El debatedejó mucha tela para cortar. A pocos días de la veda y ya en la recta final de la elección presidencial, cada movimiento de los candidatos Yamandú Orsi (Frente Amplio) y Álvaro Delgado (Partido Nacional) son clave en un escenario reñido. Después del evento del domingo a la noche, politólogos responden la clásica pregunta de si hubo un ganador o perdedor, y analizan cuál es el impacto en el electorado, qué les queda por hacer a los comandos y cómo estuvo cada uno.
Para la directora de Cifra, Mariana Pomiés, no hubo un ganador o perdedor ya que ninguno “cometió un error importante” ni hizo un “gran acierto que dejara descolocado al otro”. Su lectura es que, por momentos, los candidatos “iban en paralelo” con sus discursos planificados. Y que, aunque Delgado“intentó un poco más de debate”, dado que hizo “muchas menciones al Frente Amplio que podrían haber generado alguna respuesta por parte de Orsi”, el frentista “parecía en otro canal”.
La politóloga aclaró que “estar en otro canal” no tiene una connotación negativa sino que es una “decisión estratégica que hay que poder mantenerla”. En ese sentido, continuó: “No todo el mundo puede aguantarse cuando siente que están diciendo cosas que no comparte, pero él parecía como impertérrito”.
En una línea similar, el director de Factum, Eduardo Botinelli, no cree que hubo un ganador o perdedor. Más allá de que no ve que sea uno de esos debates donde se considera que uno salió victorioso, explicó que el “ganar y perder” es un tema “interesante” porque, “más allá de quién maneja la escena o quién logra imponerse sobre el otro” —u otras lecturas que puedan hacer interesados en la política o el periodismo—, la clave es “cómo recibe el mensaje la gente”.
En ese sentido, dio dos ejemplos. Uno, el debate en 2004 en Estados Unidos entre John Kerry con George Bush, donde primó la idea de que Kerry “había ganado el debate” y “Bush impactó de manera positiva cuando se pasó hablándole a la cámara directamente a la gente”. Otro caso, más reciente, es el debate en Argentina de Sergio Massa y Javier Milei de 2023. Los especialistas vieron que Massa “había tenido un mejor debate” pero las elecciones las ganó Milei, indicó Botinelli.
Las posturas de Orsi y Delgado
Pomiés vio a Orsi “un poquito más armadito” y “un poquito más propositivo a futuro”, y a Delgado “un poco más natural” y con un discurso “más de gobierno de la coalición”.
Su visión es que se trató de un “debate bastante aburrido que difícilmente haya logrado retener” al votante medio, aunque sí mantuvo cautivo al “más militante”. El votante distante, no obstante, ni lo vio. Sin embargo, cree que el encuentro los “beneficia” a ambos candidatos si “utilizan bien el material que generaron” dado que el impacto “no solo es la visualización en directo”. Ahora comenzó la etapa de las repercusiones y, es más, “parecía que (los candidatos) pensaban cosas que pudieran entrar en shorts de comunicación”.
Esta segunda etapa de debate, donde se difunde el material, puede tener algún impacto en la gente más distante de la política, analizó Pomiés.
Una de las características del debate, para Pomiés, es que se manejó “muchísima información”. Para la politóloga, lo “positivo” es que se escucharon “cosas más concretas como propuestas” para un posible gobierno, algo que al “votante le puede interesar”. No obstante, lo “negativo” es que “era mucha cosa como para retener” dado que hubo mucho “picadito” y “no queda claro”. Su visión es que “probablemente, si uno está en los grupos de interés —como las madres embarazadas o los jubilados—, puede haber retenido lo que le toca”, pero que “es difícil”.
Hay puntos de concordancia entre la visión de los dos directores de las consultoras. Para Botinelli, el debate no se trató de un evento “atractivo” para los indefinidos pero queda “abierta la incógnita” por los mensajes que puedan traccionar las candidaturas a partir de lo que se habló el domingo a la noche en los nuevos formatos de comunicación para llegarles desde otro lado.
La segmentación del electorado —sea con alguna propuesta, mensaje o frase específica— es lo que “se está utilizando mucho a partir de los debates presidenciales”, sobre todo en los que son “sin un atractivo desde el punto de vista del show visual o de confrontación”, indicó Botinelli.
La estrategia de Delgado, analizó el director de Factum, era “consolidar fuertemente el voto coalicionista por dos razones centrales”. Una, “su propia forma de pararse desde el gobierno actual hacia un gobierno futuro de coalición”. Otra, la “utilización del concepto ideología con una connotación negativa”. Para Botinelli, si bien se utilizó para “atacar al otro”, también es la “forma de cohesionar a lo más próximo”, que es lo que “quiso instalar con esa mención recurrente”.
Por otra parte, ve como “parte de la estrategia” que utilizaron los dos candidatos —pero “fundamentalmente Orsi”— que no hayan cedido ante los “pinchazos del otro”. Hubo una intención de “no salirse del libreto”, lo que se puede explicar con dos motivos. Uno, que la campaña —incluidas las internas y las de octubre— ha sido de “evitar errores más que de arriesgar”. Por lo tanto, “salirse del libreto significaba la posibilidad de un error”. Segundo, se corría el “riesgo de que, por responder algo —aunque se hiciera bien—, no alcanzara el tiempo para decir lo que se tenía previsto” que se “consideraba importante”.
Para Botinelli, primó “más la idea de cumplir con la instancia sin cometer errores y pasando los mensajes que se querían pasar”.
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