El comisario general (r), Luis Mendoza (67), tiene una larga experiencia como policía. En la última década, se transformó en un hombre clave para los ministros del Interior, Eduardo Bonomi (Frente Amplio) y Jorge Larrañaga (Partido Nacional) en elmanejo de las cárceles, uno de los organismos más complejos del Estado.
Luego de varias décadas, el 28 de febrero Mendoza quedó cesante como director del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), después de cinco años de gestión. "Nunca fui civil como adulto. Vestí el uniforme policial durante 50 años", dice.
Mendoza nació en la ciudad de Melo (Cerro Largo) el 24 de noviembre de 1957. Ingresó al Liceo Militar con apenas 14 años en 1972. Cursó allí dos años. En 1975, con 17 años, entró a la Escuela Nacional de Policía. Integró la "tanda 28" de estudiantes en una institución donde, recuerda, hoy ya pasaron más de 70 tandas.
Dos años más tarde, en diciembre de 1977, Mendoza egresó de la Escuela de Policía. Eligió continuar su carrera en la Guardia de Coraceros donde los policías patrullaban o participaban en operativos montados en caballos. Todavía no estaba construida la avenida José Pedro Varela y la repartición policial se ubicaba en las calles Juan Arrieta y Siena.
Mendoza comenzó como alférez. Luego pasó por todos los cargos de esa unidad especializada de la Policía hasta que en 1990 fue designado para integrar la custodia del entonces presidente de la República, Luis Lacalle Herrera. En ese entonces, la custodia presidencial era liderada por un comisario y tenía bajo su mando a tres equipos. Mendoza fue nombrado jefe de uno de ellos.

Los integrantes de la custodia policial de Lacalle Herrera se alojaban en una casa ubicada en la residencia presidencial de Suárez y Reyes, denominada Servicio de Seguridad Policial (SSP). En esa época, todos los custodias del presidente eran policías de carrera. Años después, al asumir Tabaré Vázquez (2005-2010), el criterio cambió y civiles también participaron en las tareas de seguridad del primer mandatario.
Tras regresar a la Guardia de Coraceros, Mendoza fue destinado como observador policial a Angola por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tras cumplir con una serie de pruebas en la entonces Escuela de Policía.
En el país africano, junto con otros 30 policías, participó en la misión Unavem III, creada para ayudar al gobierno de Angola y a la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) a restablecer la paz tras una sangrienta guerra civil.
Su tarea, al igual que la de otros policías, era realizar reportes para la ONU cada vez que se violaba el acuerdo de paz (Protocolo de Luzaka).
Como habla inglés y tenía conocimientos de portugués por su origen arachán, Mendoza se hacía entender por los lugareños. "Nos trasladaban en helicópteros rusos cuando debíamos hacer reportes de violaciones del acuerdo", recuerda.
Mendoza estuvo 21 meses en Angola. Regresó en 1998. Ascendió a comisario Mayor de la Guardia de Coraceros, un rango que en la época se asimilaba al de comisario de una seccional. En forma inmediata, pasó a ocupar el puesto de tercer jefe de Coraceros.
A partir de allí, la carrera de Mendoza fue meteórica dentro de la Policía. En 2005, fue nombrado director de la entonces Cárcel Central que funcionaba en la sede de la entonces Jefatura de Policía de Montevideo, ubicada en las calles San José y Yí. Luego ocupó los cargos de jefe de Estado Mayor, director de Seguridad y coordinador de la Jefatura capitalina entre 2007 y 2011.
Otro hito de su trayectoria ocurrió en 2011 cuando fue nombrado subjefe de Policía de Canelones, cuyo titular era el comisario mayor (r), Erode Ruiz.
El 25 de abril de 2012, se desató un motín en el penal de Santiago Vázquez (exComcar) que terminó con la destrucción de los módulos 4 y 5. Días antes de esa revuelta, un preso asesinó a otro en el Penal de Libertad. Ante la crisis carcelaria, el entonces ministro Bonomi, hoy fallecido, llamó a Mendoza para dirigir el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR).
