“Para ser un país rico debes abrirte al mundo y a la innovación”, dice Marian Tupy, analista en políticas públicas

Trabaja con el Centro para la Libertad y la Prosperidad Global, es editor de HumanProgress.org y este lunes dará una conferencia en Montevideo.

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Marian L. Tupy, analista internacional de políticas públicas
Marian L. Tupy, analista internacional de políticas públicas
Foto: AFP

Marian L. Tupy es analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global y editor de HumanProgress.org, un sitio dedicado a documentar los avances científicos y humanos en la sociedad moderna. Es uno de los conferencistas más buscados del momento, y su libro “Superabundancia” ha sido un éxito global y ha desatado fuertes polémicas. Este lunes 17, invitado por el Centro de Estudios para el Desarrollo, brindará una conferencia en el Piso 40 en Montevideo. Durante su reciente visita a Buenos Aires, anticipó su charla y afirmó que, lejos de pronósticos apocalípticos, el mundo se encamina a una era de abundancia y prosperidad.

-¿Por qué el pesimismo está tan de moda en el mundo?

-Porque es la naturaleza humana y porque ser pesimista y preocuparse mucho es una buena estrategia para sobrevivir. Especialmente cuando vives en un mundo en el que todo puede matarte y comerte. Así que, probablemente, en el origen, al ser humano no le paga bien ser muy optimista. Pero ha habido períodos en la historia humana en los que la gente fue un poco más optimista. En los años 50 y 60, había mucho optimismo sobre el futuro, sobre la exploración espacial, por ejemplo, y cosas así. Pero también había mucho más optimismo en los años 90, después del fin de la Guerra Fría. Creo que el pesimismo es una actitud hasta cierto punto natural en la humanidad.

-¿Cree que ese pesimismo tiene un impacto negativo en la forma que analizamos lo que sucede en la sociedad y en el mundo?

-Sí, puede tenerlo. En el sentido de que cuando la gente es muy pesimista sobre el futuro empieza a tener una mirada fatalista y paralizante sobre lo que pueden lograr en la vida. Puede llevar a la gente a quedarse estática, esperando un apocalipsis. Puede ser muy negativo para el crecimiento económico, y para la felicidad individual, definitivamente.

-En su trabajo con Human Progress analiza datos concretos sobre la realidad humana y la evolución reciente. ¿Qué dato concreto diría que es clave para ver con más optimismo el mundo?

-Los datos muestran claramente que el mundo está mejorando. Bueno, a veces estamos un paso atrás, y luego dos pasos adelante. Pero en general los datos son muy positivos en muchas dimensiones de la evolución humana, es así en los últimos tiempos. El problema no es la data, el problema es que el reporte de la data no sucede. En otras palabras, todos los diarios, las estaciones de TV y la radio siempre comienzan con la historia más horrible que sucedió en cualquier lugar del mundo en ese día, y a la hora de llegar a la sección de ciencia, donde se informa de un nuevo medicamento maravilloso, o nuevos desarrollos en ciencia y tecnología, ya estás en la página 15, y muchas personas no lo ven.

-Por ejemplo, con el crecimiento de la población, siempre se dice que esto es un peligro o algo negativo, pero su libro explica que eso no es así. ¿Qué dato cree que sería útil para cambiar esa percepción?

-Los economistas han entendido que el crecimiento de la población no era un problema desde hace mucho tiempo. Y el consenso económico ahora mismo es que en realidad el problema no es el aumento de la población, sino la caída. Porque obviamente si crees que la fuente del crecimiento económico y la prosperidad son las ideas, y las ideas vienen de la mente humana, cuanta más gente haya, más ideas positivas va a haber. De nuevo, creo que el problema es que la percepción de la gente está 20 o 30 años atrasada en estos temas. Eso también alcanza a los periodistas; tal vez no tú, pero muchos periodistas repiten los mantras que aprendieron en la escuela en los años 80 y 70. Todavía están atrapados en un marco mental que agita el miedo a la sobrepoblación. Esto es así porque no se han actualizado y no perciben que el mundo ha avanzado.

-En Uruguay, donde hay un serio problema demográfico, existe una visión que afirma que eso es natural y que no se puede hacer nada al respecto. ¿Es así?

