CIEN AÑOS DE ELECCIONES: 1938
Triunfó Baldomir y terminó desmontando el régimen.
Las elecciones del 27 de marzo de 1938, realizadas bajo la institucionalidad emanada del golpe de Estado de Gabriel Terra, tuvieron el perfil de una confrontación familiar dentro del oficialismo: los dos candidatos colorados fueron Alfredo Baldomir, cuñado de Terra, y Eduardo Blanco Acevedo, su consuegro. Ante ellos, el entonces presidente se mantuvo neutral.
Sin embargo, Baldomir exhibió una cierta independencia, mientras Blanco Acevedo llevaba como lema un muy gráfico (y obsecuente) “¡Viva Terra!”. La contienda resultó muy dura entre ambas facciones pese a provenir del mismo sector.
Los herreristas, que representaban el otro sostén del régimen, también llevaron dos candidatos: Juan José de Arteaga (apoyado por Luis Alberto de Herrera) y Justo M. Alonso, con el respaldo de algunos diputados distanciados de Herrera.
Los partidos Comunista y Socialista participaron bajo el lema común “Por las Libertades Públicas”, con la fórmula Emilio Frugoni-Ulises Riestra, aunque no llegaron a acordar un programa común y comparecieron con listas separadas al Parlamento.
Los batllistas y los blancos independientes, declarados opositores de Terra, volvieron a abstenerse, ante la posibilidad de perder su identificación como divisas tradicionales si llegaban a formar un frente opositor. Por ello, la participación alcanzó solo al 57,2%: de 636.171 ciudadanos habilitados, votaron 336.711.
El Partido Colorado resultó amplio triunfador, con 219.311 votos, de los cuales la fórmula Alfredo Baldomir-César Charlone obtuvo 121.259, contra 97.998 de Blanco Acevedo-Martínez Thedy. Se comentó, chistosamente, que Baldomir había ganado gracias al nuevo voto femenino, ya que con su cuidado peinado y su bigote era parecido a Clark Gable, galán de cine de la época.
Entre los blancos, la fórmula Arteaga-Cabrera fue ampliamente mayoritaria. Sin embargo, para el herrerismo resultó un duro contraste, al punto que solo retuvo dos intendencias de las once con las que contaba en el interior.
El sector más conservador del terrismo rechazó el triunfo de Baldomir y alentó un motín, rápidamente conjurado por Terra.
El nuevo presidente, militar y arquitecto, estaba casado con Sara Terra. Parecía el hombre llamado a continuar el legado de su cuñado: había sido jefe de Policía de Montevideo y ministro de Defensa Nacional de Terra e incluso lo defendió ante el efímero intento revolucionario de 1935. Dirigió además la emblemática obra de la represa de Rincón del Bonete.
En la campaña, Baldomir buscó quedar bien con todos: reivindicó la “Revolución de marzo” (por el golpe de Estado de marzo de 1933) pero se quejó del “caudillismo asentado en las influencias oficialistas”.
Durante su gestión se fue distanciando del terrismo, así como de Herrera, mientras se acercaba al batllismo y al nacionalismo independiente. El proceso culminó en el golpe de Estado del 21 de febrero de 1942.
El presidente destituyó a su vice, César Charlone, disolvió el Parlamento y designó un Consejo de Estado, que cumplió la función legislativa mientras una comisión redactaba un proyecto constitucional que fue plebiscitado y aprobado junto a las elecciones nacionales de 1942.
Tortorelli y su disparatado programa electoral
La foto que acompaña este artículo es muy gráfica: mientras Domingo Tortorelli pronuncia un discurso, pleno de ardor cívico, la persona que lo acompaña sonríe socarrona a la cámara.
Las elecciones de 1938 presentaron la novedad de la candidatura presidencial de Tortorelli, acompañado en la fórmula por su esposa, Anatolia Manrupe, por el partido La Concordancia y la lista 200.
Fue la expresión más extravagante y folclórica de la democracia uruguaya, con su programa de gobierno disparatado: según la leyenda (es dudoso que haya sobrevivido algún documento) quería colocar canillas gratuitas de leche en cada esquina, construir una carretera en bajada entre Rivera y Montevideo para ahorrar combustible, establecer una jornada laboral de 15 minutos y asegurar un empleo público para los mayores de 18 años.