Asumió el 1° de mayo de 2012. Las instrucciones de los mandos ministeriales de la época a Mendoza fueron dos: bajar la presión en el interior de los establecimientos y pasar las cárceles que estaban bajo la órbita de las jefaturas de Policía del interior del país al INR.
Mendoza elaboró un proyecto donde separó las cárceles, los presos y los policías que trabajaban como custodias. El plan se instrumentó entre 2012 y 2015. El primer establecimiento penal en pasar a la órbita del INR fue Canelones gracias a la relación profesional de muchos años entre Mendoza y Ruiz. Un total de 18 establecimientos penitenciarios pasaron al INR durante la gestión de Mendoza, que duró cuatro años.
El 8 de marzo de 2016, el comerciante judío, David Fremd, fue asesinado a sangre fría en Paysandú por Carlos Omar Peralta movido por odio religioso. El homicida fue declarado inimputable e internado en el Hospital Vilardebó. El crimen causó conmoción en Paysandú y en el resto del país.
Una semana más tarde del asesinato de Fremd, el 17 de marzo de 2016, Bonomi designó a Mendoza como jefe de Policía de Paysandú. Otro de los casos emblemáticos que debió investigar la Policía sanducera fue el doble crimen de Quebracho, ocurrido en 2018, donde perdió la vida un policía y una mujer. Luego el asesino se suicidó.
El 10 de marzo de 2020, después de asumir la presidencia de la República, Luis Lacalle Pou, Mendoza fue otra vez el hombre elegido para gestionar el sistema penitenciario. Larrañaga, hoy fallecido, consideró que el entonces jerarca policial tenía credenciales suficientes para manejar otra vez el INR.
Creado en 2010, el organismo que administra las cárceles uruguayas cumplió 14 años. "Fui director del INR nueve de esos 14 años en dos períodos", rememora Mendoza.
—¿Nadie quería asumir el cargo de director del INR?
—Nadie quiere agarrar las cárceles. La violencia que se ve en la sociedad se refleja en las cárceles. En las calles, los delincuentes están mezclados con personas de bien. En los establecimientos penales están todos juntos. Hay que trabajar en seguridad para que exista paz en las calles y en rehabilitación dentro de las cárceles.
—Ambas funciones recaen en la Policía. ¿Es así?
—El Ministerio del Interior tiene dos patas: la Policía y el sistema carcelario. La eficacia de una pata (la Policía) es un problema para la otra (INR). La gestión anterior (de Lacalle Pou) termina con 4.500 presos más por la eficacia de la Policía. Asumí al frente del INR en 2020. En ese momento el sistema alojaba a 11.789 reclusos. Y entregué el cargo con 16.240 reclusos. Eso hizo que se llenaran las cárceles.
Otro "mojón" de la carrera de Mendoza fue la creación de la Unidad 25, una cárcel de máxima seguridad que funciona dentro del perímetro del penal de Santiago Vázquez. Allí se encuentran recluidos presos como Ricardo Cáceres Correa, alias "el Ricardito", Edwin "Coco" Parentini, cabecillas de bandas brasileñas "Bala na Cara", "Os Tauras" y "Os Manos" e integrantes de organizaciones narcos de los Balcanes, entre otros.
Varios de esos delincuentes estaban recluidos en el Penal de Libertad y al ser trasladados a una cárcel de máxima seguridad —están solos en una celda, con requisas permanentes, sin celulares y guardias a poca distancia— no pueden dirigir sus bandas.
Eso llevó a que un delincuente ordenara un atentado a la sede del INR el 2 de diciembre de 2024. Luego de efectuar por lo menos dos disparos contra el edificio, los atacantes se bajaron de la moto y dejaron una hoja con la inscripción "Mendoza, los presos se respetan".
—Firmó sanciones y traslados a narcotraficantes y rapiñeros. ¿Sintió miedo?
—Nunca tuve miedo. Si tuviera miedo, no podría lidiar con esas personas; no podría ocupar un cargo en el INR. Si debí extremar precauciones y medidas de seguridad. El entonces ministro del Interior (Nicolás Martinelli) ordenó una custodia para mi.
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