-La verdad es que comparto bastante que es muy difícil hacer algo para revertir esas tendencias. Es un fenómeno cultural, así como un fenómeno económico. Las mujeres han entrado en el mundo del trabajo y pueden ganar mucho dinero. Por lo tanto, el costo de la oportunidad de quedarse en casa es mucho mayor. También, a medida que se convierte en más rica, los uruguayos son ahora el primer o el segundo país más rico en Latinoamérica, las sociedades tienen muchas más opciones, muchas más cosas divertidas que hacer. ¿Cierto? Así que tener un niño puede ser muy disruptivo para tu habilidad de divertirte, por ejemplo. Y después, por supuesto, está la cultura. Cultura que pone como eje central de la vida el disfrutar y vivir en el momento, en lugar de tener familias grandes. En países donde la cultura es diferente, como en Israel, puedes tener oportunidades, puedes tener muchas cosas divertidas que hacer, pero los padres tienen muchos más hijos, simplemente, porque la cultura es diferente. Pero las culturas son, creo yo, bastante difíciles de cambiar, o se toman mucho tiempo. Mientras tanto se han intentado cosas como subsidiar la natalidad, pero no parece que funcione en ningún lugar donde se ha hecho, y es muy caro.

Marian L. Tupy
Marian L. Tupy

-Cambiando el tema, todos están hablando ahora de la Inteligencia Artificial. Y co-mo con cada nueva tecnología que se desarrolla, hay mucho miedo también. ¿Cuál cree que va a ser el impacto de esto en el futuro?

-No lo sé. Tengo enormes dudas yo mismo. Solo puedo decir lo que veo en los estudios de otras personas. Y parece que en el futuro veremos algunas ganancias de productividad por la aplicación de la Inteligencia Artificial. En otras palabras, podríamos mejorar nuestras tasas de crecimiento por, digamos, 0,5% cada año. Pero también hay estudios que anticipan que el crecimiento podría acelerarse a una tasa exponencial para generar tasas de hasta 30% de crecimiento económico. Así que nadie sabe realmente, pero en general hay una idea de que va a contribuir a una mejoría de la productividad de la misma manera que la aparición del Internet lo hizo en los primeros años de los 90.

-Usted trabaja con el Instituto Cato, un centro liberal. Y una de las grandes batallas del liberalismo en la historia ha sido contra la planificación centralizada de la economía y la sociedad. ¿Cree que la irrupción de la Inteligencia Artificial, con la chance de manejar mucho más información al instante, va a traer de nuevo la idea de una planificación centralizada como algo positivo?

-Este es un argumento que se hace a veces, que la Inteligencia Artificial, siendo básicamente un computador superinteligente, va a poder planear la economía y la sociedad. Pero no creo que tengamos que preocuparnos mucho por eso, porque incluso una Inteligencia Artificial superinteligente no va a poder predecir el futuro, la emergencia de nuevos productos, la demanda de nuevos productos. Por ejemplo, una supercomputadora podía tener una visión bastante completa de la economía en el año 2000. Sabía toda la data y predecía un futuro determinado. Pero luego aparece Steve Jobs con el iPhone y de repente todo cambia. El iPhone se convierte en el producto más deseado, los precios relativos se modifican y el plan central está completamente fuera de eje. Porque los seres humanos son impredecibles y no podemos realmente anticipar nuestros deseos y cambios en la moda, por ejemplo. No creo que la planificación central, incluso con la Inteligencia Artificial, sea algo posible o deseable.

-Vivimos en un tiempo donde todos los países quieren ser líderes en innovación, todos quieren tener un Silicon Valley o convertirse en una “startup nation”. ¿Cuál cree que es el ingrediente clave para ser exitoso en eso?

-No creo que Uruguay o Argentina necesiten ser los centros de innovación, solo deben ser abiertos a aceptar toda la innovación. El mayor problema del mundo no es que no tengamos la innovación en los países desarrollados. El problema es que muchos países que no son desarrollados no aceptan las innovaciones que pueden hacerlos ricos. Cuando Argentina y Uruguay hayan aceptado todas las innovaciones y sean sociedades mucho más ricas, entonces tendrán más dinero para gastar en cosas como subvenciones a universidades para hacer más I&D, etc. Pero no lo haría ahora. Tienes problemas mucho más urgentes. La clave es estar abierto a la innovación. Y entonces, cuando te vuelves súper rico, puedes empezar a pensar, ¿cómo vamos a contribuir a un proceso innovador? Y en economías abiertas, las personas tienden a ser más innovadoras. El mensaje que tengo para Uruguay es muy simple. Para convertirse en un país rico, debes estar abierto. Y debes ser una sociedad abierta. Debes permitir el ingreso de la innovación, ya sea en la forma de ideas, o personas, o productos y servicios. Así que cualquier barrera que haya para abrirse en Uruguay, si logran sacárselas de encima, serviría para que se vuelvan un país incluso más rico de lo que ya son.

-¿Qué pueden esperar nuestros lectores sobre su conferencia la próxima semana?

-Bueno, hablaré principalmente de recursos, de por qué nunca vamos a agotar los recursos. Porque los ambientalistas radicales atacan al capitalismo y a la sociedad libre diciendo que estamos agotando los recursos del planeta. Eso no va a pasar. A medida que nos volvemos más ricos, somos mucho más eficientes en el uso de los recursos.

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