Por lo común realizaba los actos proselitistas desde el balcón de su casa, en 18 de Julio y Juan Paullier. Y solía concurrir numeroso público como si se tratara de un espectáculo, dispuesto a oírlo y a ovacionarlo ante cada disparate. Sin embargo, ni en 1938 ni en las varias elecciones en las que se postuló pasó de un puñado de votos. Aquella vez, el diario colorado La Mañana informó, con afán burlón, que Tortorelli le había ganado a Herrera en tres mesas de Montevideo.
La figura de Tortorelli inspiró, en cierta medida, al personaje Pinchinatti, un risueño candidato interpretado por Ricardo Espalter en el programa Decalegrón a fines de la década de 1980.
Alfredo Baldomir, en declaraciones realizadas en la noche de las elecciones, el 27 de marzo de 1938.
Las elecciones de 1938 fueron las primeras en las cuales las mujeres uruguayas pudieron elegir presidente y legisladores, un notable avance democrático que sin embargo demoró largo tiempo en aplicarse desde su consagración constitucional. A 1938, había 168.942 mujeres inscriptas en el Registro Cívico, en tanto los hombres eran 513.792.
Se consagró así la lucha de numerosas personalidades femeninas, que realizaron campañas en reclamo del sufragio. Una de ellas fue Paulina Luisi (foto), quien en 1908 se convirtió en la primera médica recibida en el país. Luisi fue también una pionera del feminismo local e integrante del Partido Socialista
La Constitución de 1917 había consagrado el sufragio femenino, aunque con la condición de que una ley lo regulara. Esa norma se promulgó recién en diciembre de 1932, pero el golpe de Estado de Gabriel Terra de 1933 demoró su aplicación.
Sin embargo, hubo un antecedente en el país en el cual se habilitó votar a las mujeres: el plebiscito de Cerro Chato. La curiosa convocatoria, realizada en 1927, buscó definir a qué departamento pertenecería esa localidad: Durazno, Florida o Treinta y Tres.
Pese a la novedad, en 1938 ninguna mujer fue elegida para el Parlamento. Habría que esperar a 1942 para que las primeras cuatro parlamentarias mujeres electas ingresaran al Palacio Legislativo.
El partido menos votado de la historia
La historia electoral uruguaya está repleta de pequeños partidos que obtuvieron ínfimos respaldos en las urnas, pero ninguno se acerca a lo ocurrido con el Partido General Melchor Pacheco y Obes, que obtuvo apenas un voto en todo el país.
Su lista, la 95, presentó seis candidatos al Parlamento por Montevideo y tres por Durazno, todos con sus respectivos suplentes, pero a la vista está que casi ninguno se votó. Se trataba de un desgajamiento del Partido Colorado que no encontró eco.
Además, en aquellos comicios compareció el Partido Autóctono Negro, que levantaba la bandera de los derechos de la colectividad afrouruguaya. Solo presentó candidatos al Parlamento y recibió apenas 87 votos.
Se votó en marzo y aparecieron los vices
Las elecciones presidenciales de 1938 fueron las únicas realizadas en marzo, más precisamente el último domingo de ese mes.
Además, los comicios de 1938 marcaron la aparición de las fórmulas presidenciales, con el candidato a presidente de la República acompañado por primera vez con el postulante a vicepresidente.
El cargo de vicepresidente de la República fue creado por la Constitución de 1934 y se mantuvo en las reformas constitucionales de 1942 y 1967.
Además de ejercer transitoriamente el cargo de presidente en ausencia de este, es el titular del Senado y la Asamblea General.
Resultados de las elecciones de 1938
Partido Colorado
A. Baldomir-C. Charlone 121.259
E. Blanco Acevedo-E. Martínez Thedy 97.998
Al lema 54
Total 219.311 (61,4%)
Partido Nacional
J.J. Arteaga-C. Cabrera 114.506 (32,1%)
Partido por las Libertades Públicas
E. Frugoni-Ulises Riestra 16.901 (4,7%)
Concertación Patriótica Cándida Díaz de Saravia
J.A. Alonso-G. Roosen 6.487 (1,8%)
Al Parlamento
Unión Cívica 14.802
Partido Socialista 13.152
Partido Comunista 5.736
Partido Independiente Demócrata Feminista 122
Partido Autónomo Negro 87
Partido por la Concordancia 69
Partido General Melchor Pacheco y Obes 1