sí recomiendo apoyo exclusivamente logístico, que eso sí lo pueden hacer: infraestructura y equipamiento que precisamos para operaciones de cierta magnitud, vehículos, camiones, racionamiento de efectivos que están en una zona aislada, por ejemplo, en campaña, con alimentación y todo lo que facilite una operación determinada, pero no participar de la misma.

-¿Por qué no?

-Porque la Policía no está poniendo todo lo que tiene que poner en este momento. Hay muchísima gente que no está trabajando de policía y está cobrando de policía. Y tienen que estar en la calle, pero no están gracias a la influencia del dirigente sindical o político que ante el Ministerio pidió el traslado de una unidad dura como Montevideo o Canelones hacia dependencias que no tienen nada que ver. Hay que despolitizar la Policía.

-¿Cómo ve la gestión del ministro del Interior, Nicolás Martinelli?

-Me gusta mucho cómo se está conduciendo el actual ministro. Lo veo un hombre serio que no explota los medios de comunicación para proyectarse él o su partido. Yo recuerdo que el ministro (Luis Alberto) Heber y el señor Santiago González cortaron cinta inaugurando un gallinero en una cárcel. Dijeron: “Por primera vez en la historia hay un gallinero”. Cuando leía eso, no podía creer al extremo que ha llegado el clientelismo y el abuso de los medios de comunicación en levantar esa noticia. ¡Un gallinero en el Comcar!

-En 2021 usted era profesor de la Escuela Policial y fue desvinculado luego de decir que “a veces pasa en los enfrentamientos violentos que el que tiró fue otro, pero uno se hace cargo y lo procesan, y eso es un acto de servicio”. ¿Se arrepiente de haberlo dicho?

-No me arrepiento absolutamente de nada de lo que dije porque esa grabación está totalmente fuera de contexto. Lo que hicieron fue una edición de varias grabaciones de la enseñanza del liderazgo en situaciones de crisis. El jefe siempre tiene que asumir la responsabilidad.

-En 2008 cuestionó al gobierno del FA y al entonces comisionado parlamentario para el sistema carcelario, Álvaro Garcé. Usted dijo entonces a El País que “Garcé frecuentemente planteaba traslados y ponía énfasis en algunos narcotraficantes. ¿Qué opina hoy sobre el actual director de la Secretaria de Inteligencia Estratégica de Estado?

-Él me respondía que no tenía más remedio que hacerlo porque los propios legisladores se lo planteaban, pero una de las causas por las que yo asumí (como director de cárceles) fue por la corrupción. Y la forma corrupta más fácil de hacer plata es un traslado. Son US$ 3.000 por una firma, y de ahí para arriba. Cuando yo fui, se estaban vendiendo los traslados. El propio ministerio pedía traslados. A Garcé traté de explicarle que estaba siendo funcional a intereses corruptos.

-¿Hoy cómo lo ve?

-Es que cambió totalmente su forma de ser. Ya no piensa como pensaba antes y me alegra que sea así.

-¿Lo habló con él?

-No fue necesario porque él me invitó a ser asesor de él en el Partido Nacional en la última elección para trabajar por (Luis) Lacalle Pou. No acepté porque ya tenía un compromiso con (Ernesto) Talvi.

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