Por una mejor convivencia y tolerancia: lo que dijeron los expresidentes y Lacalle Pou en su mensaje conjunto

El presidente de la República junto a Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica dieron un mensaje de respaldo al sistema vigente.

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Redacción El País
El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y los exmandatarios Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y José Mujica, dieron ayer de tarde, desde la Torre Ejecutiva, un mensaje conjunto en ocasión del cumplimiento de 50 años del último golpe de Estado en Uruguay.

“Estas 48 horas que estamos viviendo se cargan de emoción y un muy fuerte contenido de vibración que nos llega desde el pueblo mismo y lo que hemos visto en estas horas, en los actos, en la calle -comenzó Sanguinetti-. Esto nos lleva a darle a todos estos actos el sentido de lo que es: un gran acto de confirmación democrática, de confirmación de lo mejor de la identidad nacional, de esta nación que se generó en los campamentos artiguistas cuando aún no éramos ni provincia y que luego nos fuimos configurando como tal para terminar como esta orgullosa República que somos hoy”.

El colorado, y secretario general de su partido, pidió entonces sumarse a “esta emoción, retransmitirla” y asumir “este compromiso, o esta ratificación de compromiso cívico que es esta, para que este ‘nunca más’ que seguimos pronunciando todos, tenga un profundo contenido. El nunca más a la violencia, a las utopías revolucionarias, a la intolerancia, a la descalificación del adversario, el nunca más al desprecio de las constituciones liberales y valores democráticos”, aseguró el expresidente.

A su turno, el nacionalista Lacalle Herrera resaltó la edad de quienes daban este mensaje: “(Somos) tres octogenarios, tres veteranos de guerra estamos aquí para transmitir un mensaje, que empieza por enunciar un fin”. Y luego fue al grano de su breve discurso: “Queremos -dijo- que el sistema que recobramos, con su legitimación del poder a través del voto, su respeto a la ley, sea el gran objetivo de nuestro país. Lo fácil en la vida es fijar objetivos, lo más complicado es decir cómo se llega a ellos. Yo creo que tenemos que cada uno de nosotros, empezando por los compatriotas que nos están mirando, asumir en su fuero íntimo y en su conducta (el) nunca más descalificar al otro porque piensa distinto, ni pensar que es una mala persona porque vota a otro partido o candidato. Asumir por parte de la dirigencia política que la lucha política llega hasta cierto punto, y que los acuerdos son de la esencia de la vida histórica y política del Uruguay. Las coincidencias y los acuerdos fueron los grandes momentos de progreso nacional”.

Lacalle Pou, Sanguinetti, Lacalle Herrera y Mujica.
Lacalle Pou, Sanguinetti, Lacalle Herrera y Mujica.
Foto: Juan Manuel Ramos

Lacalle Herrera se refirió entonces a los desafíos por delante para que el actual sistema de convivencia perdure. Aseguró que para ello no hay que “extremar” el derecho y “dejar un lugar para el entendimiento a través del respeto, que no va en contra de la lucha política, (y ser) fuerte en materia de ideas, pero no en materia de personas. Como gusta repetir el presidente Lacalle Pou, ‘suave en el modo, fuerte en los hechos’. Ese es el mensaje que tenemos que transmitir. Y si en algo vale la presencia de estos tres veteranos de guerra, aquí estamos, junto al presidente actual, los que hemos ejercido este cargo para pedirle a todos los ciudadanos que hagan lo que deban para que esta concordia, paz y democracia se continúen en el futuro”, señaló.

Mujica, a su turno, subrayó que “la democracia no es perfecta, y nunca lo será, porque no son las instituciones las que fallan” sino los humanos quienes cometen los errores. “Pero hasta ahora no hemos encontrado algo mejor para el funcionamiento de las sociedades. No es perfecta, es perfectible”.

Y agregó, ya sobre el final: “No nos debemos desconformar, porque una manera de afirmar a la democracia es que la responsabilidad política ayude a resolver los problemas más dramáticos (...) Defender la democracia es asumir la responsabilidad social que tenemos. Entonces las grandes contradicciones hay que sublimarlas en causas nacionales. Lo que hicieron los partidos tradicionales en la historia, que se degollaron y se pusieron a construir al final ciudadanía, lo que hizo Mandela, que arregló una contradicción racial... necesitamos una causa nacional que nos unifique por encima de nuestros antagonismos. Y el antagonismo estará siempre en la hora del reparto, pero cuidemos la convivencia, que es la manera de cuidar la democracia”.

Lacalle Pou: “La democracia tiene que ser algo cotidiano”

El último en hablar fue Lacalle Pou, quien comenzó recordando a los fallecidos expresidentes Jorge Batlle y Tabaré Vázquez.

“La democracia se basa en los derechos electorales, en un gobierno democrático, en una separación de poderes, en la representación de las minorías, en los resortes institucionales para el reclamo, en la sana convivencia de los partidos políticos, pero también la democracia como instrumento debe de satisfacer lo que hace un individuo libre”, dijo Lacalle Pou, que luego recordó algunas claves de este sistema de gobierno: “La democracia se construye en un boliche, en un lugar de trabajo, en un club, en un almacén, y por supuesto con el ejemplo de los dirigentes políticos. Como casi todo en la vida, construir es muy difícil, destruir es un instante. Por eso la palabra democracia tiene que ser algo cotidiano, algo nuestro de cada día, por supuesto que con responsabilidades diferentes".

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Manini dijo que no hubo “solo dos demonios”

En su audición semanal en Radio Oriental, el líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, ratificó ayer su condena a la dictadura que resumió en el lema “Nunca más”. Pero asimismo estableció algunos matices sobre determinadas interpretaciones históricas sobre ese período.

“Muchos políticos vieron en ese levantamiento (el de febrero de 1973) una oportunidad para acortar plazos y lograr sus objetivos”, afirmó el senador y rechazó entonces la “teoría de los dos demonios” al afirmar que la mayoría de los políticos de la época no fueron unos “pobres inocentes” víctimas de los “malos de uno y otro bando”.

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